Una familia se construye

Por Paloma Escoto

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 17 de abril de 2022.- Crecemos con la idea de que la familia se hace sólo porque dos se reúnen, el romanticismo al respecto es inevitable pues la propaganda del amor romántico es la más flyeada, consumida y súper deseada. Dejamos de ver las miles de posibilidades de ser “una familia” gracias a los estándares y clases sociales que dictan desde la convivencia hasta el comportamiento individual y colectivo. Perdemos el objetivo y nos quebrantamos a la primera que no funciona o a la primera que no se colorea sobre los bordes sociales ya diseñados.

Vamos sobre la marcha, tendiendo al extravío superficial y caos estructural, nos quedamos sin “base”, solemos  ahuyentar el sueño de formar parte de la primera tribu, solemos evitar construir una familia, tal vez la más real de nuestras vidas por tirria al compromiso.

Vamos por la vida refugiando la existencia más genuina por mostrar la más exhibicionista, esa  que busca aprobación, una aprobación global, con hambre, abrasante, incluyente y al mismo tiempo con su cualidad abrumante por una perfección inexistente.

Hemos llegado a una época en dónde todo lo que se muestra es la cara A, la parte bonita y feliz de todo un paisaje con matices, luces y sombras. Lo cuál me parece no está mal, considerando que la cara B no se ignore, ni se silencie u oprima, o se desvalorice y se bloquee, si bien está genial sentirnos y vernos felices, plenos, también los momentos amargos tienen su regalo, también la oscuridad forma, hacer una familia no es sólo luz. Claro existen los que se cuelgan en el discurso de una revolución de “clases”, una deseada “revolución social” para evadir un compromiso o la responsabilidad que implica el tejer, el construir una familia sana y funcional. Con argumentos cómo “eso del compromiso es cosa de idiotas”, “no hay nada como amar en libertad sin estructuras sociales” cuando en realidad huyen de una responsabilidad afectiva, de una responsabilidad pareja, cuando en realidad traen el repelente contra el compromiso y una inmadurez aguda que se aferra a permanecer en una burbuja de mentiras que al final lo único que existe es un montón de miedo, traumas de la infancia no resueltos, una telaraña de secuelas, etc…

Como si formar una familia no implicará sacrificar algunas cuestiones, como si formar una familia fuera sencillo, simple, casual, la falta de compromiso es la peor forma de reprimir el amor y asfixiar la posibilidad de construir una tribu, la más importante y genuina, asfixiarla en una incertidumbre sin piso ni beneficio. Por supuesto forjamos voluntad en la intención de la construcción familiar, en la educación diaria estamos construyendo a los hombres y mujeres del mañana. El hogar es el semillero de lo que se alimentará el alma el resto de la vida.

Difícil, lo que le sigue. Construir una familia es una odisea cotidiana, un trabajo ha pulso que no deja de ser, no hay descanso,  es asfixiante, se puede jugar a la casita, como la mayoría hacemos en algún momento o como algunas personas, más de una o dos o tres veces y no hay juicio, al azar la educación, al azar la paternidad, al azar la maternidad, al azar la permanencia a conveniencia, ¡que no se fracture la libertad individual!, coño cómo que comparar la libertad individual con la colectiva está de moda como si una impidiera la otra, por el contrario una no es sin la otra y más cuándo hablamos de la construcción de una familia. Suficientemente adultos, suficientemente informados, una gran mayoría, sin implicar por supuesto la conciencia, porque en el conocimiento no viene implícita la conciencia. Si fuera así no habría tanta trampa, si fuera así, no habría tantas familias rotas.

Construir la familia y no el marco de la familia ideal, construir la familia diversa, respetuosa, la familia colaborativa, empática, solidaria, consciente, el equipo equitativo, es tal vez la primera revolución para transformar la realidad colectiva que tanto necesitamos, considero que vamos a marchas forzadas deseando los cambios desde un gobierno o un orden global, por ejemplo y olvidamos que el núcleo se encuentra en dónde reposan nuestras sombras, nuestro hogar, y los y las que habitan este principio de todos, dónde nos tejemos y dónde se tejen nuestros hijos e hijas. A lo largo de mi vida me he dado de topes al darme cuenta que existen muchos faroles en la calle y muchas oscuridades en sus hogares, muchos más discursos y tanta pocas acciones y congruencia en el núcleo.

Tal vez poco sea de su interés la invitación que en esta ocasión vengo a exhortar, la construcción de una familia genuina con todos sus tintes y matices, con todas sus glorias y derrotas, con todas sus dificultades, con todas sus riquezas y con todas sus pobrezas también, con mucha voluntad para mejorar el porvenir y con mucha tenacidad para salvar cada día, hacer posible esta revolución que buscamos, implementando desde casa los cambios urgentes que esta sociedad demanda con pequeños principios y fuertes consecuencias dónde veamos como resultados tanto adentro como afuera.

La construcción de una familia, no es fácil, no es en un instante, formar y construir una familia es quizá la lucha social más importante de nuestras vidas, presiento que de ahí se tejen las respuestas a muchas preguntas, la solución a muchos problemas que hemos estado buscando durante décadas.

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