Una despedida “superflua”: ¡Adiós hielo!

Foto: Paul Nicklen

Por Jurgis R.

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 01 de septiembre de 2020.- “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Así inicia el clásico de Gabriel García Márquez. En ese sentido, ese hielo descrito por Gabo, está desapareciendo para nunca volver. Podrán existir los coroneles, pero dentro de poco, la humanidad no sabrá sobre el hielo de los glaciares.

¿A quién le interesaría despedirse del hielo? Bueno, aquí algunas razones para hacerlo y dedicar un mínimo de atención a lo que es —aunque no debería— una noticia superflua hablando tan solo de Groenlandia y dos recientes estudios de la revista Nature (Dynamic ice loss from the Greenland Ice Sheet driven by sustained glacier retreat; Return to rapid ice loss in Greenland and record loss in 2019 detected by the GRACE-FO satellites):

–      El descenso de hielo en Groenlandia ha alcanzado niveles sin precedentes (532 Gigatoneladas en 2019), un derretimiento que se ha acelerado desde el año 2000, llegando a su punto álgido en 2019.

–      La pérdida de hielo anual se ha incrementado en un 14% respecto a décadas pasadas (a partir de 1985), es decir, 60 Gigatoneladas (Gt).  Si esa cantidad no dice mucho para quienes no estamos familiarizados con los datos duros, imaginemos el rascacielos Empire State de Nueva York con 381 metros de altura y 8 mil metros cuadrados de superficie multiplicado por 60 mil millones.

–      Imaginemos esos 60 mil millones de edificios ocupando 480 millones de kilómetros cuadrados (casi 50 veces la superficie de Estados Unidos). Eso es solo el aumento (14% del derretimiento), ya que la cantidad total de hielo derretido se aproxima a 450 Gigatoneladas cada año (en promedio anual a partir de 1985).

 –     El derretimiento ha adelgazado la capa de hielo a niveles irreversibles y también ha significado un aumento promedio de casi un centímetro en el nivel del mar. De los años 2002 a 2005, la capa de hielo se ha reducido 20 metros.

–      Por supuesto que cada año hay reposición de hielo, sin embargo, se estima que dicha reposición alcanzará el 1% de la pérdida, es decir que prácticamente desaparecerán los glaciares de Groenlandia.

Foto: Andreas Weith

Uno de los autores de Nature afirmó que “Groenlandia va a ser el canario en la mina de carbón, y el canario está prácticamente muerto en este momento”. Utilizando el lenguaje de los especialistas significa que, uno de los umbrales de no retorno (cambios irreversibles que provocarán cambios abruptos en el planeta) ha iniciado con el imparable derretimiento del hielo de Groenlandia.

Desde los años 80’s del siglo pasado, científicos como James Hansen advertían sobre el calentamiento del planeta debido a la actividad humana, específicamente por la emisión de dióxido de carbono (CO2). Una de las principales consecuencias, se decía, era el derretimiento del hielo en los polos y glaciares.

Las consecuencias no solo implican la nostalgia sobre el estado sólido del agua, los paisajes de los Andes, el Ártico o el Himalaya. La subida del nivel del mar, la escasez de agua, inundaciones, migraciones masivas, modificación del clima en el resto del planeta y la alteración en las corrientes marinas serán solo el inicio de nueva “normalidad” producto de la actividad humana. Bienvenidas todas las consecuencias y adiós al hielo.

Pero no hay que ser tan dramáticos, la “verdadera” preocupación a nivel global está relacionada a la vida después de la pandemia.

Para qué preocuparse del hielo, si lo realmente “importante”, por poner un ejemplo, es el turismo, actividad tan imprescindible para la supervivencia humana y que casi ha desaparecido, dando paso a lenta pero perceptible recuperación de ciertas áreas del planeta (degradadas por la presencia humana). Nada peor para las benéficas cadenas hoteleras y aerolíneas. La economía y la gente sufre debido a la pandemia, pero no por las muertes, sino por la imposibilidad de ser turista, por no poder quemar combustibles fósiles para transportarse a Europa o algún lugar “exótico” del tercer mundo. ¿Cuándo terminará todo esto?

Otra noticia de extrema importancia no es el derretimiento del hielo del Himalaya, sino la extracción y consumo de recursos fósiles. “Debemos” preocuparnos por no dejar que los chinos o rusos se apropien de las reservas de petróleo en el Ártico.

Como miembros del mundo occidental, “debemos” apoyar la propuesta de Estados Unidos para iniciar la perforación y extracción de petróleo en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico (en Alaska). Con la subasta de los arrendamientos (de área protegida), la perforación podrá iniciar a finales del año 2020 o inicios del 2021.

Este tipo de proyectos son la panacea a la catástrofe económica del presente, ya que de los 100 millones de barriles de petróleo que se producían diariamente antes del COVID-19, ahora es de 80 millones de barriles. ¿Quién se apiadará y subvencionará a las petroleras privadas y nacionales? ¿Quién compensará tan lamentable descenso de aquel líquido viscoso que tantas maravillas produce?

¿A quién le interesa el derretimiento de Groenlandia si no es para extraer los hidrocarburos e inflar los bolsillos de las corporaciones privadas (estadounidenses) y las arcas de los Estados totalitarios (China y Rusia)?

Quizá es demasiado tarde para detener la desaparición de los glaciares, pero estamos a tiempo para dar un giro de 180 grados y detener la emisión de gases efecto invernadero y evitar consecuencias aún más catastróficas, así como para dedicar todos los esfuerzos y contrarrestar nuestras acciones nocivas sobre el planeta.

1984.jurgisrudkus@gmail.com

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