Periodistas Unidos. Ciudad de México. 20 de agosto de 2021.- La revocación de mandato está en la Carta Magna, pero todavía falta que se apruebe la ley reglamentaria, lo que parece fácil, pero es un asunto que tiene entrampado al Poder Legislativo. El Ejecutivo ya reclamó al Senado por no actuar con celeridad en el caso, pero, al parecer, hasta en la bancada de Morena hay dudas sobre la forma que ha de adquirir la revocación, en caso de que así lo decida la consulta, pues hay quien la entiende como un cese fulminante del mandatario y, por el contrario, no pocos creen que el voto por la no revocación equivale no sólo a ratificación, sino que abre la puerta a la reelección presidencial.
La priista Claudia Ruiz Massieu salió al paso de los rumores reeleccionistas y señaló que la revocación de mandato ha de ser porque se ha perdido la confianza en el presidente del que se trate, lo que de ningún modo significa que el voto en favor del funcionario deba entenderse como ratificación. No, pero sí, diría Perogrullo, pues poner a votación si se va o se queda implica, según el caso, cesarlo o ratificarlo. Por su parte, Héctor Vasconcelos, senador por el partido guinda, dijo que la diferencia entre revocación y ratificación es meramente semántica.
Ya inmersos en el trance legislativo, los morenistas y sus criados del PES recurrieron, en comisiones, al mayoriteo, ya que aprobaron una redacción sin consenso: “¿Estás de acuerdo en que (fulano de tal), Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, continúe ejerciendo el cargo hasta que concluya su mandato?”. Como es obvio, la formulación es debatible, pues si el presidente (quien sea, ahora y en lo futuro) tiene un mandato de los electores para ejercer el cargo por un plazo determinado, se está pidiendo a los mismos electores que le retiren dicho mandato, lo que, en caso contrario, equivale a pedirle que se quede. Por fortuna, Ricardo Monreal declaró que existe disposición para reformular la pregunta. Por si algo faltara, se ha endurecido la negativa de la oposición (PAN, PRI, PRD y MC) a la consulta. Para Dante Delgado, la revocación de mandato ocasionará “desestabilización política en el país”, algo que debiera ser evidente para todos. La experimentada Dulce María Sauri recomendó al Congreso actuar con cuidado, pues “se trata, ni más ni menos, que de revocar el mandato del Presidente, lo que es muy delicado para el sistema político en general”.
Un aspecto relevante de lo ocurrido es que el Partido Verde y el del Trabajo no asistieron a la sesión de comisiones. La retirada, que poco antes se hubiera antojado increíble, pudo obedecer a que no están de acuerdo con Morena en lo que se refiere a la consulta y sus términos, aunque tampoco querrán aparecer como aliados de la coalición PAN-PRI-PRD-MC.
Hay quien considera muy difícil, cuando no imposible, que los demandantes de la consulta reúnan la cantidad de firmas que requiere una petición ciudadana. Hacen mal las cuentas. Los partidos de oposición y los poderes fácticos pueden muy sobradamente reunir los tres millones de firmas necesarias.
Si se realiza la consulta, el Ejecutivo podrá medirle el agua a los tamales. Pese al desencanto que priva entre muchos de los que en 2018 votaron por AMLO, no parece fácil que gane el voto revocatorio. Si así fuera, no es imaginable que simplemente el mandatario se vaya a su finca de Palenque, pues hay fuerzas que, de cualquier modo, darán la pelea para mantenerlo en Palacio. Pero si el voto favorece al Presidente, no sería extraño que esas mismas fuerzas empujaran una intentona reeleccionista en 2024. En cualquier caso, la principal oposición surgirá en las propias fuerzas de Morena, pues no será fácil deshacerse de los aspirantes a la sucesión, que tampoco se chupan el dedo. En suma, la provocación puede resultarle muy costosa al reeleccionismo, y más todavía al país.