Periodistas Unidos. Ciudad de México. 22 de abril de 2022.- Puestos en la disyuntiva de defender el patrimonio nacional o favorecer a las transnacionales, PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano optaron por actuar como empleados de las grandes empresas y cerrar el paso a una reforma eléctrica que pretendía favorecer el interés de México y de los mexicanos.
No les alcanzaron los votos a Morena y sus satélites y eso implica que sufrieron una derrota. Sin embargo, lo anterior no puede considerarse una victoria de la oposición, pues, si bien impidieron una reforma constitucional, siguen siendo minorías que ni solas ni en conjunto igualan a la alianza gubernamental.
Por ahora, y sólo por ahora, triunfaron las transnacionales y lo hicieron sin pudor alguno, pues llegaron al extremo de meter en la sala de sesiones a sus asesores, verdaderos coyotes encargados de tirar línea a sus partidos peleles, los de la traición a México, los que fueron encabezados por Alito, el Juan Nepomuceno Almonte campechano.
Era obvio que Acción Nacional, fiel a su origen y a su ideología, iba a votar en contra de la reforma eléctrica, pues no está en sus genes la protección del interés popular. Del PRD ya no puede esperarse nada porque se trata de un zombi en espera de cristiana sepultura. En cambio, sorprende que Movimiento Ciudadano se haya prestado a la maniobra, pues se le suponía independiente (trató de lavar cara votando por la reforma a la Ley Minera, pero, como dicen los elegantes: palo dado ni Dior lo quita).
}El papelón fue nuevamente para el Revolucionario Institucional, que se empeña en seguir hundiéndose. Dicen que pedía las gubernaturas de Hidalgo, Coahuila y el Estado de México, pero le fueron negadas o tuvieron más peso y más pesos las ofertas de los cabilderos transnacionales. De este modo, el PRI, que hace mucho dejó de ser revolucionario e institucional, reniega de lo más glorioso de su pasado y su actuación mercantil lo conduce a una inexorable insignificancia.
El presidente López Obrador respondió de inmediato con la reforma a la Ley Minera, a fin de garantizar que el Estado tenga el control del litio, material estratégico del que ya disponen algunas empresas extranjeras, pues los gobiernos neoliberales les entregaron grandes concesiones. Igualmente, cabe esperar que el Estado mexicano impida alzas de la electricidad como las ocurridas en España, donde las transnacionales elevaron el precio del fluido hasta en 500 por ciento.
Por otra parte, no sobra señalar que la reforma a la Ley Minera no es suficiente para olvidar la inoperancia de Morena en el campo de las negociaciones políticas. No sólo fue incapaz de ganar votos más allá de los que tiene con el PT, el PVEM y el PES, sino que incluso perdió el de una diputada de la verdulería. Si la política es, sobre todo, negociación, Morena nada más no pudo y, de acuerdo con lo dicho por AMLO, por razones de principios, tampoco iban a competir por la compra de votos. Menos mal.
Lo importante es que el caso está muy lejos de haber sido cerrado. PAN-PRI-PRD seguirán insistiendo en la venta del país y sus recursos, operación que llevan muy avanzada, pues los gobiernos de Salinas, Fox, Calderón y Peña Nieto otorgaron concesiones mineras por 60 por ciento del territorio nacional y favorecieron a las transnacionales de la energía mediante contratos leoninos que le han costado tres billones de pesos a México. Ésa es la pesada herencia de los mercaderes del suelo patrio (y del subsuelo).
Desde luego, no se trata de impedir la participación ni la creatividad de los verdaderos emprendedores. En materia de electricidad, las empresas privadas tienen 46 por ciento del mercado, lo lamentable es que ese porcentaje esté en manos de los corsarios transnacionales, quienes ya compraron tierras, ventajas y conciencias y quieren seguir explotando esa cuantiosa inversión. Habrá que ir reduciendo el despojo.