AP. Santiago de Chile. 23 de diciembre de 2021.- Yumbel Góngora, una artista del tatuaje en Chile, entró en contacto con Gabriel Boric, entonces un líder estudiantil, por casualidad.
Platicarían sobre el diseño del que sería el primer tatuaje visible que se estamparía Boric: una franja en su muñeca con las islas del estrecho de Magallanes y Tierra de Fuego. Sin embargo, la idea no se concretó de inmediato.
La artista mantuvo el contacto con el que poco después se convertiría en diputado electo en 2014 y le diseñó su primer tatuaje de gran tamaño, escondido en su hombro derecho, que representa el mapa de Magallanes, sin saber que años después Boric se convertiría en el presidente electo del país sudamericano.
Boric, un izquierdista de 35 años de edad y quien derrotó el domingo al ultraderechista José Antonio Kast en la segunda vuelta de la liza presidencial, tiene cuatro tatuajes y todos vinculados a la región más austral del mundo —Magallanes— de la que es oriundo. Impondrá su sello como un joven líder con tatuajes visibles, algo llamativo y al parecer único en un presidente latinoamericano.
Y la mayoría, diseñados por Góngora.
“Todos sus tatuajes giran en torno a su región de origen”, destacó a The Associated Press Góngora. “Es importante para una persona nunca olvidarte de dónde vienes… eso siempre te mantiene con la vista enfocada a dónde están las cosas importantes, no dejarte llevar por la fama”.
Boric arrasó con el voto joven y urbano, y para Góngora el presidente electo representa una mezcla entre urbanismo con identidad regional, que marca su carácter, humildad y accesibilidad.
Góngora dice que encuentra en el tatuaje la mejor forma de expresarse como artista visual. Aseguró que estudió durante meses mapas antiguos de esa región en los confines del mundo para ese primer diseño del tatuaje del ahora presidente electo.
“Con Gabriel siempre es un poquito más largo que con otros cliente por el tema de su tiempo, entonces como que a veces empezamos a hablar aquí, pero revisamos acá el boceto y después hacemos el tatuaje como con meses de distancia”, afirmó. “Lo encuentro un ‘cabro’ normal, no sentí que estaba con alguien como famoso, es alguien ‘tranqui’, sencillo, conversamos de muchas cosas pero hace mucho tiempo de eso”.
Góngora volvió a hacerle otros dos tatuajes más, una lenga magallánica, un árbol que en ese lado del mundo está mecido por los fuertes vientos del lugar, en su clavícula, y el faro de su brazo izquierdo, muy fotografiado.
Hizo varios bocetos para ese faro, que desde los confines del planeta sigue ofreciendo su luz y que se convirtió en una especie de emblema en la vida de Boric, cuando atravesaba una depresión personal de la que habló y por la que fue criticado durante el primer tramo de la campaña.
Góngora aseguró que el presidente electo le habló de ese símbolo que apareció en uno de sus sueños. “Un faro que ilumina en una isla desierta”, dijo la tatuadora, quien estudió artes visuales en la Universidad de Chile.
El estudio de Góngora está lleno de dibujos delicados de distintos signos, en un espacio cuidado y abierto a la diversidad sexual, lleno de referencias combativas y feministas.
“He tratado de hacer de mi estudio, mi taller, un lugar político, seguro, para las mujeres, disidencias”, explicó Góngora, cuyo pelo combina el negro azabache con distintos tonos de verde y cuyo cuerpo se encuentra salpicado por decenas de tatuajes armónicos. “He votado desde hace poco en mi vida”, apuntando a que “las esperanzas de todos están puestas en lo que pueda hacer Gabriel con su equipo en este momento”.
Góngora se define como una “anarcofeminista” y que por eso dice que durante mucho tiempo no ejerció su derecho a voto. Hasta que vio que esa acción podía ser contraproducente. “Ya empecé a votar cuando (el actual presidente Sebastián) Piñera se tiró por segunda vez y dije esto no puede ser, esto no puede ser, me está saliendo el tiro por la culata”.
Góngora también fue de las personas que se sintió decepcionada cuando el actual presidente electo firmó el acuerdo de paz del 15 de noviembre de 2019, que supuso una salida institucional a la revuelta social de octubre de ese año. Dijo que como muchos, en entonces, se sintió traicionada por Boric, cuya decisión fue muy criticada y supuso la renuncia de muchos de los miembros de su partido.
“Al final estás como entregando a un grupo de gente que está luchando en la calle para hacer un acuerdo con los poderes”, explicó. Los que lucharon en la calle, “la mayoría, actualmente sigue presa, y no ha habido justicia, no ha habido reparación, no ha habido nada. Hay un montón de víctimas, también de la represión; las víctimas del trauma ocular, hay un montón de daño” que no ha sido reparado, agregó.
“Claramente ahora se apuesta porque bueno, Boric haga lo que tiene que hacer y que con esto se pueda seguir avanzando en este proceso de hacer de poquito un país mejor”, dijo, sonriendo.
En su carpeta guarda un boceto de un quinto tatuaje para el nuevo presidente, acordado hace tiempo. No sabe si la estética más rockera y descuidada que lo caracterizó y que tuvo que abandonar en esta etapa más formal de su vida como principal figura política del país, le permitirá que ese proyecto pueda concretarse.