Periodistas Unidos. Ciudad de México. 31 de enero de 2022.- Hace 13 años más o menos la mitad de mi vida, hice mi primer mudanza, me queda claro que tenía una gran urgencia por transformar mi realidad, huía de temas específicos, los cuáles no quise enfrentar y se me hizo muy fácil tomar el camino que prometía un mejor porvenir, pensaba en dejarlos atrás y recomenzar, era más sencillo, sin embargo se empacaron en la maleta los muy malditos.
Aún no entiendo muy bien cómo logré convencer a mi mamá, más bien, nunca la convencí, no hubo de otra. Llegar por primera vez a una Ciudad tan grande como la Ciudad de México siendo de provincia y siendo menor de edad, parecía ser una locura. Lo fue, la locura que cambió por completo mi vida.
Formulé otra vida de constantes mudanzas oriundas, distintos barrios, algunas mudanzas al mar, aún sigo deseando volver al mar, algún día será mi hogar destino. Después de esta reciente mudanza, tuve tiempo para recordar cada una de mis mudanzas, cada uno de los lugares en los que reposó mi sombra, cada espacio prestado, cada espacio rentado, cada huequito dónde soñó mi alma. Fueron tantos…
Había algo igual en todos los espacios, mi corazón latiendo… Latiendo muchos sueños, ilusiones, esperanzas, si bien no sabía lo que quería, sabía lo que no quería y con el tiempo se reafirmaba.
Esa sensación falsa de comenzar de nuevo, esa nueva oportunidad limitada para volver a intentar cada sueño, esas ilusiones jóvenes de alcanzar siempre, alguna meta. Esos descalabros amorosos, esas fracturas creadas por una conflictiva realidad común, esas puertas fáciles que me regresaban a la misma soledad con la que despertaba todas las mañanas.
Después de algunos años, a los 24 años, me di cuenta que no existía el «volver a empezar», «empezar de cero», siempre se continúa, y no es terrible, continúas sumando, sumando cada paso, cada año, cada experiencia, y no vuelves a ser la misma, mejor o peor es una elección, siempre otra. Cuando me di cuenta de que las oportunidades se construyen, dejé de esperarlas, dejé de intentar pescarlas. Cuando me dí cuenta de que los sueños se hacían reales por tenacidad, disciplina, entrega, dejé de soñar dormida y aprendí a soñar despierta.
Aprendí que toda mudanza trae un mensaje, en el inter se pierden y se encuentran cosas. Aprendí que era mejor dejar sembrado amor en todas sus formas en los lugares en los que vivimos, del mismo modo sembrar amor a los lugares a los que llegamos. Lo más emocionante de una mudanza es el reacomodo, el nuevo orden, el dejar aquello que ya no te sirve y tomar lo nuevo, lo más bonito es sentir el alma emocionada por comenzar el siguiente capítulo, iniciar los nuevos proyectos y vislumbrar los nuevos propósitos. Los detalles son lo más importante también, las cortinas, el espejo, el cuadro o el lugar en el que irá la cama, el reorden de la biblioteca, las plantas que llegan y las plantas que traerás o sembrarás en el nuevo hogar. El hogar de una tiene espíritu, una decide lo que habita, los muros tienen vida, cada espacio habla, cada espacio susurra, una decide que mensajes quiere oír en el hogar de una…
En esta ocasión vuelvo a la ciudad que deje atrás hace 13 años, real, es como si estrenará ciudad, el tiempo pasó, nada es lo mismo aunque ciertos espacios guardan recuerdos y otros secretos y pareciera no haber transcurrido ni un segundo. La ciudad creció, embelleció, está tan guapa, me entusiasma lo que vengo a construir aquí y aunque carezco de red social, no dudo que Sol Venus y yo haremos un bello circuito amoroso y amistoso. Estamos bien paradas tenemos una amplia familia sanguínea que es generosa, valiosa, hermosa y amorosa. Ese es el núcleo social inmediato, me refería a las amistades, descuidé las de la infancia, permanecieron muy pocas. Estamos muy contentas y sabemos que nos comeremos esta ciudad en deliciosos bocados. Le sacaremos jugo de todas las formas, en la parte educativa, en la parte cultural, en la parte social, en la parte gastronómica, en cada paso, en cada estrategia, en cada momento. Tiene mucho que darnos y nosotras mucho que darle.
Lo mejor de las mudanzas es la magia del entusiasmo al desempacar, ordenar, pues en ese instante se desempaca el alma y se ordenan los pensamientos. Prendemos las velas, nuestros inciensos, nuestras luces «navideñas» de todo el año, vamos eligiendo el sitio donde estará nuestro altar de meditación y nos proponemos empezar el yoga y las caminatas por nuestro barrio, de lo más bello, estamos en pleno Centro Histórico. A unos pasos de la cultura, a unos pasos del turismo, a unos pasos de la arquitectura que distingue a la bella Morelia, estamos a unos pasos de las plazas bellas de esta ciudad, de sus fuentes, de sus jardines, a unos pasos del bosque, a unos pasos del mercado, a unos pasos del zoológico, a unos pasos de la naturaleza, entre pasos hacemos una apuesta por una alta calidad de vida que ya se pronuncia con los brazos abiertos.
Les iré contando a pedazos lo que salga de mi para compartir. Está quincena lo dejaré hasta aquí. Nuevamente gracias por leerme, les agradezco mucho que compartan.
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