¿Verdad política o certeza estadística?

Foto: Cuartoscuro

Por Gregorio Ortega

Haber iniciado el último primero de junio -por los caminos del sur- un recorrido nacional con propósitos claramente electorales, no regresará a México a los índices de salud y crecimiento económico que necesita.

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 24 de junio de 2020.- Cuando Javier Wimer me invitó a colaborar con él, sólo me hizo una advertencia: “No mientas, porque la primera mentira te llevará a una segunda y luego a una tercera”. Nadie se lo advirtió al señor de AMLO, presidente de México.

     El aviso anterior lo completó, muchos años después, Alberto Ortega, al proporcionarme su ensayo El descubrimiento de la realidad por la estadística y la geografía, en el cual aparece la necesidad de establecer diferencia entre la certeza absoluta y la certeza moral.

     Así lo aporta: “Su noción de certeza moral (de Jacobo Bernoulli) es un acercamiento al descubrimiento de la realidad distinta a la certeza absoluta que ofrece la matemática. Esta noción estadística establece que algo es moralmente cierto si su probabilidad de ocurrencia, es decir, que sea verdadero, es tan cercana a la certeza absoluta, que la diferencia es prácticamente imperceptible; por lo tanto, la certeza absoluta no puede ser alcanzada, ya que algunos fenómenos dependen de causas completamente desconocidas. ¿Cuáles son entonces los límites de la certeza moral?”

     Supongo que el presidente de la República nunca se ha formulado esa pregunta, y ni siquiera considera establecer diferencias entre lo absoluto y lo moral. Para él, la realidad son los datos concebidos en el esfuerzo de lograr sus propósitos políticos. Carece de importancia distorsionar la percepción de esa parte de la verdad que facilitaría la toma de decisiones correctas al problema preciso, no al supuesto.

     Entonces, cómo entender que el “el INEGI informó en mayo que el Indicador Mensual de la Actividad Industrial (IMAI) disminuyó (-)3.4% en términos reales en marzo de este año, respecto al del mes previo, con base en cifras desestacionalizadas.

     “Por componentes, las Industrias manufactureras cayeron (-)4.8%, la Generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final (-)1.8%, la Construcción (-)1.4% y la Minería descendió (-)0.9% durante el tercer mes de 2020 frente al mes anterior.

     “En su comparación anual, la Producción Industrial retrocedió (-)4.9% en el mes de referencia. Por sectores de actividad económica, la Construcción se redujo (-)7%, las Industrias manufactureras (-)6.4% y la Generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final fue menor en (-)0.5%, en tanto que la Minería se incrementó 1.5 por ciento”.

     La única manera de interpretar lo que realmente sucede en México en el ámbito económico, está en el conocimiento de las cifras aportadas por las encuestas para construir una estadística. Aquí, no le demos vueltas, hay una certeza moral, porque las respuestas bien pudieron ser incididas por distracción, descorazonamiento sobre el futuro inmediato, percepción personal. Pero los números nos indican que efectivamente no estamos requeté bien, y que la economía “atarugada y atemorizada” por el Covid-19, se retrae y posiblemente el anuncio de 8 o 10 por ciento de recesión, en enero de 2021 sea una certeza absoluta, construido sobre nueve meses de certeza moral.

     Haber iniciado el último primero de junio -por los caminos del sur- un recorrido nacional con propósitos claramente electorales, no regresará a México a los índices de salud y crecimiento económico que necesita.

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