Sembrar odios I/II

Por Gregorio Ortega

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 15 de mayo de 2019.- Algunas o muchas de las declaraciones del presidente constitucional de todos los mexicanos, son para dejar perplejo a cualquiera, lo mismo que sus actitudes. Con ellas fomenta la división, alienta el odio entre mexicanos.

     Lo considero así a pesar de que ya un analista sostiene que los opositores al actual gobierno se solazan al hacer agujeros en la lancha desde la cual se gobierna en lugar de Los Pinos, y advierte que con esa actitud el país entero se hundirá. ¿Cabría la posibilidad de que ocurriese al revés, y lo que los “adversarios” de la 4T intentan es advertir que el piloto de esa frágil embarcación es el que busca, a como dé lugar, el naufragio? ¿Agujeros con células vecinales que se conducen como quintacolumnistas? ¿Regreso de los comisarios del pueblo?

     Imposible responsabilizar a los bots de lo que más que sugerencia es orden, advertencia a los periodistas para “que no se pasen, porque si se pasan, ya saben”.

     En un intento por buscar asideros de lógica y ética a lo que hoy sucede como “arte” de gobernar, he dado múltiples vueltas a la idea de que quienes contribuyeron, desde el poder económico, a sentarlo en la silla del águila, pronto recibieron una respuesta porque no quiere ser florero, pero fue llevado a Palacio Nacional para asegurar la conclusión del proyecto neoliberal iniciado en 1982, a pesar de los múltiples contratiempos ideológicos difíciles de superar, a no ser desde un lenguaje de izquierda.

     Repito lo que afirman algunos empresarios españoles: no hay mejor gobierno de derecha, que un buen gobierno de izquierda. ¿Será?

     ¿Es demasiado pronto para pensarlo así? El compadre al que le arrebataron la licitación de las manos debe considerar que sucede lo contrario, pero también podemos suponer que es pura faramalla.

     No es nuevo lo que hoy intentan desde un gobierno sin programa y sin ideología clara. Lo hicieron en la década de los 30 en Alemania e Italia; lo hacen en Brasil y Argentina. Lo describe Joël Dicker en Los últimos días de nuestros padres: “… han despertado los demonios, han avivado las vocaciones del odio. Y en Francia el odio también es popular, el odio al otro (chairos vs fifís), envilecedor, sombrío, que desborda en todo el mundo, en nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros parientes. Debemos desconfiar de todo el mundo”.

     Es momento de preguntarnos quiénes hacen los agujeros en la lancha, los “adversarios, críticos y periodistas fifís”, o quienes anhelantes buscan un cambio, pero conducen al país a un retroceso, pues en lugar de hacer la reforma del Estado y refundar la República, apuestan todo a la restauración del presidencialismo imperial.

@OrtegaGregorio

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