Escuela de la frontera EEUU-México desafía los estereotipos

Foto: Melina Zuniga / Cronkite News

Por Ryan Clarke

AP. Phoenix, Estados Unidos. 26 de abril de 2018.- Esta es una de esas ciudades fronterizas que uno pasa de largo generalmente. Está escondida entre una frondosa vegetación, cactus y lomas, junto a la ruta interestatal 19, al norte de la frontera con México y al esta de un parque nacional que sigue siendo un transitado corredor usado por migrantes y traficantes de drogas.

Río Rico parece un sitio donde no pasa nada. No es una ciudad de la frontera peligrosa y anárquica. Al recorrerla se escucha la risa de los estudiantes que juegan en los recesos. Abundan los barrios tranquilos con restaurantes y supermercados manejados por familias.

Esta ciudad de 19.000 habitantes tiene una escuela secundaria. Casi la totalidad de sus 1.100 estudiantes nacieron en México o son hijos de mexicanos. Pero eso no es lo que la distingue. La Río Rico High ha ganado nueve campeonatos estatales de cross country y otras pruebas de atletismo desde el 2000 y 86 medallas de oro individuales en competencias estatales.

Es un logro tan impactante que los técnicos rivales a menudo se preguntan qué tiene el agua que beben los Hawks de Río Rico.

Stephen Schadler se ríe cuando le preguntan eso. Ex corredor de la Stanford University, hoy es técnico de atletismo en Río Rico y subdirector del distrito escolar. El trabajo de un técnico aquí requiere ignorar las cosas que se dicen, sobre todo en estos días, en que se habla tanto de las ciudades de la frontera y se da solo una versión de los hechos. Mucha gente no sabe lo que es vivir en una ciudad de la frontera y la perspectiva que tiene acerca del lugar, de los estudiantes y de lo que son capaces, a menudo depende del retorcido debate en torno a la inmigración.

“Estamos combatiendo muchas impresiones falsas”, señaló Schadler. “Las críticas a las escuelas públicas y los estudiantes para los que el inglés es su segunda lengua, así como la insistencia en que los chicos no aprenden nada cuando sabemos que sí lo hacen”.

Lo que un visitante encuentra entre los administradores, maestros y miembros del programa de atletismo es un optimismo contagioso que ha sido una característica de la escuela desde que comenzó a funcionar en 1996, y un empeño por hacer que el deporte les abra puertas a estudiantes cuyo mundo a menudo se reduce a la zona de la frontera. En 22 años, más de 50 estudiantes de la Río Rico High compitieron a nivel universitario, muchos de ellos con becas en sitios tan distantes como la Florida o tan cercanos como Tucson, según la escuela.

Esa cifra puede no llamar la atención en una escuela de un suburbio acaudalado. Pero aquí, donde la pista de atletismo tiene grandes fisuras y muchos padres no saben cómo presentar solicitudes de admisión a las universidades, esos números son motivo de orgullo.

“Cuando un estudiante alcanza su objetivo, toda la comunidad lo festeja”, dijo Schadler. “Es algo muy especial”.

Dos de los ex alumnos de Río Rico más prominentes que alcanzaron sus metas en años recientes son Oscar Amaya y Carlos Villarreal, mejores amigos con historias divergentes.

Amaya nació en la vecina Nogales, Arizona, y pasó su infancia en el Nogales mexicano, del otro lado del alto cerco de acero que divide los dos países. Villarreal nació en Puerto Peñasco, ciudad costera a una hora al sur de la frontera, y vino a Sahuarita, al norte de Río Rico, cuando tenía seis años.

El español es la lengua madre de ambos. Amaya se inscribió en una escuela primaria de Estados Unidos en el séptimo grado, cuando dejó a sus padres en México y se vino a la casa de una tía en Río Rico, algo muy común entre los niños estadounidenses cuyos padres no tienen permiso para vivir en Estados Unidos.

A través de programas para personas que estaban aprendiendo inglés, se fue asimilando. Lo ayudó el hecho de que, como ciudadano estadounidense, podía cruzar la frontera y visitar a sus padres cuando quisiese. También lo ayudó el que en Río Rico se habla spanglish.

“Es una comunidad que estuvo bastante aislada del mundo real”, dijo Villarreal. “Podías arreglártelas sin hablar una palabra de inglés”.

Amaya, que cursa el tercer año de la Universidad Estatal de Arizona, competirá la próxima temporada en el equipo de atletismo de la institución. Villarreal está en el segundo año de la Universidad de Arizona. Corrió dos veces una milla en menos de cuatro minutos y, a juzgar por sus últimas actuaciones, podría ser uno de los mejores fondistas de la Conferencia Pac-12.

Villarreal habla inglés sin acento y dice que mucha gente “no sabe que el español fue mi primer idioma. Y cuando hablo en español, se sorprenden”.

Pocos saben que Río Rico existe. La gente de la zona dice que vive en otro país, que no es México ni es Estados Unidos.

Schadler dice que él y sus colegas sienten que tienen que dar a conocer el potencial de la ciudad. Río Rico se encuentra en la convergencia del río Santa Cruz y el arroyo Sonoita, y tiene muchas riquezas naturales y tradiciones. Jóvenes como Amaya y Villarreal se van río arriba en busca de nuevas experiencias.

El que vuelvan o no, no importa, según Schadler, siempre y cuando sean buenos embajadores de su comunidad.

Amaya, hablando en una cafetería cerca del campus de la universidad en Tempe, dijo que Río Rico no es “una mala ciudad”, sino “una ciudad pequeña”. Por ahora al menos, su futuro está en otro lado.

“Quiero hacer algo grande, ir a otros sitios”, expresó.

Uno que volvió fue Jonathan Chávez, quien se graduó de la Río Rico High en 1999 y es hoy el director de su programa de atletismo. Su hermano Eric es uno de los corredores que más títulos ganó en la historia de la escuela, 14 medallas de oro que le abrieron las puertas a una beca en la Universidad de Arizona.

El padre de Chávez es de México y trabajó en la industria de productos agrícolas, algo bastante común entre los padres de los estudiantes de Río Rico.

“Hay muchas tradiciones y creencias de la cultura mexicana que son importantes para nosotros”, dijo Chávez. “Y eso se refleja en el terreno de juego”.

En un reciente partido de sóftbol, Chávez dijo que los Hawks festejaron el cumpleaños de una muchacha con música de banda. Algo que tomó por sorpresa al equipo rival.

En un partido de béisbol en Río Rico se escuchan gritos de aliento en español.

“¡Buen trabajo!”, “¡Vamos! ¡Vamos!” o “¡Ánda ya!”.

“Queremos que nuestros hijos se sientan orgullosos de sus raíces”, manifestó Chávez.

Los padres de algunos estudiantes viven en México y eso hace que la actitud de los técnicos –que combinan preparación atlética con apoyo en la parte académica y lecciones de vida– sea más importante todavía.

El mensaje de Schadler y Chávez a sus estudiantes es que, si tienen talentos que les abren puertas, ellos los van a apuntalar para que puedan cumplir sus metas. El objetivo es ayudar a que los chicos aprovechen las oportunidades que se les presentan, se vayan de Río Rico y conozcan el mundo.

Amaya no era un chico motivado en la secundaria, pero dijo que el apoyo que le dieron en Río Rico le permitió llegar a un junior college (universidad con carreras de dos años) entre Phoenix y Tucson. El tiempo que pasó allí despertó sus deseos de sobresalir en el mundo académico, comenzó a sacar buenas notas y se interesó en informática, la carrera que estudia ahora.

“Un día me puse a aprender yo mismo cómo codificar, y me gustó”, cuenta Amaya. “Terminé creando una aplicación para Androides solo para divertirme”.

Amaya dice que, de no haber sido por el constante aliento de técnicos y administradores, tal vez no estaría donde está hoy.

Villarreal tampoco. Cuando jugaba al básquetbol en Río Rico, los técnicos lo alentaron a que hiciese atletismo durante el receso entre temporadas para mantenerse en forma, y fue entonces que descubrió lo bueno que era como corredor.

Amaya y Villarreal se mantienen en contacto con mensajes de texto, a través de Snapchat y jugando Xbox online. En las redes sociales el departamento de atletismo de Río Rico destaca los logros deportivos de ambos, junto con los de otros ex alumnos. Incluida Allie Schadler, la hija mayor del técnico Schadler, que integra el equipo de atletismo de la Universidad de Washington.

En las paredes de la Río Rico High hay fotos de ex atletas con las marcas que establecieron y los títulos que ganaron.

“Les muestran a los chicos lo que pueden hacer. ‘Me parezco a Oscar Amaya’, ‘me crié como Carlos Villarreal’”, dice Chávez.

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