La otra perspectiva del surgimiento del narcotráfico en Sinaloa

Foto: Cuartoscuro

Por Rubén Rubio Valdez

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 14 de noviembre de 2019.- Miles de plantas de adormidera de flores blancas y púrpuras de pequeñas parcelas, campesinos serreños de Sinaloa intrigados por el nuevo cultivo, cuidaron de maleza y plagas por más de cien días. Con paciencia las regaron a mano con cubetas, mirándolas   crecer lento desde el invierno a la primavera de 1939. Lomeríos y vegas de arroyos entre montañas se volvieron colorido paisaje, cautivando a mujeres y serenando la hosquedad del carácter de sus hombres.

Habían sido prevenidos que a su tiempo las flores dejarían caer sus pétalos, quedando desnudas las “cápsulas”.  También habían sido prevenidos que sería entonces, cuando habrían de “rayarlas” con puntas de delgadas navajas montadas sobre mangos de madera, evitando degollarlas. El rayado lo harían   “un día sí y un día no”, las veces que ordenaran mayordomos o dueños de los plantíos.  El látex lechoso que brotaría por la escisión de las filosas navajas, pasaría gradualmente de color blanquecino a café oscuro al día siguiente, volviéndose una costra gomosa que debían retirar y vaciarla en pequeñas cajas de hojalata.

Cultivar amapola ahora sería con fines de exportación. Max Cossman (1919-2010), conocido como “El rey del opio”, acopiaría y pagaría las entregas de opio tras la frontera en Tijuana, Baja California. Formaba parte él, de la Banda de Traficantes identificada como el 107th Street Mob, en el Barrio Italiano de Harlem en New York, por el Oficina Federal de Narcóticos (BFN). Desde ese domicilio, la Mafia Newyorkina, operaba la compra y distribución de opio y morfina.  Quien lo operaba era Gertano Lucchese (199/1967) alias “El Tres dedos”, siendo Charles Lucky Luciano (1997/1962), Frank Castello (1891/1973), Meyer Lansky (1902/1983) y Benjamin Bugsy Siegel (1906/1947),entre otros, los capos que formaban la organización. Se da por cierto que B. Bugsy Siegel, acompañado de la bella Virginia Hill (1916/1966), hizo los arreglos con agentes de gobierno para emprender el programa de producción de opio en Sinaloa.

Con palabras casi inentendibles y cómicas del castellano de José Amarillas (Lai Chang Wong [1869-1953), con secrecía gente de Santiago de los Caballeros, Municipio de Badiraguato, fue seleccionada y capacitada. El clima y el suelo de los parajes rurales de ese poblado, y su gente hicieron la historia. Nadie, ni el propio José Amarillas imaginaron lo que a la postre abonarían esa y las siguientes generaciones en la estigma que arrastra Sinaloa. A Santiago, de altura de 920 metros sobre el nivel del mar y coordenadas GPS de Longitud 107.376944 y Latitud 25.55861, voltearían la mirada de mafiosos de California, Nevada, Nueva York, Illinois y Florida a principios de la Segunda Guerra Mundial. Muchos años después se escucharía el canto de “Cuántas fortunas salieran, de esas faldas y breñales, que gozaran nuevos ricos, en distintas capitales, ganancias de comerciantes y uno que otro militar. Y al final del canto se escucharía el lamento y la esperanza y dicen los versos…  “Adiós Cerro del Winora, arrasado por los vientos, fuiste testigo de todo, ya volverán buenos tiempos.”  En Almoloya de Juárez, José Terán, cantante y compositor de música campirana, guiado por Juan José Esparragoza Moreno “El azul” (1949-¿?), dio forma a versos y tonada del corrido Cerro del Winora. Quizás, ésta sea la semblanza mejor lograda de las vicisitudes por las que habrán ido y venido tantos “traficantes” sinaloenses, desde aquella cosecha de opio asistida por José Amarillas.

Por analogía, no tanto con la resina que secretan algunas especies de árboles de la familia de las Fabaceas como mezquites, guamuchilero y huizache, que abundan en Sinaloa, sino con la que excretan los pinos en la sierra, al látex de la adormidera, vuelta pasta oscura y pegajosa desprendida de las cápsulas, de olor penetrante, que se dio en llamar llanamente “goma”.  Por ello, en Sinaloa, a quienes producían opio y lo trasegaban, desde siempre se les llamó: “gomeros”.

Al pueblo cañero El Dorado al sur de Culiacán, Hacienda que fue de Joaquín Redo y Balmaceda (1983-1904), jerarca de  la familia de alto copete, pomadosa y perfumada, de sangre azul, procedente de Sonora había llegado Lai Chang Wong, nacido en Hong Kong en 1869.  Se introdujo a México como inmigrante, desempeñándose como médico naturista en la revuelta armada en el inicio de la primera década del Siglo XX.  Fue ahí en El Dorado, Municipio de Culiacán, Sinaloa, donde para estar a tono cambio su nombre por el de José Amarillas (1869-1953). Como a él, miles de compatriotas fueron víctimas de la “campaña anti-china” por el gobierno mexicano. Unos, asesinados sin ningún miramiento; otros, los menos, salvaron su vida ocultándose en rancherías de la sierra sinaloense. Lai se internó primero en la comunidad del rancho San José de la Puerta, del municipio de Badiraguato. Luego se mudaría a Jesús María, municipio de Culiacán, para luego irse a la cabecera municipal de Badiraguato. Logró popularidad por los pueblos de sierra como médico naturista, llamando la atención a quienes lo consultaran, su huerto familiar de hortalizas, donde entreveraba plantas de amapola y adormidera. Los promotores estadunidenses del cultivo de adormidera en Sinaloa, iniciada la Segunda Guerra Mundial, guiados por los informes llegaron hasta “la chinada”, que desertara de la minas de cobre de la Compagnie du Boleo de Santa Rosalía, Mulegé, Baja California y de las minas de Sonora, explotadas por compañías norteamericanas, se habían integrado a los trabajos de construcción del   Ferrocarril Southem Pacific of Mexico de principios del siglo XX.    Terminada la construcción del ferrocarril en 1908, al quedar desempleados y ante la falta de oportunidades de   trabajo derivado por el conflicto armado, formaron recogimientos en los poblados más importantes del centro del Estado de Sinaloa. El problema de su pobreza, falta de higiene y sobre todo su adicción al consumo de opio mezclado con tabaco, chocó con gente de poblados urbanos donde se habían avecindar.

Fue el referente de la adicción y hábito de drogarse en grupo de los chinos, lo que atrajo a quienes, venidos de Estados Unidos, a poner en movimiento un programa de producción de opio. Se sabía que, para su consumo, “los chinos” cultivaban discrecionalmente la adormidera en huertos de legumbres de sus viviendas. Es por esto que no hay duda: ellos habían traído las semillas de las amapolas, Papaver somniferum L.   y Papaver rhoeas L.  Por su origen, el Mediterráneo, en el sur y norte europeo, en el Rubané de Bélgica, 5 200 y 5 000 A.C. la evidencia, pudiera pensarse que con la Conquista Española en México, florearan las primeras matas de amapola en América.

Crecidas amapolas del género rhoeas en jardinería en las áreas bajas del centro de Sinaloa, camuflada con la especie somniferum, productora de opio, confundió a gente que las observara. Se repiten    historias de principios de siglo XX, que aseguraban que las amapolas crecían como quelites en los patios de las viviendas. Esas amapolas no interesaban a los chinos. El testimonio de una dama que vivió de niña en El Dorado, del Valle de El San Lorenzo en Culiacán, a fines de los 30 del siglo pasado, se aterró con la escena de ver tres chinos harapientos y somnolientos, tirados al suelo fumando su larga pipa al interior de su jacal. Esa visión no la olvidaría jamás, tampoco regresaría a comprar rábanos y lechugas que crecían junto a plantas de flores de gran belleza.  Por el temor que sintiera aquella vez, jamás volvió,  tampoco lo olvidaría. Pronto sabría que las plantas aquellas eran amapolas. Años después esa dama, en la edad de la primavera, visitaría el pequeño poblado de Agua Salada, al sur del municipio de Mocorito, aldea próxima a la Hacienda de Pericos que fue de la familia Retes-Pairo. Fue ahí donde recordó el jardín del “Chino Juan” de El Dorado.  Crecidas y verdes en el solar de aquella casa lucían plantas de amapolas que sus bulbos conservaban la costra oscura de la escisión. Vino a su memoria también, la confidencia de su “nana” de su hogar allá en El Dorado, sobre el placer que le deban los pétalos de amapola sobre la almohada en el “catre” donde dormía. No ha olvidado el trotar lento del burro en el que “Juan” recorría las terregosas calles, vendiendo verduras en árguenas de la montura.   Eran tan largas sus piernas, que montado flexionaba para no arrastrar sus gastados huaraches.

Para 1939, los orientales que escaparon de la campaña anti-china, emprendida por el gobierno postrevolucionario desde 1911, en Sonora y Sinaloa no eran tantos. Aquéllos que se integraron con sigilo a la sociedad, tanto urbana como rural, guardaban un bajo perfil, tanto en Los Mochis, El Dorado, en Navolato, en Mocorito, Badiraguato y Mazatlán. Algunos, dedicados al comercio o a la agricultura, tuvieron en esas actividades un medio de vivir decente. La fobia con que fueron tratados, había desaparecido.

Por la barbarie con que los hicieron víctima, durante la campaña xenofóbica, el gobierno norteamericano hizo entonces oídos sordos y ojos de ciego. De allá, también habían sido expulsados y se sabía de las circunstancias laborales que prevalecían en los centros mineros en la Península de Baja California y Sonora.

En el contexto mundial, desde hacía mucho tiempo ya era tema legislar la prohibición del comercio de opio, más dañino que el vino, que de principio enseguida fue un problema social y de salud pública. En Shanghái, en 1904 se realizó la primera convención sobre el opio promovida por los Estados Unidos, en la que no hubo acuerdos.  A esa no asistió México. Ocho años después en 1912 lo haría, a la Convención Internacional en La Haya. No lo hacieron Turquía y Austria-Hungría; Inglaterra y Alemania que como México asistieron, se posicionaron de tratar sólo morfina y cocaína. Alemania protestó, en nombre de sus poderosos laboratorios, de la ausencia de Suiza en la convención. Portugal, se pronunció por proteger el opio de Macao, y Persia, y por el cultivo de amapola en su territorio. Holanda, se interesó mejor por cocaína, que   controlaba la producción en Java. Japón, Francia y Rusia, estaban en la convención solo por velar sus intereses. Para colmo, Italia planteó incluir la marihuana dentro de los temas de discusión. Tampoco en esta convención se abonó nada por regular y prohibir la producción y comercio de opio, que ya era un problema de salud y seguridad para países en pleno crecimiento económico.

El Emperador chino, Daoguang (1782-1850), ante el conflicto del creciente número de adictos en China y el curso incontrolable de la droga, había instruido con las más amplias facultades a Lin Tse-hsü (1785-1850), funcionario de alto rango en la administración del Imperio, para contener el problema de importación de opio procedente de la India Británica. La determinación Lin Tse-hsü sobre la prohibición de toda importación de opio fue determinante, castigando con todo rigor su trasiego y consumo.

La histórica carta que enviara en 1839 Lin-Tse-hsü a la Reina Victoria (1819-1901) no valió para evitar la furia del poderoso imperio británico. En esa misiva se conminaba a respetar las reglas de comercio internacional y no comerciar con el opio con China, explicando el drama de que el vicio de fumarlo se había extendido por todas partes. Como un ultimátum, Lin Tse-hsü, amenazó que castigaría con penas severas tanto mercaderes como a fumadores. Sin visos de eufemismo le expresó en aquella carta que, toda la droga que se encontrara dentro de China se destruirá vaciándolo sobre aceite hirviendo, apercibiendo además, que todo barco extranjero descubierto con opio abordo, sería incendiado. Desde 1829 había entrado en vigor la prohibición de producción, comercio y consumo el opio en China.  Para marzo de 1839, Lin había logrado llevar a prisión 1 700 000 traficantes chinos y la confiscación de 70 mil pipas para consumo de opio mezclado con tabaco. Decidido el Emperador Chino, autorizó a Lin en ese año (1839), la confiscación de 1 200 toneladas de opio, mismas que en 23 días a partir del 3 de junio de ese año, 500 jornaleros trabajaron arduamente mezclándolas con sal y limón, para lanzarlas al mar a las afueras de Humen, ciudad de la actual provincia de Guangdong. Las relaciones políticas y comerciales entre China y Gran Bretaña se tensaron, provocando “La primera guerra del opio”, con las más ignominiosas consecuencias para el Imperio Chino.

Volviendo atrás con José Amarillas, nombre con que se bautizó Lai Chang Wong, noobjetó la propuesta o encomienda de acercarse a la gente de Santiago de los Caballeros, cuando fue detectado en Badiraguato donde residía.  Imposible pensar que ignorara las motivaciones de la “Primera Guerra del Opio” de 1839 a 1842 entre los imperios chino y británico, así como la “Segunda”, de 1856 a 1860, en la  que participaron no sólo Inglaterra, sino Rusia, Francia y Estados Unidos. Las causas de ambos conflictos fueron el comercio de contrabando de opio a China del gobierno británico, traído desde la India, Colonia entonces de Gran Bretaña. El resultado de la primera tuvo como consecuencia la anexión de la Isla de Hong Kong a Inglaterra por un período de 150 años.

Como en China, el Imperio Inglés hacía un siglo en 1839, que pasando por alto la vigencia de la prohibición del opio desde 1829, en Sinaloa pasó algo similar. Desde 1925, durante el gobierno (1924/28) del Presidente Plutarco Elías Calles (1977/1945), en México quedó prohibido cultivar adormidera y procesar su producto; sin embargo, inexplicable fue la actitud omisa del gobierno norteamericano, bajo la Presidencia (La primera en 1932, la segunda en 1936, la tercera en 1940 y la cuarta en 1944) de Franklin Delano Roosevelt (1892/1945), la velada campaña de promover el cultivo de adormidera en la Sierra de Badiraguato, por la “Mafia Neoyorquina”, identificada por Harry J. Ansliger (1892-1975) como  “107th Street Mob”, liderada por Charlie Lucky Luciano, Frank Costello, Meyer Lansky y Benjamin Bugsy SiegelAnsliger es considerado el “Primer Zar Antidrogas” de Estados Unidos, siendo director de la FBN (Oficina Feral de Narcóticos), desempeñándose como su director des 1930 a 1962. Fue implacable con los traficantes de licor en la época de la prohibición y con el trasiego de drogas. Él, sostenía que para evitar el consumo, no debería haber oferta. El pidió que el consumo fuera un delito. Ahora, la tendencia es en legalizar no solo el consumo, sino la producción, si no de opio, de la marihuana, indica y cannabis.

No por menospreciar la convicción y férrea tarea contra el opio y sus derivados de Harry J. Ansliger, la oposición al Imperio Inglés y de Irlanda de Lin Tse-hsü y sus consecuencias, creo que no hay discusión. Fueron aquéllos otros tiempos y contexto colonial del perfil imperial, que originaron la Primera  Guerra del Opio de 1839-42.

Muy distintas fueron las circunstancias de laboratorios productores de morfina y heroína de Estados Unidos que originaron  problemas de abasto, apenas iniciadas las hostilidades entre Potencias del Eje y Países Aliados, con la invasión del Ejército Alemán a Polonia el 1 de septiembre de 1939. El desabasto dudo que haya sido ignorado por el Gobierno Americano. La “Mafia Neoyorquina”, que distribuía heroína al este, centro y oeste del país, también sintieron la escasés de mercancía a consecuencia de la guerra. Desde antes a esas fechas, ya se traficaba opio mexicano hacia las fronteras de Mexicali y Tijuana acopiado por Max Cosman (a) “El Rey del opio” en la frontera con México. Por esto, no tuvo mayor dificultad la 107th Street Mob para proveerse de mayor volumen de opio o morfina. Para esto, bastaron las diligencias de B. Bugsy Siegel y Virginia Hill, su pareja en la ciudad de México, para emprender un programa de producción de opio en Sinaloa. Por la mente de Bugsy Siegel paseaba entonces la idea del Hotel-Casino Flamingos en Las Vegas, Nevada.

Fue así como las primeras siembras del enervante se iniciaron a principios del mes de enero de 1940, después de pláticas de emisarios de grupos mafiosos y del crimen organizado de Estado Unidos, respaldados por agentes de narcóticos mexicanos. Enseguida se sumarían mandos policiacos de Sinaloa; siendo éstos, personal de la mayor confianza de los gobiernos, federal y estatal. De estos acercamientos, hubo comisionados que con la mayor secrecía contactaron a José Amarillas. Él, era quien conocía el clima y el ciclo biológico del cultivo desde la preparación de la tierra, siembra y sobre el rayado de los bulbos con navajas que él mismo confeccionó y capacitó a jornaleros. Amarillas, por cohabitar por más de 15 años en la porción centro del estado de Sinaloa y por el contacto con pacientes de la sierra con fe en la medicina naturista que el practicaba, tenía informes del clima y del suelo de rancherías de la sierra de Badiraguato. Alguna razón tuvo para sugerir Santiago de los Caballeros y no Tameapa, poblado próximo, para el experimento de producción de opio que se le había confiado.

José Amarillas, como operador del primer programa de siembras, cultivo y cosecha de opio en Sinaloa, fue el hombre que por las circunstancias de estar en el lugar y en momento exacto, sin proponérselo, mucho menos pensarlo, habría incidido en cambiar el destino de la gente de esos pueblos de la Sierra de Sinaloa. A esto, se sumarían algunos de los pobladores de municipios del sur del Estado de  Chihuahua y poniente del de  Durango.

El pueblo de Santiago de los Caballeros, y muchos otros, de igual o menor tamaño, de los municipios de Badiraguato y de Cosalá unidos por sus fronteras con los de municipios de Guadalupe y Calvo, Morelos, Batopilas y Guazapares del estado de Chihuahua y Tamazula, Canelas y Topia del estado de Durango, forman “Triángulo Dorado”, denominación dada así por el alto mando de la Secretaría de la Defensa Nacional a finales de los setentas. Se ignora la razón de tal denominación de “Triángulo Dorado”, a esa porción de la Sierra Madre Occidental de México, concluyendo que la acepción devenga de la confluencia de tres estados, no por la analogía de esa figura geométrica. Se descarta la analogía con respecto al “Triángulo Dorado” sudamericano, que conforman líneas imaginarias que unen las ciudades colombianas de Bogotá, Cali y Medellín, cosideradas las más importantes de ese país por otras razones, no precisamente por ser la base de los carteles con ese nombre, controladores de la producción y exportación de cocaína colombiana. Sé opina sin embargo, que pudiera tener su origen por comparación con el término del llamado “Triángulo de Oro”, prominente productor de opio del sudeste asiático, que conforman Myanmar (Birmania), Laos y Tailandia. Mientras que al territorio de los países del “Triángulo de Oro”, lo  separa geográficamente el río Mekong que se une con el río Ruak, a los nueve municipios del “Triángulo Dorado” de la Sierra Madre Occidental los cruzan los ríos Petatlán, Humaya, Tamazula, y San Lorenzo, que su cauce descargan en grandes obras  hidráulicas de almacenamiento con que se irrigan los inmensos valles agrícolas del centro de Sinaloa, México,  altamente tecnificado, productores de granos y hortalizas para el mercado nacional y de exportación a los Estados Unidos  de América.

De acuerdo a valoraciones del cultivo de adormidera de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), las regiones del sudeste de Asia (Asia central, meridional y occidental) que no sólo incluye a esos tres países del “Triángulo del Oro”, también Afganistán, Irán y Paquistán, conocidos como “La Media Luna de Oro”, se estima que en estas regiones, se produce el 83 % de la producción mundial de opio, calculada en 8 900 toneladas métricas.

Con esta referencia, queda claro que la producción de opio de los municipios del “Triángulo Dorado” mexicano y la de los estados de Michoacán y Guerrero, ha sido desde siempre insignificante, comparado con la de “El Triángulo de oro” y “La Media Luna de Oro”, y Turquía. Sin embargo, reiteradamente se presume y sugiere por la DEA (Drug Enforcement Administration) del Gobierno de Estados Unidos, en considerar los Carteles Mexicanos, liderados supuestamente por Ismael Zambada (1948/), ahora, y no hace tanto por Joaquín A. Guzmán Loera (1957/), Rafael Caro Quintero (1952/), Miguel A. Félix Gallardo (194/) Juan García Ábrego (194/) y Osiel Cárdenas Guillén (1967/), son   y han sido los más poderosos introductores de opio y cocaína a los Estados Unidos, según las autoridades antinarcóticos de ese país.  Las estadísticas dadas por la UNODC, desmitifican la preponderancia de los llamados “capos mexicanos” en el campo del trasiego de drogas y su poderío económico.

Estimaciones referidas a la producción mundial de opio para 2014 y 2015 de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), dicen que los estados mexicanos de Sinaloa, Chihuahua, Durango, Guerrero, Michoacán, Guerrero y Oaxaca,   sitúan a México en el tercer lugar, difícil de aceptarlo. El informe habla del cultivo 28 000 hectáreas de adormidera, sin precisar el volumen de goma o de heroína producida. Dice también que el 7% de la producción mundial de opio lo aportan México y Colombia, y que sólo Afganistán, de los tres países de “La Media Luna de Oro”, produce el 60%; entonces, cómo se puede considerar la importancia de México en el mercado mundial del opio.

Indiscutiblemente, la posición geográfica de México con Estados Unidos, como ruta de trasiego de drogas marítima, terrestre y aérea, ha sido determinante, tanto para quienes la introducen como para los que la distribuyen por todo el territorio norteamericano. Es por eso, que partir de 1945, el gobierno mexicano ha venido intensificando las acciones de vigilancia de las rutas del opio hacia los principales puntos fronterizos del norte, así como las campañas de erradicación del cultivo de adormidera en las montañas de la Sierra de Sinaloa, Chihuahua y Durango. La DEA, que no sólo opera al interior del territorio norteamericano, extiende sus investigaciones fuera de sus fronteras, participa en la contención de la producción de estupefacientes naturales y sintéticos orientada a su país, siguiendo las rutas y trasiego de traficantes.

Por lo que se refiere a Sinaloa, región primigenia emergente para la producción de opio con fines de exportación a los Estados Unidos, cabe preguntar qué ha sido de la gente de la región amapolera de la sierra,   durante esos casi 80 de navegar por aguas turbias de la ilegalidad. Cuál ha sido su devenir y destino de poblados del “Triángulo Dorado Mexicano” de 1940 a 1977, dentro del contexto de las acciones prohibicionistas y políticas de gobierno de combate al cultivo de enervantes, desde las siembras asistidas por “El chino” José Amarillas en 1940 a 1945, durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

Al término de la Segunda Guerra Mundial en 1945, terminó el disimulo oficial del cultivo de la amapola en Sinaloa de los cinco años anteriores. Daba inicio al soborno y al cohecho entre productores y militares encargado de combatir el ilícito. Las condiciones que ayudaron para el empoderamiento de la producción sinaloense de opio y trasiego hacia los Estados Unidos a un mercado ilegal de adictos callejeros y excombatientes de guerra, fue la prioridad que el gobierno de Harry S. Truman, Presidente de los Estados Unidos 1945-1953, a la muerte de Franklin D. Roosevelt, terminada la guerra, fue cerrar el paso al comunismo de Rusia, mediante el Plan  Marshall  (European Recovery Program o ERP), mediante logística y financiamiento con recursos del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, creados para efecto de reconstruir los estragos de la guerra en bloque de países que formaron los “Aliados” durante la guerra. Sin embargo, el gobierno mexicano para emprender la campaña contra el cultivo de adormidera sugerida por el gobierno de Truman, posicionó permanentemente el Batallón 53 de Infantería en la Villa de Mocorito, Sinaloa. Quien estuvo pendiente del desempeño de este Batallón, desde el establecimiento de su base en Mocorito, y férreo enemigo de la siembra de enervantes en Sinaloa durante la década de los cincuenta fue el General Teófilo Álvarez Borboa (1888/1962), oriundo Higueras de Los Monzón, Badiraguato. Los “gomeros” luego habían descubierto que la amapola crecía y rendía buena cosecha donde el clima fuera fresco, no necesariamente semi-templado como lo recomendó José Amarillas. La climatología de la serranía baja de la Sierra Madre Occidental aplicó y con la complicidad de militares y policías locales, no por otra explicación, convirtieron el negocio en medio y forma rentable de sobrevivencia rural. Las siembras de invierno se generalizaron como una garantía de lograr cosecha. Los patrullajes para contener a los campesinos de la siembra de amapola, más que abstenerse, avivó su ambición por ganar dinero, desarrollando sinergias amigables y de negocio entre las partes. El maridaje entre “gomeros” y militares, a pesar del emprendimiento de la campaña militar por la Sierra de Sinaloa para contener y “erradicar” la siembra de amapola, lejos de lograrlo, el cultivo se expandió por lugares de suelos de humedad que dejaran las lluvias de decembrinas y las cabañuelas de enero  en parajes de la sierra.

Para dilucidar sobre el cobijo y anuencia de gobiernos, que explica la persistencia del trasiego de opio global, bastará con relacionar épocas y sitios geográficos de producción mundial de opio. Pareciera increíble que los países desarrollados tuvieran que ver con el bajo mundo de las drogas, pero es tan cierto, como evidente. Se vería después, que los gobiernos al más alto nivel, obligados por intereses geopolíticos y estratégicos de seguridad, no han estado ajenos en el negocio de las drogas, cuasi como Gran Bretaña, Rusia, Francia y Estados Unidos en la Primera y Segunda Guerras del Opio Anglo-China de 1856-60 del siglo XIX con China. No por corrupción (¿?), sino por necesidad estratégica de intereses económicos y de seguridad. Por corrupción, la producción y trasiego de drogas, se ha mantenido, creando visibles carteles que es la estructura de superiores formas de organización, que se mueves con sigilo y dotados de inmenso poder económico que explican su poder fáctico.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo habría de quedar atrapado en dos corrientes de intereses e ideologías que el tiempo las volvió antagónicas: países guiados por la de economía de libre mercado y las de economía centralizada.  Aquéllos por consolidar el capitalismo don ideas keynesianas y los otros, por impulsar el socialismo con ideas marxistas. Esta confrontación ideológica y de intereses incubó la “Guerra Fría”, estallando ésta con la ocupación de Corea, posesión japonesa, por fuerzas militares de  Estados Unidos y la URSS en 1945 que    partió el país por la línea del paralelo 38°, en Corea del Norte y Corea del Sur. El triunfo de la Revolución Comunista de China en 1949 convulsionó la región y Stalin acuerda la invasión de Corea del Sur, por el Ejército de Corea del Norte.  Las tropas norteamericanas al mando del General MacArthur, actuaron en apoyo a la resistencia de Corea del Sur repliegan a los invasores. De este modo, se inician negociaciones que no resuelven las desavenencias y se da forma a la guerra entre las dos Coreas en 1951, que dejando atrás muertos y heridos de una bando y otro, se firmó el armisticio para cesar el fuego en 1953. Desde entonces, Corea del Norte en franca provocación nuclear, constituye un riesgo para la estabilidad de la región. Con esas circunstancias, en 1949, estalla la “Guerra Fría”, pasando por las guerras de Vietnam, Birmania, Laos, Tailandia,    Camboya y Filipinas. La Guerra de Vietnam 1955-75, sería la más larga, donde salió perdedor Estados Unidos. En estos conflictos tanto la Unión Soviética como los Estados Unidos, estuvieron abiertamente como protagonistas beligerantes. Apoyando los bandos con armamento, asesoría logística y financiamiento.

La Revolución Cubana de 1953 a 1959, sucedería en paralelo con las referidas Guerras de Indochina, instaurando Fidel Castro Ruz (1926-2016) al triunfo de la revolución, el régimen comunista con el apoyo de la Unión Soviética.

La Crisis de los misiles rusos de alcance medio en Cuba entre la Unión Soviética y Estados Unidos en octubre de de1962, se recuerda como la de mayor gravedad del período de la “Guerra Fría”, que cerca estuvo de desencadenar un conflicto nuclear entre las dos potencias. Fue por esto que los Estados Unidos, previendo la penetración del Comunismo Ruso en Sudamérica, animó los golpes de estado militares, socavando la democracia y el sostenimiento de dictaduras castrenses en los años sesenta y setenta de Argentina, Paraguay, Bolivia, Uruguay, Chile y Brasil, dando forma al Plan Cóndor, diseñada por la CIA (Central Intelligence Agency), lo que ha quedado documentado por investigaciones posteriores a la caída de los regímenes dictatoriales. Ese modelo represivo usado por las dictaduras sudamericanas, en 1977 fue utilizado para perseguir a cultivadores de adormidera por la vía del uso de métodos represivos, provocando la estampida de campesinos de la sierra de Sinaloa, Chihuahua y Durango. La población de esos lugares, el cultivo de adormidera y cosecha de “goma”, desde 1940 fue un mal necesario que el Gobierno Mexicano hacía como que combatía y la gente como que no lo hacía, convirtiendo esa actividad en una forma de vivir de muchos y de crear riqueza y poder en algunos, no tantos.

Interesante es, aunque tardíamente, incursionar sobre el antecedente y motivaciones la Operación Cóndor en 1977, que con tanta furia desplegó el Ejército Mexicano. ¿Cumplió ese atroz y largo operativo militar objetivo de erradicar el cultivo de la adormidera? ¿Se imaginó que la diáspora consecuencia del asedio, persecución, tortura y desapariciones de pobladores de la sierra, provocaría después el surgimiento de figuras sinaloenses prominentes del narcotráfico, como Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo (1930/) y Miguel Ángel Félix Gallardo, que a partir de 1978, ninguna autoridad frenaría la fundación por ellos, del Cartel de Guadalajara? Aún con la muerte de Pedro Avilés Pérez Pérez (1938/78), ¿Se contuvo acaso el problema del narcotráfico con la aprehensión que “Caro Quintero” y “don Neto Fonseca” en la primera semana del mes de abril de 1985 y la de “Félix Gallardo” en abril también de 1989? ¿Cesó acaso el trasiego de opio, cocaína y mariguana por tierra y aire por distintas rutas hacia los Estados Unidos?, mientras a ellos y a otros han sido apresados o abatidos por bandas rivales y en operativos militares y policiacos.

No es para celebrar las habilidades de “Rafael Caro” de apenas tenía 26 años, “Miguel Félix” 33 y “don Neto Fonseca” 48, en 1978, para establecer rutas de tráfico de mariguana y cocaína, por territorio mexicano se hayan vinculado con los colombianos Pablo Emilio Escobar Gaviria (1949/93) y Gonzalo Rodríguez Gacha (1947/89), y con los hermanos Gilberto Rodríguez Orejuela (1939/) y Miguel (1943/) fundadores de los carteles rivales de Medellín y de Cali, respectivamente. Esto no hubiera sido posible sin la complicidad de autoridades. A ningún lado hubieran llegado sin el cobijo y anuencia de autoridades de sus gobiernos, incluyendo el de Estados Unidos enfrascado en contener el comunismo en Centroamérica.

Desde el gobierno 1946-52) del Presidente Miguel Alemán Valdés (1900/83)y del Gobernador de Sinaloa (1945-1950), General Pablo Macías Valenzuela (1891/75) el negocio del narcotráfico creció y creció. La producción de opio dejó de ser supervisada por los agentes de narcóticos de los Estados Unidos, ocupado su gobierno en los conflictos dentro de la “Guerra Fría”, que no hay certeza que haya cesado, si consideramos los conflictos por los hidrocarburos en los países árabes.

En estos años, a partir de 1940, el negocio de producir y procesar opio se convirtió en negocio de familias y autoridades locales, con “brokers” detrás de la frontera norte, que pagaban de contado. Sembrar adormidera y cosechar opio en las comunidades de la sierra se había vuelto trabajo cotidiano de jornaleros residentes. Mientras la planta crecía en los parajes temporada tras temporada, algunos visibles y otros escondidos, y “las bolas” se ponían a punto de rayarse, sus dueños en las ciudades de la capital sinaloense y cabeceras de otros municipios alineadas geográficamente  paralela al litoral del Mar de Cortés, pián pianito fueron tejiendo  redes de comercio ilícito de “goma”. Los trenes del Ferrocarril Sud pacífico durante años trasportaron “opio” enlatado. Después lo harían por carretera, en autobuses y cajas cerradas remolcadas por camiones diesel.

En tanto la guerra desvastaba ciudades y aldeas europeas, y en Japón ardían Hiroshima y Nagasaki, después de que los Boeing B-29 lanzaran las bombas atómicas el 6 y 9 de agosto de 1945, ajena al significado de la redición del Imperio Japonés, la gente de la Sierra de Sinaloa en cinco años había logrado destreza para cultivar la amapola. Habían aprendido a dar valor agregado a la “goma”, elaborando “morfina”. Obtenerla, fue tan sencillo como hacer “atole” con harina de ezquite, con sólo agregarle cal (hidróxido de calcio) la goma en agua hirviendo, sintetizándola con el uso común de cloruro de amonio, proveído por boticarios.  En esto, los “gomeros” se adelantaron a los agricultores legumbreros que empacaban tomates y chiles en guardarayas de campos de cultivo, en los Valles de Culiacán y El Fuerte. Fuera de la ley que lo prohibía, el opio y sus derivados fluyeron de contrabando en velices en  trenes de Sinaloa a la frontera con Estados Unidos, primero; después, por carretera en autobuses, autos y pik ups al concluir la Carretera 15, que en 1952 unió Culiacán con Nogales, con San Luis Río Colorado, Mexicali y Tijuana.

Terminada la guerra en Europa y Japón, se abrieron las rutas por donde contrabandistas trasegaban el opio producido en el sudeste asiático. En Sinaloa, boticarios y sus farmacias fueron proveedores de cloruro de amonio, ácido tartárico, acetona, amoníaco y sobre todo el esencial ácido clorhídrico, de laboratorios que operaban a la vista de pobladores y con el disimulo de autoridades municipales y estatales.  Fue en los cincuenta del siglo pasado, cuando se generaliza la elaboración de heroína, para lo que operaban laboratorios clandestinos en Culiacán, Guamúchil y Mocorito, principalmente. En la Villa de Mocorito, quedaría para la historia la aprehensión en plena ceremonia de entrega de la estafeta al nuevo Presidente Municipal, del alcalde Roberto Méndez López el 31 de diciembre de 1953. Policías Federales lo aprehenderían a la vista de todos, conduciéndolo preso al penal del Puerto de Mazatlán. Se le señaló como relevante acopiador de la “opio” que producían los altos del municipio. Antes de esa fecha, en el mismo poblado, terminaría la parranda más larga que se tenga memoria: a los hermanos Suárez les habían tocada día a día, durante tres años, las Bandas de Música del lugar.  Eras ellos, relatan lugareños, tres excelentes químicos que elaboraban la heroína más pura. El andar de la mano policía y “gomeros” desde entonces, lo explica todo. Esa fue, muestra de excentricidad que mostraría la gente metida en el narcotráfico. Al tiempo, no tan lejano, el corrido sería y es la narrativa que cuenta la vida y fin de tantos personajes vueltos leyenda.

Al restablecerse el aprovisionamiento del opio de Turquía, “La Media Luna de Oro” y “El Triángulo de Oro” a los Estados Unidos, al cese de fuego en Europa y Asia, en apariencia, las autoridades de narcóticos restaron importancia al opio Sinaloense, como que la hubieran dejado en el olvido, no así los traficantes del país vecino. Pingüe producción de opio de esas regiones lo fue y lo es, comparado con la de Sinaloa; sin embargo, al “Triángulo Dorado Mexicano” se le ha magnificado, así también a sus protagonistas. Lo relevante para México es la colindancia de 3 140 kilómetros con Estados Unidos y flanqueado por dos océanos que nos comunica con el oriente y poniente del mundo. Para los anglosajones del norte, somos su tragedia.  Los ojos del mundo voltean su mirada a Sinaloa. Analistas estratégicos acusan que el de Sinaloa es, uno de los carteles con mayor presencia en el mundo en colocación de drogas. El opio, producirlo ha dejado de ser negocio, frente a las drogas sintéticas. La marihuana, con la legalización en Estados Unidos, la mexicana no está en ese mercado. Me temo que es mito que los traficantes nacionales están dolosamente magnificados.  El mercado negro de armas, ese sí que es un gran negocio. De ello no se presumen.

 orabato1000@yahoo.com

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