El día que hablaron sobre los desaparecidos en Durango

Por Gilberto Lastra para el proyecto A dónde van los desaparecidos

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 04 de mayo de 2022.- Familiares colocaron fichas de búsqueda impresas en lonas sobre el piso de  la Plaza de Armas de Durango capital, una ciudad en el norte de México donde no se hablaba de desaparecidos hasta ese 28 de abril. 

Los rostros de Thania Sánchez y Efrén Martínez, se conocieron por primera vez para los duranguenses, ambos sin ser localizados desde 2012. También el de José Eleazar Ramírez, sin paradero desde el 20 de junio de 2021.  

Suena un grupo musical para llamar la atención de los transeúntes y se acerquen a ver las mantas y hacer memoria si han visto a alguien en las fotografías. Linmara Batres, hermana de Cruz, a quien busca desde 2012, regala paletas con una leyenda breve pegada en un papel: “¿Reconoces alguno? Y los números de contacto de la Caravana Internacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, nacida en una zona industrial y metropolitana en medio del desierto, frontera entre Durango y Coahuila. Aunque no hay agua se le conoce como La Laguna.

Cada una de las mantas en su lugar fijada con cinta transparente. Los buscadores entonces fueron abordados con timidez, en Durango la desaparición era un rumor del viento desde los primeros años de violencia armada durante 2007. Los secretos familiares se disiparon por la llegada de la caravana.

Buscadores de varios estados compartieron información y fotografías para ampliar el espectro de visibilidad de sus ausentes. Fotografía: Gilberto Lastra

El primer intento para organizarse fue en 2009, por las esposas de agentes de la entonces Dirección Estatal de Investigación, pero esa brasa fue apagada con rapidez. Con el paso de los años, de varios estados de la República arribaron a  presionar a autoridades duranguenses para que les mostraran los archivos. Los colectivos se formaron en Sinaloa y Coahuila durante las oleadas de violencia y persisten. En Durango nada sucedió. 

Con una hoja blanca, Concepción Hernández  muestra la cara de su hijo César Rodríguez,  de quien sigue sin saber su destino desde 2008, en el mes de agosto cuando salió a buscar a un mecánico para reparar el taxi de la familia, y no se supo más. 

Ella preguntó a los canales de televisión y las redes sociales de los periódicos locales cuándo arribaría la marcha de la Caravana Internacional de Búsqueda de Desaparecidos para asesorarse y la ayuden a encontrarlo. 

Recordó que sólo pasaron tres días desde la ausencia de César para levantar la denuncia por desaparición, pero 14 años después no hay avances en la investigación.

Concepción dijo renunciar a la justicia si devuelven a su hijo, o si son sus restos, le hagan saber dónde están para darle sepultura.

Una chica con su hijo entregó una pequeña ficha de Sabuesas Guerreras, un colectivo sinaloense, con el rostro a blanco y negro de Humberto Martínez Mesa, desaparecido desde 1977 en Culiacán, a dos mujeres de la caravana. Les pidió difundirla en su travesía por México. Luego intercambiaron números de teléfono para mantener comunicación luego de su regreso a La Laguna.  

Terminaron la plática y se escuchó la inocente pregunta del niño: “¿por qué no los encuentran?” La joven no supo qué responder. 

Las miradas de los duranguenses decididos a hacer visible la desaparición de un familiar, se acercaron a Julio Sánchez, padre de Thania. Fueron 18 familias dispuestas comenzar la búsqueda, aunque en Durango son 751 denuncias ante el Registro Nacional de Personas Desaparecidas o no Localizadas (RNPDNL). Él es organizador de las ocho emisiones anteriores de la caravana. Un hombre canoso por la travesía y con pausa al hablar, como una estrategia de lenguaje preciso para convencer a los reos en las cárceles, y fijen su vista en los rostros de las mantas al entrar a los patios, donde esperan que se detenga alguno frente a la ficha de búsqueda y faciliten información. 

La marcha fue el cierre de la jornada de búsqueda, que a decir del mismo don Julio, tres días antes encontraron cinco posibles positivos en el archivo de la Fiscalía General del Estado. La imágenes estaban impresas en hojas de papel y carecían de nitidez, y los detalles no eran óptimos para saber si los restos son de un no localizado está bajo resguardo del Gobierno de Durango. Al final, regresarán cuando se digitalicen los archivos y sean legibles. Al menos eso acordaron con el personal de la Fiscalía.

La marcha fue acompañada por grupos feministas. Fotografía: Gilberto Lastra

El 11 de abril de 2011 halló la Policía Federal fosas clandestinas y en solo dos años encontraron 383 cuerpos, y hasta 2019 no se habían identificado a 259. La Fiscalía General reconoció más de 500 cuerpos sin identificar durante la última década. 

Ese martes, aparcó el camión sobre la lateral del bulevar Dolores del Río, los integrantes de la caravana regresaron al albergue de la ciudad. Algunos salieron a comprar viandas a una tienda en la esquina. Otros se distribuyeron entre los cuatros compartidos con gente de paso para ser atendidos en hospitales de la ciudad. 

Los buscadores platicaban entre ellos hasta que los venciera el sueño. No desean enfrentar el silencio donde se agolpan las imágenes de sus seres queridos: todas las posibilidades de su destino. Y más luego de revisar el archivo. 

En una banca, Julio Sánchez y Lidia Pico, viuda colombiana que sacó a sus hijos adelante y viajaron a México para trabajar, conversaban.  Para ella, como madre de Marcos desaparecido desde el 8 de febrero de 2018 en Chihuahua, estar en Durango para revisar el archivo fue una forma nueva de dolor. “Se me salía el alma de pensar siquiera en ver un dedo que reconociera de mi hijo”.  

Narró el momento de inspeccionar cada una de las fojas, cuando imaginaba el sufrimiento de los demás buscadores detrás suyo, con más años en el viaje de rastrear en las fichas de cada uno de los cuerpos resguardados en México.

Duranguenes con casos de desaparición desde hace más de una década por fin salieron a manifestarse. Fotografía: Gilberto Lastra

Luego Julio Sánchez, recordó que el miércoles, la caravana estuvo en el Centro de Reinserción Social Nº1, pero solamente les permitieron revisar las fotografías de los presos. 

Agradeció las atenciones del personal del Sistema Penitenciario, pero no fue de gran utilidad. Ingresar a los patios de la cárcel para convencer a los reos sobre lo importante de su testimonio, ayuda a reducir distancias en la búsqueda porque  ofrecen datos concretos de ciudades y personas a quien consultar, y trasladarse al lugar con pistas sobre el paradero de alguien a quien buscan. 

Con esa parsimonia,  don Julio despidió a los jóvenes que se acercaron a pedir ayuda, y se fueron hacia la calle 5 de febrero observando a los integrantes de la caravana, como reconociendo lo venidero. 

La marcha terminó. Despegaron las mantas y con cuidado las doblaron.  El panorama cambió, la imagen de los buscadores ahí sigue, aunque se han ido. Los desaparecidos están presentes. 

***

*Gilberto Lastra es reportero y colabora en el proyecto A dónde van los desaparecidos.  Avecindado en Durango, es corresponsal y trabaja para una canal de televisión.

 

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