Xóchitl Gálvez la espina en el zapato de AMLO y sus corcholatas

Por Manuel Aguilar Mora

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 13 de julio de 2023.- Como era predecible en esta época de gran incertidumbre que ha prevalecido en los últimos años tanto al nivel internacional como nacional, hoy estamos presenciando en la escena política mexicana pasmosos y acelerados cambios que señalan un horizonte de conflictos, choques, acontecimientos imprevisibles y una completa ausencia de certezas tajantes. Muchas cosas pueden ser posibles que ni de lejos podemos imaginar.

En menos de un mes el tablero político mexicano ha experimentado cambios colosales que desafían las explicaciones e interpretaciones rutinarias. La conversación predominante en la escena política era evidente y parecía contundente. Morena, el partido gobernante con las seis “corcholatas” (Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco) designadas para elegir entre ellas a quien va a sucederlo en septiembre u octubre próximos por el mismo jefe máximo, Andrés Manuel López Obrador (Amlo) tenía garantizado su triunfo en las elecciones presidenciales de junio de 2024. No más.

La erupción de Xóchitl Gálvez

El 12 de junio un acontecimiento aparentemente sin grandes consecuencias, de hecho, detonó el cambio radical de las condiciones políticas prevalecientes. Ese día Xóchitl Gálvez, una senadora panista aguerrida y gritona se presentó al Palacio Nacional para participar en la mañanera de ese día y ejercer el derecho de réplica que un juez le había concedido para enfrentar al presidente de la República y demostrarle en el mismo sitio que él había mentido cuando declaró que ella, la senadora Gálvez era contraria a las ayudas asistenciales en efectivo concedidas por los programas obradoristas a los adultos mayores, a los jóvenes y los estudiantes de educación media y superior.

El acto escenificado por Xóchitl Gálvez durante una hora frente a las cámaras y los periodistas que atestiguaban como los portones del Palacio Nacional permanecían cerrados, como es tradicional que permanezcan para las organizaciones de trabajadores, aunque no para los ricachones. A pesar de los constantes toquidos de la astuta senadora no se abrieron. El acto repercutió de inmediato y se hizo viral en las redes. Había surgido una personalidad atrevida y sin complejos que desafiaba al amo y señor de las discusiones y peroratas políticas mañaneras. Ese mismo día la senadora Xóchitl que el frente opositor al obradorismo la consideraba como su posible candidata a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, la segunda posición política en importancia del país, se catapultó como la mejor propuesta para competir como la candidata de la oposición a la presidencia de la República. Ante la cascada de apoyos y convocatorias que le pedían que se declarara precandidata presidencial quince días transcurrieron para que aceptara y se convirtiera de inmediato en la posible candidata mejor colocada de la oposición para 2024, superando con creces en popularidad a los otros precandidatos, dirigentes partidarios tradicionales ya en la fila de aspirantes como Santiago Creel del PAN o Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid del PRI.

Amlo a la defensiva

De inmediato Amlo reaccionó y durante varios días se ha dedicado en sus mañaneras a atacar a la senadora y de hecho colocarla él mismo como la opositora más importante a su movimiento.

Por ejemplo, en una de las mañaneras mostrando una caricatura en la que Xóchitl era dibujada como una criatura de los personajes derechistas más conspicuos (Salinas de Gortari, Diego Fernández, los dirigentes del PAN, PRI y PRD, entre otros) Amlo afirmaba: “Están inflando a la señora Xóchitl y es querer engañar. Ellos suponen que, si nació en un pueblo, va a tener el apoyo del pueblo, pero en realidad es parte de ellos, no del pueblo; ella forma parte de los conservadores, desde luego no es los de arriba [sic], pero es parte del mismo agrupamiento. En el grupo conservador hay nivelitos”. Y añadió que es por eso que varios aspirantes a la candidatura de la oposición decidieron declinar y no formar parte del proceso de elección que se inició el martes 4 de julio. «Los que ya se dieron cuenta decidieron renunciar. Salió Lilly Téllez, el de la Coparmex, Alejandro Murat, Mauricio Vila, Claudia Ruiz Massieu. Lo que va a ser interesante es qué actitud va a asumir Santiago Creel”, declaró. (La Jornada, 04.07.2023).

La controversia se despliega y profundiza tocando a sectores obradoristas que no pueden dejar de preguntarse como el propio Amlo ha contribuido tan torpemente en la fabricación de este Frankenstein electoral anti-Peje. Pero el problema no se reduce sólo a la conducta del presidente que bien puede ser considerada como un acto de gran torpeza política al haberse negado a recibirla y confrontarla en su propia sesión mañanera. No, el asunto va más allá. Se trata de la situación del propio gobierno, de sus pobrísimos resultados en materia de seguridad pública, sin duda el problema número uno al nivel nacional (¡ya son 160 mil los homicidios dolosos por enfrentamientos con delincuentes, superando a las cifras de Calderón y Peña Nieto!), escándalos de corrupción que superan también los de los gobiernos anteriores, del desastre sin solución de los servicios médicos públicos (carencia de médicos y de medicinas, pésimas condiciones de la infraestructura de los hospitales y las clínicas), de un tren metropolitano de la Ciudad de México que sigue descuidado y sin reconstruir en su Línea 12 colapsada desde hace dos años, de un caos inmigratorio creciente, etc. Tal vez en realidad la explicación de esta aparente torpeza política de Amlo sea que consideró que los riesgos de un cara a cara con la respondona Xóchitl Gálvez hubieran sido peores, posiblemente devastadores para su popularidad.

De hecho observando con detenimiento, la explosión mediática de la xochitlmania que inunda en estos días los medios se puede entender, en gran medida como la reacción natural a los cinco años de propaganda demagógica y sin descanso del obradorismo, con las mañaneras del presidente en primerísimo lugar. Para no ir muy lejos las elecciones de principios de junio pasado en los estados de México y Coahuila nos dan un buen indicador de ese desgaste político del obradorismo en el poder. Su importante victoria en el Edomex, el estado más grande de la República, bastión del priismo durante el siglo XX, fue sólo de ocho puntos de diferencia y no de los veinte que los morenistas esperaban sería con respecto a la opción opositora. Y en Coahuila, el otro estado en que hubo elecciones el resultado fue exactamente a la inversa. Morena sufrió una aplastante derrota con 30 puntos de diferencia con respecto a la candidatura priista triunfante. Ciertamente Coahuila con una población de poco más de tres millones de habitantes tiene una importancia electoral menor a la del Edomex, pero la victoria de la oposición en este estado es preocupante para el obradorismo, pues es parte del vasto norte fronterizo con Estados Unidos que con sus seis estados a los que se pueden agregar los vecinos directos Sinaloa y Durango abarcan una población de más de 30 millones de habitantes entre los cuales la penetración obradorista es mucho menos profunda que en los estados del centro y el sur del país.

Resumiendo, la irrupción intempestiva de Xóchitl se inscribe en un contexto de descontento y polarización creciente existente en el país. Fue la senadora panista la que surgió como la personalidad que concentró esa necesidad que la esterilidad, el desprestigio y la carencia de imaginación prevalecientes en la oposición, descendiente de lo que fue el Prian no pudieron crear. Ahora les toca manejar la situación incomoda que representa una figura periférica a los aparatos partidarios, que sin embargo se suicidarían si no aprovecharan lo que ella representa como impulso de renovación de un establishment decadente y corrupto.

La incongruencia obradorista

Lo que parecía la cuadratura del círculo para la oposición fue de modo intempestivo resuelto con la irrupción de la senadora Gálvez como la posible mejor candidata requerida para disputarle a cualquiera de las seis “corcholatas” de Morena que resulte triunfante de la campaña actual que han emprendido para conquistar la candidatura presidencial que “garantice la continuidad de la Cuarta Transformación” según reza el discurso obradorista. Y ahora es en el campo oficialista en donde la situación aparece más confusa y desgastante en los próximos meses debido al barroquismo diseñado por Amlo para que, finalmente, sea él quien decida quién será su sucesor o sucesora en septiembre u octubre próximos.

Uno de los periodistas más conocedores de los altos círculos del poder nacional tanto en su vertiente política como económica, inclinado más que opuesto al obradorismo lo ha dicho de modo contundente. La confrontación entre López Obrador y Xóchitl “por donde se le mire […] tendrá que abandonar[la]” el presidente. “Por lo pronto, ha conseguido que en lugar de tener un rival tan a modo como Santiago Creel para la batalla final de la sucesión, enfrente ahora a una posible candidata con perspectivas imprevisibles. Un tanque de oxígeno para una derecha que se encontraba en estado catatónico”. (Jorge Zepeda Patterson, Milenio, 06.07.2023).

Los acontecimientos han descuadrado al discurso de las mañaneras de Amlo, le han quitado verosimilitud a sus acusaciones. Un personaje proveniente de una de las regiones más pobres del país, el valle del Mezquital, miembro de una familia humilde como hay millones en las que un padre alcohólico es golpeador de su mujer, que debe hacer sacrificios inmensos para salir de su asfixiante medio de pobreza para dotarse de una educación superior en una cabaña de laminas en Iztapalapa para ingresar a la UNAM y allí ampliar sus horizontes como integrante de un estudiantado universitario de los años setentas y ochentas en el cual proliferaban los grupos radicales de izquierda. Es allí en 1980-82 cuando como cientos, miles de jóvenes muchachas estudiantes participa de los inicios del movimiento feminista mexicano contemporáneo y apoya a la ejemplar e inteligente luchadora que fue Rosario Ibarra, postulada por el PRT y otros grupos trotskistas como la primera mujer mexicana a la presidencia de la República. ¿Como puede la propaganda obradorista calificar a esta mujer, como lo hace Amlo, de “derechista”? Dice él, de modo incongruente, que sus patrocinadores “suponen que, si nació en un pueblo, va a tener el apoyo del pueblo, pero en realidad es parte de ellos, no del pueblo; ella forma parte de los conservadores, desde luego no es los de arriba [sic], pero es parte del mismo agrupamiento”. La incongruencia de la argumentación es manifiesta.

Acaso no es más derechista y peligrosa la actitud de Amlo y sus seguidores en las cámaras legislativas del Congreso que han decidido desaparecer el Instituto Nacional para el Acceso a la Información (INAI) para que prevalezca la más descarada ambición y codicia en las negociaciones financieras y comerciales del gobierno en sus proyectos faraónicos del tren maya y la refinería de Dos Bocas en Tabasco, para nombrar los más destacados. ¿No son reaccionarias y corruptas las intenciones de Amlo y sus seguidores que para no rendir cuentas están intentando  desaparecer el INAI y así imponer la opacidad y falta de transparencia de los asuntos financieros e inversiones gubernamentales al dar completa libertad para que el gobierno sea juez y parte en todos estos asuntos?

¿No es derechista y reaccionario intentar restaurar el priato, el régimen político de partido único de facto, imponiendo un estatuto institucional de desaparición de los tres poderes, para que el poder ejecutivo domine y subordine a los poderes legislativo y judicial, como manifiestamente intenta hacer Amlo y sus seguidores de Morena?

¿No es del todo reaccionario el proyecto obradorista que intenta resucitar la jefatura máxima en la que atrás de la silla presidencial se mantenga un poder meta constitucional encarnado en el caudillo instalado en su rancho de La Chingada en Chiapas?

Todo el discurso obradorista que se ha desencadenado contra el estallido de los xochitllovers es profundamente machista, reaccionario, racista y misógino. En su mañanera de ayer Amlo se rebajó a niveles verdaderamente abyectos, maltratando crudamente, insultando majaderamente a la senadora, burlándose de sus orígenes humildes de vendedora de tamales en su pueblo rural cuando era una jovencita. En forma grotesca supuestamente imitando a una vendedora de tamales berreó “¡Tamales!¡Tamaaaales!” No tardaron minutos para que en un Twitter Xótchil le contestara. “Sí, no me avergüenzo de haber vendido tamales con mi tía Manuela. Es un trabajo decente mejor que darle atole con el dedo al pueblo todas las mañanas”. Por supuesto la escena se ha hecho viral y ha acentuado la polarización profunda que anuncia tormentas tronantes.

Las perspectivas cruciales

La explosión mediática de popularidad colosal que se está viviendo por el entusiasmo colectivo de amplísimos sectores de la población que han interpretado la irrupción de Xótchil como la posibilidad de la existencia de una candidatura presidencial diferente a la oficialista plantea problemas cruciales a las fuerzas políticas. Los partidos tradicionales están siendo impactados y sacudidos. El PRI experimentó hace unos días una ruptura de más de 300 cuadros partidistas que incluyeron a dos senadores y dos senadoras. En el Movimiento Ciudadano también crujen sus estructuras. El PAN que es el más afectado por el hecho que su candidato Santiago Creel (quien hasta lloró cuando se inscribió como candidato), estaba acordado por los otros partidos de la coalición opositora como el que sería electo como el presidenciable ve sus planes por completo impactados por la erupción de Xóchitl, formalmente miembro panista pero realmente del todo periférica al grupo dirigente.

Los sectores socialistas y revolucionarios debemos mantener una postura firme que ponga los intereses independientes, democráticos, revolucionarios, feministas e internacionalistas de los trabajadores y sus aliados explotados y oprimidos por encima de la coyuntura concreta que atravesamos. Ciertamente para esa causa de los trabajadores es una tarea vital oponernos, frustrar, derrotar el proyecto obradorista de elegir al presidente de la República y lograr una mayoría calificada en las cámaras de diputados y senadores para reformar la Constitución e imponer un régimen de partido único de facto, una dictadura pues.

Pero los dos bloques en pugna por el botín del Estado son burgueses y defienden al capitalismo, cada uno de acuerdo con sus intereses particulares que no son de los trabajadores. No somos neutrales en la confrontación, pues consideramos que nuestra lucha se desarrollará más firme y rápidamente en democracia que en una dictadura, pero nuestra postura debe encaminarse a proponer un verdadero programa que incida en la resolución de las necesidades y objetivos de los trabajadores, de todas las fuerzas proletarias. Que busque la movilización masiva, la promueva, la organice en las calles, en las fábricas, en las escuelas y universidades, en el campo y las ciudades como el método sin igual para la manifestación de las luchas populares. Seremos campeones de la unidad de las fuerzas democráticas y socialistas y lucharemos por la posibilidad que dicha unidad se exprese al nivel electoral, del que hoy estamos ausentes.

A corto y mediano plazo esta debe ser una tarea prioritaria, luchar por la unión posible de fuerzas y agrupaciones socialistas, democráticas y revolucionarias para la forja de un frente alternativo a los bloques electorales burgueses en las elecciones de 2024.

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