Un país con sed

Por Humberto Musacchio

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 16 de febrero de 2024.- La Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México maneja el programa Cosecha de Lluvia en el que, a la fecha, ha invertido 1,218 millones de pesos en la instalación de 62 mil 700 sistemas de captación de líquido pluvial en nueve alcaldías. Los interesados pueden buscar más información en la página de internet de la Sedema o en programascall@sedema.cdmx.gob.mx.

En medio de la sequía que azota al país, es digno de mencionarse lo anterior, aunque parezca mera publicidad, porque sus resultados deberían difundirse ampliamente. Iván Restrepo, quien sí sabe de este asunto, dice que “hoy se carece de programas de emergencia para aminorar lo más posible lo que nos espera en las ciudades y el sector agrario ante la insuficiencia del preciado elemento”.

El mismo Restrepo señala que en México “todos los cuerpos de agua naturales y los creados por el hombre, así como las 300 principales cuencas hidrográficas, sufren numerosos desajustes ambientales y la sobreexplotación de sus recursos”. Repetidamente, notas periodísticas han mencionado también que esos cuerpos de agua están azolvados desde hace décadas o bien, contaminados por aguas negras o desperdicios industriales, además de que, para paliar la sobreexplotación de los acuíferos, no se cuenta con disposiciones ni interés en su recarga.

 

El líquido disponible, como se sabe, se destina en su mayor parte a la agricultura, la ganadería y la minería, así como a la industria productora de refrescos, cervezas y agua embotellada, sin que, al parecer, exista la normatividad requerida, su aplicación rigurosa ni la indispensable vigilancia para evitar el desperdicio, las tomas clandestinas, el acaparamiento y la corrupción, fenómenos que privan al grueso de la población de un suministro oportuno y suficiente.

Un caso dramático lo ofrece la Zona Metropolitana, que comprende la Ciudad de México y por lo menos 16 municipios del Estado de México, donde 70% del líquido disponible se obtiene de pozos locales y el resto proviene de fuentes lejanas. Es mínimo lo que se reaprovecha mediante tratamiento y, para colmo, 40% del agua disponible se desperdicia por fallas en la red de distribución.

Una de las consecuencias de la extracción que se realiza del subsuelo, cada vez a mayor profundidad, además de la mala calidad del agua, es el pronunciado hundimiento de la Ciudad de México y, por eso mismo, hay quienes advierten sobre una mayor devastación que los sismos producirán en lo futuro.

La amenaza de no contar con agua suficiente se menciona desde hace varias décadas sin que ningún gobierno haya adoptado las medidas necesarias para prevenir una crisis. Por ejemplo, muy de tiempo atrás debió establecerse la obligación de que cada nueva construcción disponga de un mecanismo para captar agua de lluvia y para el reaprovechamiento del líquido, que ahora se va al drenaje, sale hacia el valle del Mezquital y de ahí al río Pánuco. El baño diario es muy estimulante, pero los habitantes de pocos países se dan ese lujo y, en México, no todas las personas disponen del vital elemento para ese fin. Tal vez tengamos que ir pensando en adoptar otras formas de aseo y hasta recurrir al llamado baño francés. Lo anterior parece cosa de broma, pero hacia allá nos encaminamos.

En los hogares, con frecuencia los calentadores están lejos de los grifos, sobre todo de las llaves del baño, por lo cual hay un gran desperdicio en espera de que llegue agua caliente a la regadera, lo que se evitaría con el empleo de regaderas eléctricas, lo mismo que de plataformas que accionan el flujo sólo al estar sobre ellas.

El tipo de hospedaje llamado air b and b (Air bed and breakfast), mismo que el Congreso de la CDMX ha eludido reglamentar, ha incrementado el consumo de agua en algunas zonas de la capital, sin embargo, el mayor consumo per cápita se registra en las alcaldías donde priva la agricultura y, en menor medida, la industria.

Se estima que el suministro del Sistema Cutzamala se reducirá al mínimo o a nada en el mes de agosto y no parece que la temporada de lluvias pueda paliar la sequía. De modo que los gobiernos tendrán que aplicar, desde ahora, medidas rigurosas para evitar el desperdicio. Ya no llegarán a tiempo, pero será una manera de empezar a hacerle frente a una crisis que se repetirá periódicamente.

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