Reconstruyamos la casa común

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 14 de mayo de 2023.- Cuando el Senado le impuso a Miguel Ángel Granados Chapa la Medalla Belisario Domínguez, el célebre periodista dijo: “Reconstruyamos la casa que nos albergue a todos o erijámosla si es que nunca la hemos tenido”. El colega Ricardo Rocha comentó: “Nadie, hasta ahora, había podido resumir en tan pocas palabras la compleja urgencia histórica que enfrenta el país”.

Tales palabras resuenan hoy con mayor fuerza, pese a que aquello fue en 2008, en el sexenio de Felipe Calderón, quien había llegado a la Presidencia de la República después de una sucia campaña contra el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, víctima de una elección que despedía un fuerte olor a fraude. Aquellos comicios tramposos produjeron entre los mexicanos una profunda división, la cual, notoriamente, se ha venido ahondando en este sexenio.

 

Por eso mismo, el llamado de Granados Chapa mantiene su vigencia, porque los enconos crecen cada mañana alentados desde el Poder Ejecutivo. Opera en el mismo sentido la negativa a designar a los comisionados faltantes del Inai, lo que priva a los mexicanos de la posibilidad de conocer con precisión lo que ocurre en la esfera pública y se pretende mantener en lo oscurito.

No es menos grave la infamante campaña desplegada contra dos consejeros del Instituto Nacional Electoral, quienes ya terminaron su periodo, y el muy discutible procedimiento para nombrar a los consejeros que llegaron a ocupar su lugar, quienes, por su conocida filiación, le aseguran a Morena el control de áreas estratégicas del proceso comicial.

Ahora es la Suprema Corte de Justicia de la Nación la que está en la mira. Para el Presidente de la República resulta inadmisible que los ministros del máximo tribunal cumplan con las tareas que les asigna la Constitución y pretende descalificarlos con los “argumentos” más peregrinos y, lo que es peor, echando mano de adjetivos inadmisibles y acusaciones como “facciosos”, “retrógrados”, “salinistas” y “corruptos”, lo que ahora repite la horda fanática afuera de la sede judicial.

En extremo grave es el virtual linchamiento de los ministros de la Corte, verbal en el caso de las mañaneras y, hasta ahora, en las mantas y pancartas colocadas por las huestes de Morena afuera de la sede de la SCJN. Los insultos que se profieren contra los togados son de color cada vez más subido y si cualquier día se atenta contra cualquiera de los ministros ya sabemos quién o quiénes son los responsables.

Por lo pronto, el Ejecutivo ya mandó la orden a sus esbirros del Legislativo de limitar, en el presupuesto de 2024, los dineros que recibe la Corte. Ésta, señala el mandatario, tiene un fideicomiso con 20 mil millones de pesos y los sueldos de los ministros son de 300 mil pesos mensuales, además de otros beneficios ciertamente discutibles. Pero AMLO no propone discutir, sino que ordena a los morenistas embestir contra un poder que, en teoría, es igual al Ejecutivo.

Otra propuesta disparatada, por decir lo menos, es la que pretende que los ministros sean elegidos por voto universal y directo, como ocurría en el siglo XIX. Es dudoso que el resultado sea positivo, pero, en todo caso, el asunto merece una amplísima discusión. Lamentablemente, el actual gobierno no debate, sino que simplemente impone.

Por supuesto, las imposiciones presidenciales, si avanzan, beneficiarán al partido en el poder. Si no tienen éxito, los exabruptos y los infundios sirven para tender una cortina de humo en torno a los fracasos de la presente administración, cuando la carestía de los productos de primera necesidad llega al 30% y la militarización gana terreno cada día por disposición del Ejecutivo, mientras la delincuencia domina buena parte del país.

La mezcla de rupturas constitucionales y órdenes absurdas desde las alturas del poder, junto con la actitud lacayuna de los políticos morenistas y el fanatismo de algunos sectores de sus bases sociales, empiezan a trazar líneas semejantes a las que entronizaron al fascismo europeo. No sigamos por ese camino. Para concluir, digamos con Granados Chapa: “Es imprescindible hoy restaurar las bases de la convivencia, del acuerdo en lo fundamental… necesitamos identificar propósitos comunes impulsados desde la diferencia…”.

¿Se podrá?

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