Periodistas Unidos. Ciudad de México. 16 de enero de 2022.- No había pasado el invierno por su jardín, por otro lado su orquideario a un costado de su comedor parecía agradecer el frío de diciembre, los muros de su casa repletos de libros seguían igual, o tal vez un poco más llenos, el tiempo no había pasado, así se sentía, tal vez el cálido amor que la habita es lo que logra que todo se sintiera como si no existiera el tiempo y mucho menos este tiempo pandémico.
Habíamos estado planeando vernos durante mucho tiempo antes, por prevención daba un paso hacía atrás como cangrejito pero de sobra existían las ganas. No es lo mismo un correo electrónico que un cara a cara, corazón con corazón. Tenía que presentarle a Sol Venus, tanto a ella como a Martina. Fue en mi cumpleaños, cuándo le pusimos fecha, quedamos de vernos en la tarde del 16 de Diciembre. Al llegar estaban dos de sus nietos y su nuera terminando de comer. Compartimos la sobremesa, entre el café y el mousse de limón, le platiqué de lo probable que era mudarme de ciudad, mientras hacíamos mención de los bigotes de crema espumosa de Sol Venus, a ella le pareció una buena idea partiendo desde la visión de ver crecer a Sol en un entorno más afable y más acompañado. Y es que no existe otra cuestión más importante en mi cabeza, no más importante que su bienestar aquí y ahora así como el del porvenir. Después nos desplazamos a su sala amarilla con cojines bordados que tanto me gustan y en la que atesoro algunas conversaciones. Han pasado 12 años de amistad que para mí son un regalo muy rico, tenía que compartirlo con Sol Venus, y a su año y dos meses lo abrazo muy bien, era como si supiera de qué se trataba, abrazó a Elena, a su nuera y a Martina como si las conociera de mucho tiempo atrás. Jugó con ellas, las hizo parte de su mundo con facilidad, con cariño pleno. Elena la sobre nombró Sol Einstein, le asombro la atención que ponía a la conversación y al juego con ella. Martina la paseó por el jardín, enseguida manifestó ese amor que le tiene a las flores y plantas. Le gustaron los brazos de Martina, la tomó como cómplice y la traía de un lado a otro. La casa de Elena es tan grande que para Sol fue asombrosa, por supuesto se quedó con las ganas de recorrerla toda.
Cómo siempre que nos reunimos le compartí mis nuevos proyectos, siempre distintos a los anteriores pero toda rama de una misma raíz. Y como siempre, ella buscando cómo apoyarme para que logre lo que me propongo. Así es ella, tiene el corazón escalera, un escalón sobre otro escalón, dispuesta a poner el siguiente, deseando que algún día llegue a la meta que me proponga. No me siento especial por ello, sé que es su esencia y esta no escatima en dar el corazón, principalmente por eso le quiero tanto.
Me augurio un mejor comienzo, una mejor vida, una historia con corazón de Sol, luminosa, brillante y cálida, es decir, sí, prácticamente fui por mi bendición para partir.
Tenía que contarle, curiosamente en estos 12 años ha estado en las etapas más importantes de mi vida. En mis facetas más descabelladas y en las más prudentes también. Y como la buena amiga que es, sin juicios y con el cariño que siempre abriga. Esta vez tenía que presentarme a mi misma de nuevo, la mamá, la mujer que pasó de ser una joven plumífera impulsiva y aventurera a una mamá joven plumífera pero serena y cautelosa entre otras cualidades distintas que brotaron con la maternidad.
Estoy segura que pudo percibir en mi la mutación, sé que toda mujer que haya pasado por el viaje cósmico de la maternidad podrá afirmar lo que digo. Este capítulo de mi vida tiene grandes vertientes que en ellas se hacen caminos un poco más sabios. Por otro lado descubrir una extensión de mi existencia en Sol, un pedazo de mi, mi mar en dónde se nada más profundo, me queda claro que el abrazo se hizo más grande, si bien tenía los brazos abiertos para mí, ahora los tiene también para Sol Venus.
No todo fue un conversatorio sobre la maternidad y las gracias del desarrollo de mi bebé. También hubo tiempo para recordar el paso de la docena de años que llevamos siendo amigas, recordamos las reuniones en la sala de Paloma y Paco Ignacio Taibo II, recordamos lo que nos convirtió en amigas, las causas, la lucha y la movilización social, los ideales y principios. El arte y la cultura, ella no lo sabe pero reafirmé mí cariño por la literatura, me sueño presentando mi primer libro junto a ella y junto a otras amigas, otros amigos. Me sueño haciendo magia con mi tiempo actual y con todo lo que amerita mi realidad, me sueño volando entre letras y comas, entre puntos finales y algunos puntos suspensivos. Que me vaya la vida soñando pero también manifestándolo, tal vez este ejercicio de compartir con ustedes cada quince días, me acerque un poco y un poco más.
Aunque tengo un par de novelas, una inconclusa y la otra echa pedazos, tendré que hacerme tiempo para indagar en esos intentos de narrativa. Las semillas tendrán que ser sembradas, el proceso de la visión en invierno, en primavera habrá que sembrar cada letra y con ella cada impulso en pulso. Si es ganancia el miedo se esfumó, ya no tengo miedo al que dirán, menos al prejuicio, escribo precisamente para las personas que me elijan, para todos hay espacio, habrá quién me lea, yo escribo sin mayor afán que compartir procurando la complicidad. Una especie de integración deseada en dónde me siento viva con la idea de lograr algún día cautivar el corazón de mis lectores.
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