Ucrania, EU y Centroamérica

Por Humberto Mussachio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 29 de marzo de 2022.- Es plausible la referencia del presidente López Obrador al monto de la ayuda de Estados Unidos para Ucrania, pues es muy superior a lo que debe aportar para los programas de empleo en Centroamérica, los que tienen como finalidad retener a la población en sus países de origen.

 

AMLO contrastó la celeridad con que se resolvió apoyar a Ucrania con el tortuguismo de la burocracia estadunidense, pues desde hace cuatro años ambos países —EU y México— acordaron destinar ciertas cantidades para los países centroamericanos, las que están pendientes de aprobarse en Washington, mientras que nuestro país sí ha cumplido con su cuota.

López Obrador aprovechó el tema para señalar que si aquí tenemos una burocracia que entorpece los procesos, la potencia del norte no canta mal las rancheras: “Hay mucha burocracia también allá, creo que el elefante ése está más grande y más reumático que el de nosotros”, dijo el Presidente mexicano.

Otro punto que abordó el tabasqueño fue la prometida regularización migratoria de los mexicanos que “trabajan y viven honradamente en Estados Unidos”, iniciativa que está retenida o congelada en el Capitolio.

Ya no son los tiempos del Plan Mérida —siguió AMLO—, “cuando Washington donaba a México helicópteros, aviones artillados o equipos bélicos”, pues se canceló ese acuerdo que —agreguemos— abría las puertas a una mayor injerencia del vecino en asuntos internos. Pero en Washington insisten en meter su cuchara donde no deben, como lo hizo el señor Bill Barr, quien apuntó que por acá ya se perdió el control del país, lo que es relativamente cierto, entre otras cosas porque en EU sucede lo mismo en lo referente a las drogas ilegales, lo que representa un problema mayúsculo para las autoridades mexicanas.

Otro flanco lo ofrece la propuesta de México en la ONU para que Rusia detenga sus operaciones militares en Ucrania y permita el ingreso de ayuda humanitaria. El problema está en que la presunta ayuda “humanitaria” suele ser militar, pues como en el caso del Plan Mérida, se aprovecha esa vía para dar salida al exceso de armamento estadunidense, lo que, a su vez, representa un estímulo para elevar la producción de material bélico, poderosísima rama de la economía de esa nación.

Y a propósito de todas estas medidas y críticas, cabe mencionar la iniciativa del Partido del Trabajo para crear en la Cámara de Diputados un Grupo de Amistad México-Rusia, lo que en Washington no verán con buenos ojos ni mejores intenciones, porque en las crisis bélicas todo se reduce a estar a favor o en contra, o al menos así lo ven los halcones de ambos bandos.

Es de celebrarse que el gobierno mexicano no acate en todo y por todo lo que dispone nuestro vecino del norte, aunque las instituciones culturales no muestran mucho entusiasmo por llamar artistas rusos para nuestros escenarios o adquirir y difundir productos culturales del mismo origen. El colega Javier Aranda Luna escribió, recordando las dictaduras sudamericanas de los años setenta, que “nada habríamos ganado vetando a Borges por el dictador Pinochet”, pues el autor de El Aleph se expresó positivamente del matarife chileno.

Aranda agrega que igualmente absurdo sería si dejáramos de leer a Paul Auster debido a “las constantes guerras emprendidas por los expresidentes de Estados Unidos (como) en Irak o en Vietnam”. Lamentablemente, los vetos dictados por Washington y socios contra artistas, espectáculos y otros productos rusos representan uno de los golpes más estúpidos contra la cultura, que es patrimonio del género humano, aunque pretendan olvidarlo.

Por último, resulta indispensable referirse a las ligas del presidente ucraniano con los grupos neonazis. Las grandes agencias informativas omiten de manera sistemática las referencias a los nexos de Volodímir Zelenski con el batallón Azov y otros grupos del mismo tinte, con un largo historial de crímenes originados por su antisemitismo, pese a lo cual el presidente ucraniano ha condecorado a varios de sus líderes. Por si fuera poco, su gobierno y el de Donald Trump fueron los únicos que votaron contra una resolución de la ONU que condenaba el antisemitismo. Si Zelenski, judío, es capaz de traicionar a su comunidad, puede traicionar a cualquiera. Conviene no olvidarlo.

1 comentario
  1. Héctor Moya dice

    Está bien que EE.UU. apoye a los grupos neonazis ucranios y que siga generando golpes de estado en Centroamérica para generar más pobreza (no me acordaba que justamente en Ucrania generó un golpe de estado en 2014). A fin de cuentas los ucranios son cuasi-europeos, cuasi-civilizados (supongo que tendrán alguno que otro McDonalds).

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Easysoftonic