Periodistas Unidos. Ciudad de México. 17 de febrero de 2023.- Aunque lo parezca, la economía no es una ciencia exacta. Sin embargo, una y otra vez se anuncia que la producción nacional crecerá en cierto porcentaje y que el entorno internacional es o no favorable para México. Como la inflación resulta, quizás, el fenómeno que más afecta los precios y el poder de compra del dinero, una receta infaltable es elevar la tasa de referencia del Banco de México, la que tiene un efecto inmediato en los intereses que cobran los bancos y otras empresas financieras.
Por supuesto, elevar la tasa de referencia es una medida que, por lo general, impide o, al menos, desacelera la inflación, pero no es precisamente la panacea, pues la contracción de la economía implica menos ventas, baja de la producción y desempleo. En México, eso es precisamente lo que enfrentamos, ya que el remedio se ha convertido en enfermedad.
El primero de diciembre de 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador asumió el poder, la tasa de referencia era de 8% y 20 días después subió a 8.25. Al parecer ahí sí funcionó la receta, pues a partir de entonces la tendencia fue descendente, hasta bajar a 4% el 12 de febrero de 2021. Lo duro vino a partir de entonces que una y otra vez se elevó la tasa del Banco de México hasta cerrar 2022 con un interés de 10.5% y, como consecuencia, el año pasado los bancos tuvieron una ganancia histórica que sumó 236 mil millones de pesos, contra 182 mil el año anterior.
Dicho de otra manera, en 2022 la tasa de crecimiento de la economía nacional fue de tres por ciento, en tanto que la banca privada se benefició de un incremento de sus ganancias de 30% respecto del año anterior o de 45% si lo comparamos con 2019, cuando las ganancias sumaron 163 mil millones de pesos.
Por supuesto, esa fortuna no se distribuye en partes iguales a todos los bancos. Son únicamente seis los que en 2022 obtuvieron más de 75% de la ganancia: BBVA, Banorte, Santander, Citibanamex, HSBC y Scotiabank. El primero de esos bancos recibió la tercera parte de las utilidades generadas por todo el sistema y algo menos de 15% el sorprendente Banorte, la única firma mexicana del sexteto. Lo determinante en estos resultados es que emplear el alza de la tasa como única medicina, lejos de curar al enfermo, lo tiene postrado. Por eso Gerardo Esquivel, miembro de la Junta de Gobierno del banco central hasta hace unas semanas, recomendaba un empleo más cauteloso del citado mecanismo antiinflacionario.
Otro riesgo de fijar tasas tan elevadas en México, mientras la que rige en Estados Unidos anda entre 4.25 y 4.5, para el analista León Bendesky significa que “los grandes inversionistas y los especuladores podrían pedir préstamos en un banco de Estados Unidos” y aprovechar la diferencia colocando ese dinero en Cetes. El especialista señala también que la afluencia de dólares, que significan las remesas desde el país vecino, si bien equivalen como a 163% de la inversión extranjera directa, eso no implica que la economía mexicana se halle fortalecida, pues ésta se encuentra “inserta en una larga fase de relativo estancamiento productivo que se agudiza constantemente”.
Desde el viernes pasado, la tasa de Banxico está en 11 por ciento. De continuar por ese camino, quizá se controle la inflación, pero difícilmente veremos un aumento satisfactorio de la producción. Eso precisamente planteó el presidente López Obrador, quien demandó a la Junta de Gobierno del banco central menos ortodoxia y más impulso al crecimiento.
De inmediato, un miembro de dicha junta, Jonathan Heath, espécimen del pantano neoliberal, le respondió al Ejecutivo que la manera de apoyar el crecimiento económico es con una política monetaria que ofrezca tasas de interés más bajas, lo que se consigue, dice ese Merlín del dinero ajeno, “buscando tener la inflación y sus expectativas lo más bajo posible”.
¿Y la producción? Pues ahí que se arregle. Los tecnócratas neoliberales sólo saben echar mano de su mísero recetario, aunque sus resultados sean del todo ineficaces. La elevadísima tasa de referencia no ha podido contener la inflación y seguimos sin que aumenten la inversión ni el empleo, pero sí los precios y la miseria de millones de mexicanos. Es una vergüenza.