Sergio Ramírez: Ortega puede durar “algún tiempo, pero caerá”
AFP. Madrid, España. 14 de septiembre de 2021.- El escritor nicaragüense Sergio Ramírez teme que la caída del presidente Daniel Ortega llegue tarde para él, pero asegura que las revueltas estudiantiles de 2018 dejaron herido a su antiguo camarada sandinista y «caerá», explicó a la AFP en una entrevista en Madrid.
Ramírez, de 78 años, Premio Cervantes 1997, es objeto desde la semana pasada de una orden de detención por actos que “incitan al odio” y por “conspirar” contra la soberanía, que hace que no se plantee volver al país.
El escritor, que fue vicepresidente de Ortega en su primer mandato (1985-1990), cree que la causa de la orden de detención no es otra que su última novela, “Tongolele no sabía bailar”, que vino a presentar a Madrid.
La novela, última entrega de su detective literario, el inspector Dolores Morales, está ambientada en las revueltas estudiantiles de 2018, que se saldaron con más de 300 muertos, según la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos).
Pregunta: ¿Qué trascendencia tuvieron los hechos de 2018 para el país y para el gobierno?
Respuesta: “Cambiaron la historia de Nicaragua, cambiaron la suerte de la dictadura también. Ortega aparentemente está muy fuerte, pero los hechos del 2018 fueron para él un tiro al codillo. Podrá correr todavía algún tiempo, pero caerá”.
P: Las escenas de torturas y maltratos de su novela, ¿están inspiradas en hechos reales?
R: “Son hechos reales todo, pero lo que decidí es que, en lugar de escribir crónicas sobre estos hechos, meterlos dentro del contexto de una novela. Me parece que sobreviven mejor en el contexto de una novela. Las novelas se leen a más largo plazo, son menos perecederas, y dentro de 10 o 15 años un lector se va a encontrar lo que fue la terrible Nicaragua del año 2018”.
P: ¿Qué sentimientos personales le despierta Ortega?
R: “Es un dictador, independientemente de que lo haya conocido o no. El hecho importante es que Nicaragua es una dictadura, y él y su esposa [Rosario Murillo] están a la cabeza. A mí lo que me interesa en este momento es eso”.
P: ¿Y cómo es como persona?
R: “No lo sé, yo tengo muchos años de no verlo, yo conozco a un Daniel Ortega de los años de la Revolución, que ya son muy lejanos. Pero hoy en día, al que veo actual, es una persona que reprime sin ninguna consideración. Más aún a la gente con la cual tiene deudas morales, como el comandante Hugo Torres, que lo liberó de la cárcel en una acción guerrillera y está preso en unas condiciones muy precarias. O la comandante Dora María Téllez, que también es una heroína de la lucha sandinista, está presa.
Pero junto a ellos están presos gentes de otras ideologías, de otras posiciones políticas. Gente muy importante para el país. Yo creo que en ninguna cárcel del mundo hay tantos doctores y con grados de maestría de la Universidad de Yale, Harvard, como ahora en las cárceles de Nicaragua”.
P: ¿Cree usted que podrá volver al país? ¿Qué condiciones deberían darse?
R. “Por el momento no veo ninguna posibilidad. En Nicaragua tenemos un sistema represivo muy enraizado en las estructuras del Estado, en donde, desde la cúpula del poder, todo se maneja a través de operadores, no hay instituciones independientes.
No es cierto que uno va a recurrir ante un juez y obtener un amparo. Los jueces son operadores del poder. Y si no lo fueran, no estarían allí. Los fiscales son operadores del poder. La policía, el ejército… hasta las autoridades de finanzas, de comercio, que reprimen a los comerciantes malportados y les imponen castigos fiscales.
Todo depende de una sola voluntad, de manera que ese sistema, tal y como está articulado, tendría que varear [cambiar] o desaparecer para pensar que yo pudiera sentirme seguro como para vivir dentro de Nicaragua y no caer en ninguna trampa, de que me dejaran entrar y después me fueran a reprimir”.
P: ¿Y cree que el sistema desaparecerá?
R: “Sí, claro. Mi abuela decía que no hay nada eterno. Un régimen político es como un organismo vivo: nace, crece, muere. No hay nada eterno. Los gobernantes de Nicaragua, los dictadores, son gente ya mayor, ¿no? [ndlr.: Ortega tiene 75 años]. Ahora, la gran pregunta es si yo en el tiempo de vida veré ese cambio, que eso se vuelve muy dramático si uno se pone a pensarlo. Pero que el cambio se va a dar, no me cabe ninguna duda”.