¿Washington?
Foto: AFP
Por Teresa Gurza
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 15 de julio de 2020.- Me equivoqué al escribir que Trump maltrataría a López Obrador durante su visita del pasado miércoles 8, a la Casa Blanca.
Sucedió lo contrario, puros elogios y declaraciones de amor; solo faltó que se besaran.
Pero, fue una reunión preparada con miedo.
Ante el temor de algún exabrupto del anfitrión, se omitió todo lo que pudiera causar conflicto.
Contra la costumbre, no entraron fotógrafos a la tradicional toma del encuentro privado y los dos presidentes se limitaron a leer sus discursos sin permitir preguntas.
Falta conocer los términos de lo pactado, si es que eso ocurrió; pero se sabe que no se tocaron temas incómodos.
Según Martha Bárcena, sobrina de AMLO y su embajadora en Estados Unidos, «todo estuvo muy cuidado, se acordó que el único tema fuera el Tratado de Libre Comercio… hubo negociación hasta de qué cosas se podía hablar y de cuáles no; entre éstas, migración seguridad y el muro fronterizo.»
Quedaron pues fuera del teatro que ambos personajes representaron, los asuntos más importantes para México.
Pero como Trump no puede dejar de hacerse el valentón, en la cena ofrecida a López Obrador alardeó:
«Quiero decir que no hablé del muro, me porté muy bien».
Y en esa noche de complacencias, ninguno de los ricos mexicanos presentes -porque el gobierno que pregona que primero son los pobres, invitó solo a millonarios- se sintió ofendido por la burla o se retiró molesto; todos rieron.
Indignidad colectiva que fue parte del numerito y corolario de los excesos de López Obrador, en zalamerías.
Poco duraría el regocijo, a cuatro días de ese festejo y mientras AMLO agradecía otra vez a Trump, ahora en México y por no haber tratado el tema, éste anunciaba que construirá 338 kilómetros más del muro.
Perdón, pero ¿en algún momento en el que haya yo estado distraída, nos convertimos en colonia de Estados Unidos?
¿Entonces por qué agradecer a Trump, que no nos trate como tal?
Increíble también, que el presidente de una nación soberana de las gracias a otro “por no haber tratado de imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía».
El interés tiene pies, decía mi nana Natalia cuando me veía aparecer en su cuarto, para que me diera pinole que traía de su pueblo.
Fue precisamente por el interés de congraciarse con el electorado hispano, que podría aportarle 30 millones de votos, que la bocaza de Trump se llenó de amabilidad.
Las encuestas lo colocan varios puntos abajo del candidato demócrata, Joe Biden, situación que lo obligó a dejar su insultante discurso antimexicano, para hablar bien de los compatriotas; de lo contento que está con ellos y la riqueza que han aportado a Estados Unidos.
Pobres de nosotros: o nos gusta la mala vida o estamos ya medio locos para pretender que a López Obrador le fue bien, solo porque Trump no lo pateó.
Coincido con el Templo Mayor, del periódico Reforma; es triste, que “el mayor logro de la visita de Andrés Manuel López Obrador a Washington, sea no haber recibido -al menos públicamente- un regaño, una grosería o un franco descontón, de parte de Donald Trump. PERO más allá del bat de beisbol que le regaló Trump, López Obrador no trae nada en la maleta.”
Exacto, la trajo vacía; pero la llevó repleta de elogios y de tantas ansias de quedar bien con su “amigo”, que fue capaz de hablar con cordura y leer de corrido.
Le aconsejo aprovechar su buena racha, para tomar unas clases de Gramática; porque el manuscrito de gratitud que dirigió al personal la embajada, está plagado de faltas de ortografía.
AMLO ignora los usos de la coma, mayúsculas, acentos y puntos; y no sabe siquiera, deletrear el nombre Washington; que tuvo que ver escrito varias veces, puesto que en esa ciudad se encontraba y al que le endilga una g final.
Me dio risa que el mismo día que en El Universal salió ese mensaje, haya publicado un artículo de Ann-Christin Herbe, para la Deustch Weelle, sobre un experimento que demuestra que los monos, son capaces de aprender gramática.
Resulta que un grupo de científicos de las universidades de California, Harvard y la Carnegie Mellon, descubrieron que niños tsimanes nativos de la región amazónica de Bolivia, obtuvieron resultados similares que los changos macacos, en pruebas gramaticales.
Y que papiones y bonobos, tienen el mismo nivel intelectual de niños estadounidenses en edad preescolar y son capaces de entender estructuras y detectar errores intencionales, que requieren pensar; habilidades que se suponía, eran solo humanas.