UNAM segrega un centenar de mujeres deportistas
Foto: Saúl López / Cuartoscuro
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 01 de marzo de 2019.- Encendidos focos rojos ante la pandemia de femicidios. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) –con Enrique Graue Wiechers como rector– es una de las 100 mejores instituciones de educación superior de países emergentes –pasó del puesto 68 al 93, entre 442 entes–. No sólo destaca por la parte de la academia e investigación. La práctica del deporte es medular como parte integral de la formación de sus miembros. No para algunas las mujeres.
Sin embargo, existe una brillante, histórica, opacidad en el uso de sus espacios donde se practican 55 disciplinas atléticas. Cuenta con más de 350 mil alumnos en todos los niveles.
Mientras para el futbol profesional existe una total laxitud por parte de las autoridades, contrastan acciones radicales, incluso discriminatorias, hacia equipos femeninos, con el amateurismo como acto lúdico –gozo y goce–: existe misoginia. Una encuesta de la Central de Estudiantes Universitarios (CEU), elaborada en octubre de 2017 y presentada inicios de este año, refiere que el 74 por ciento de los alumnos consideran que la seguridad en las instalaciones de la UNAM es inadecuada y el 45. 5 por ciento ha sido testigo de la comisión de algún acto ilícito dentro del campus. Sobre todo contra féminas.
Es significativo el caso del equipo profesional de balompié Pumas –uno de los cuatro más populares de la liga Mx, con Cruz Azul, América y Chivas– que administra un patronato de ex alumnos, desde 1977, bajo la razón social Club Universidad Nacional AC. Es, en estricto sentido, rémora, impostura. Sobre todo en el marco de la presente administración que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, que enarbola la bandera contra la corrupción e impunidad.
Dicho patronato usufructúa, sin rubor alguno, alrededor de 150 mil metros cuadrados del campus universitario –La Cantera, cancha 2 y Estadio de Ciudad Universitaria— sin aportar un centavo. Por ejemplo, la renta mensual de un departamento de unos 70 metros cuadrados en la zona de Coyoacán, donde se encuentra la Universidad, asciende a 10 mil pesos, en promedio.
En sentido estricto, aunque sea un órgano autónomo, se hace uso de un bien público para un beneficio privado, que según la ley vigente, significa una sanción administrativa. Así ha sido hace 42 años.
Según el diario El Economista, en una nota de principios del año pasado, estimó que durante la última década el equipo generó una derrama económica superior a 10 mil millones de pesos. Mil millones anuales.
UNAM Cuenta con un total de 730 hectáreas. El casco de CU fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, el 28 de junio del 2007.
Otra mina de oro –del “cartel” de egresados de la facultad de Ingeniería, define el periodista Mauricio Romero, quien ha realizado una puntual investigación sobre el Club Pumas para la revista Contralínea– negocio privado con un bien público, es la organización infantil de futbol Pumitas A.C –Asociación Civil–. Cuenta con 100 equipos y más de dos mil jugadores.
Sin dar algo a la UNAM, utiliza, de forma exclusiva, unos 30 mil metros cuadrados, entre canchas e instalaciones, frente al Vivero de CU. Maneja un esquema similar al del equipo profesional sin depender de él.
EL CONTRASTE
Hace diez años, alumnas y exalumnas de la UNAM crearon, por iniciativa propia, el equipo Pumas Blanco Flag, para la práctica de tocho bandera, una versión del futbol americano en la que no se realizan tacleadas ni están equipadas.
“Empezamos siendo ocho –recuerda Judith Rodríguez, actual entrenadora del equipo ((https://www.youtube.com/watch?v=wSPMzAq0h18)–, y jugábamos en Las Islas (explanada central de Ciudad Universitaria). Poco después, cuando el equipo comenzó a crecer, nos vieron desde Rectoría, y nos invitaron a jugar en las canchas deportivas de la UNAM, y a convertirnos en uno de sus equipo representativos.”
Desde entonces, destaca la entrenadora, Pumas Blanco Flag ha participado en siete campeonatos representando a la UNAM, y en la actualidad, dos de sus integrantes forman parte de la selección nacional de flag-futbol femenil.
Todo el trabajo es colaborativo y solidario: la coach y su asistente nada cobran a las integrantes del equipo, y todo el material que requieren (uniformes, balones, etcétera) lo adquieren con sus propios recursos.
“Esto lo hacemos como una forma de retribuir a la UNAM y a la sociedad un poquito de lo que nos han dado –explicó–, no somos ricos, trabajamos de sol a sol entre semana, para poder venir aquí los sábados y los domingos, y estar con el equipo.”
Una década después de su creación, destaca Judith, Pumas Blanco Flag está hoy integrado por un centenar de mujeres, cuyas edades van de los 7 a los 55 años.
“Éste es un equipo para las alumnas, para las exalumnas, para las trabajadoras de la UNAM, y para sus hijas. Pero también está abierto a público en general, porque si esta universidad es Nacional, entonces no es sólo para los universitarios, sino para toda la población, porque la gente paga los impuestos con los que la UNAM opera, independientemente de si es parte de la comunidad universitaria o no lo es.”
Estas niñas, jóvenes y mujeres adultas, subrayó su coach, cada fin de semana se congregan, en punto de las 7:00 horas, en el campo 5 de futbol americano de CU, “en cada práctica y en cada juego se rompen el corazón por la Universidad Nacional Autónoma de México”.
Sin embargo, denunció la entrenadora, al iniciar el año 2018, el equipo Pumas Blanco Flag comenzó a sufrir “hostigamiento constante y trato discriminatorio” por parte de las autoridades de la UNAM, las cuales, señaló, intentan imponer un cobro al equipo por el uso de sus instalaciones, que no son más que un reseco pastizal enrejado que nadie más quería usar.
“Hace un año –narró la coach, en entrevista– llegamos nosotras a entrenar un sábado, a las 7 de la mañana, y cuando entramos al campo número 5, que es el que usamos, llegaron cuatro patrullas de la UNAM, mandadas por la Dirección de Actividades Deportivas –que encabeza Alejandro Fernández Varela Jiménez–, eso nos hicieron saber, y nos dijeron que no podíamos entrenar aquí, porque no teníamos permiso.”
La irrupción de las cuatro patrullas, recordó, “provocó estados de pánico a algunas de nuestras niñas más chiquitas, porque pensaron que nos iban a llevar a la cárcel. Tuvimos que calmar a las niñas, y a la gente de seguridad universitaria les dijimos que teníamos una década entrenando aquí, y ellos nos respondieron que no teníamos el ‘documento’ que lo avalara”.
Para colocar en contexto, de acuerdo con organizaciones no gubernamentales, 18 de las 32 entidades federativas, es decir, el 56% del territorio nacional, se encuentra formalmente declarado en Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVG). La Máxima Casa de Estudios no es excluyente. De enero a noviembre de 2018 se han contabilizado 760 carpetas por feminicidio en México.
En el intento de actuar institucionalmente, “porque somos universitarios –señaló la coach–, esa misma semana nos acercamos a la Dirección de Actividades Universitarias a preguntar qué trámites nos requerían, y nos pidieron que entregáramos la lista de las jugadoras que integran el equipo.”
Explicó que “les entregamos esas listas, las cuales, desde nuestro punto de vista, tenían que ser tratadas con cuidado y seriedad, porque contenían los datos de niñas chiquitas, de adolescentes, datos como sus nombres, sus edades, sus direcciones”.
Aunque el equipo Pumas Blanco Flag entregó la información solicitada por las autoridades de la UNAM, denunció la coach:
“Nunca nos expidieron el documento (de autorización para usar el campo 5), y luego, por nuestra cuenta, fuimos a consultar con los otros equipos que dan uso a las instalaciones deportivas, y nos dijeron que ellos tampoco contaban con ningún documento. Es decir, nos dimos cuenta que éramos las únicas a las que les estaban imponiendo ese requisito”.
A lo largo del año 2018, señaló la entrenadora, el acoso continuó:
“Estuvieron viniendo cada fin de semana: nos cambiaron los candados, no nos abrían, nos mandaban gente a sacarnos, tuvimos que entrenar en otros campos, tuvimos que salir a entrenar a Las Islas; a algunas de las jugadoras que tenían beca deportiva, se las cancelaron; y finalmente nos excluyeron de la Universiada (encuentro deportivo universitario)”.
La razón de este hostigamiento, lamentó, es que “nos quieren cobrar, esa es la instrucción que dio la Dirección de Actividades Deportivas, tal como nos informaron. Dicen que el cobro es primero nada más para las jugadoras externas, pero desde nuestro punto de vista eso está mal, porque nosotros, el coach asistente y yo, no pedimos un peso por lo que hacemos, entonces, ¿para qué quieren dinero?”
En temporadas pasadas, lamentó, esta misma imposición de cuotas ya generó la desaparición de la liga de futbol americano “Babys”, y a la liga infantil “le impusieron de una temporada para la otra una cuota de casi cuatro mil pesos por niño, y aunque los papás aceptaron pagar, ese dinero no se ve reflejado en las instalaciones”.
Para el año 2019, señaló la coach, el equipo Pumas Blanco Flag recibió lo que creyó era una señal positiva, y un anuncio del cese del hostigamiento: una notificación de que sería equipo representativo de la UNAM ante la Liga de Flag-Futbol Femenil Mexicana, a través de un oficio emitido el 12 de enero.
Sin embargo, una semana después, el 19 de enero, cuando el equipo se congregó en el campo 5 de CU para su primer práctica deportiva del año, se encontró con que personal de la UNAM ya los esperaba, para condicionarles el acceso.
“Vino un representante del área financiera a tomar lista de las niñas –denunció la coach–, nosotras le preguntamos para qué querían hacer una lista, si ya les habíamos dado toda esa información, y nos respondió que era falso, que nunca habíamos enviado la lista de jugadoras, lo cual creemos que es muy grave, porque entonces esos documentos que nosotros entregamos, con información personal de las niñas, desapareció.”
Además, denunció, junto con el representante del área de finanzas de la UNAM, se presentó un funcionario de Extensión Universitaria, quien les informó que no podían usar el campo “porque no éramos equipo representativo de la UNAM, aunque una semana antes nos habían mandado un oficio reconociéndonos esa condición, entonces –protestó la entrenadora– ¿a qué estamos jugando?”.
La entrenadora subrayó que la defensa de su derecho a usar estas instalaciones “no es un capricho, los espacios aquí en México para las mujeres son muy restringidos, y que la misma Universidad nos restrinja esos espacios no me parece correcto.
“No es correcto –destacó– mandar patrullas a sacarnos del campo, prefieren que entrenemos afuera, donde las autoridades no se han encargado de combatir la droga –distribución y consumo–. ¿Por qué se empeñan a sacar un grupo de cien mujeres, abrumadoramente niñas y adolescentes, del lugar en el que hacen deporte, y no a los que venden y consumen droga en la Universidad? ¿Por qué no van y les pasan lista a ellos? ¿Por qué sí les preocupa que un grupo de niñas use un campo cercado, y no se preocupan por el tema de la seguridad fuera de la cerca?”
DISCRIMINACIÓN DE GÉNERO
La coach Judith Rodríguez consideró, además, que el trato otorgado por las autoridades universitarias al equipo Pumas Blanco Flag evidencia también un sesgo machista, ya que su actitud con los equipos varoniles es diferente, y puso varios ejemplos.
“A los equipos de hombres, tanto de la liga intermedia como de la liga mayor, les permiten aceptar jugadores externos y no les hacen ningún cobro, ¿por qué a nosotras sí? A los jugadores de la liga mayor les dan alimentación, les dan vitaminas, y para nosotras el apoyo es nulo.”
Esta crítica, subrayó, no va dirigida a los equipos varoniles.
“Nosotras no nos quejamos de que les den esos apoyos a los equipos varoniles, qué bueno, ellos son nuestros compañeros, son nuestros hermanos de institución y los apoyamos en todos los partidos, lo único que pedimos es que el trato sea parejo.”
De las ligas varoniles, añadió, “muchos integrantes nos han expresado su apoyo. De hecho, los de la liga mayor varonil en alguna ocasión vinieron a ver si (las autoridades) nos estaban molestando, hemos recibido su apoyo en redes, nos han mandado mensajes, y de repente vienen y se dan una vuelta para ver las prácticas, como nosotras los apoyamos a ellos, pero sabemos que ellos no se pueden meter mucho, porque ellos también están enfrentando sus propios problemas en sus equipos”.
–¿Qué esperan de las autoridades? , se pregunta a la coach.
–Nosotras esperamos que el rector de la UNAM, Enrique Graue, pueda escuchar lo que está pasando con nuestro equipo, que conozca el proyecto, que se acerque a nosotras, que conozca a las jugadoras, y si el rector no nos escucha, pedimos al presidente que nos apoye, nosotros estamos a favor de cómo está manejando las cosas: haz más con menos dinero, no quieras lucrar con el deporte, abre los espacios para las mujeres, no discrimines, los espacios para las mujeres no son muchos, y hay mucha violencia, entonces, son los espacios que debemos mantener.
LA UNAM SE CONTRADICE
Luego de que las integrantes del equipo femenil de flag-futbol Pumas Blanco Flag denunciaran que desde 2018 han sido víctimas de hostigamiento por parte de autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de México, con el objetivo de imponerles cuotas económicas para permitirles desarrollar su práctica deportiva, esta casa de estudios desacreditó a las jugadoras.
Por medio de una misiva enviada a la redacción de Animal Político, informó que no integran un “equipo formal de la UNAM” y que operan “de manera irregular”.
La misiva de la Dirección General de Deporte Universitario de la UNAM (enviada el 26 de febrero, aunque fechada un día antes), establece que este equipo deportivo “sin autorización oficial, desde hace años consiguió la llave del campo 5 de futbol americano (de Ciudad Universitaria) para entrar sin solicitar el campo formalmente”, y asegura que este equipo femenil “ha hecho uso del nombre y los logos de Pumas sin la autorización de la institución”.
Estas acusaciones formuladas por la UNAM en su misiva, sin embargo, entran en contradicción con otro documento oficial, también elaborado por la Dirección General del Deporte Universitario, pero en enero pasado, y al que Animal Político tuvo acceso, según el cual,Pumas Blanco Flag sí es un equipo formal de la Universidad Nacional, sí tiene derecho a accesar a sus instalaciones, y sí cuenta con autorización para usar los logos y el nombre “Pumas”.
Según el oficio DGDU/DORD/35/2019, emitido por la Director General del Deporte Universitario el 19 de enero de 2019, la UNAM cuenta “con dos equipos representativos de futbol flag en sus diferentes categorías, Pumas Oro y Pumas Blanco, los cuales participarán en los torneos organizados por las asociaciones afiliadas a la Federación Mexicana de Futbol Americano”.
Este documento oficial establece, además, que en su condición de equipos “representativos” de la UNAM, Pumas Oro y Pumas Blanco Flag “son los únicos autorizados para utilizar el mote, los colores oficiales y las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México”.
De hecho, mientras que la carta dirigida por la UNAM a la redacción de Animal Político (en la que formula estas acusaciones contra las jugadoras) no va firmada por nadie, ni cuenta con una clave de identificación administrativa, el oficio DGU/DORD/35/2019 (en el que se reconoce a Pumas Blanco Flag como equipo representativo con derechos plenos) sí va firmado por un representante de la UNAM: el licenciado Alejandro Fernández Varela Jiménez, director general de deporte universitario.
¿Quién dice la verdad?
Tal como reportó Animal Político este 26 de febrero, el equipo Pumas Blanco Flag está conformado por un centenar de alumnas, exalumnas, trabajadoras, hijas de todas ellas, y también por jugadoras externas a la UNAM, y se fundó hace diez años como una iniciativa deportiva de estudiantes de la misma casa de estudios, operando siempre de forma gratuita.
Pese a ello, en la misiva dirigida por la UNAM a Animal Político, esta institución acusó a los entrenadores de Pumas Blanco Flag de mentir al afirmar que realizan esta labor gratuitamente, ya que, aseguró la casa de estudios, a las jugadoras les cobran “una cuota de 4 mil pesos por temporada, sin entregarles recibo alguno, lo cual es un procedimiento a todas luces irregular para la UNAM, pues sin autorización se usan sus instalaciones y una persona ajena a esta casa de estudios hace cobros, supuestamente con su representación”.
La UNAM afirmó en su misiva que la queja sobre esos supuestos cobros irregulares de 4 mil pesos fue formulada por “algunos padres de familia”, aunque sin dar mayores detalles de los supuestos denunciantes, de la fecha de esa denuncia, ni del folio asignado a dicha queja.
INCONFORMIDAD DE PADRES
Para poder verificar esta información difundida por la UNAM, Animal Político consultó a padres y madres de familia cuyas hijas son parte del equipo Pumas Blanco Flag, quienes en todos los casos negaron la acusación de la casa de estudios.
Fernando Hernández Cuadros, por ejemplo, es un arquitecto egresado de la UNAM, y su hija de 15 años es estudiante de la Universidad, en nivel preparatoria.
Al ser cuestionado en torno a la existencia de esta supuesta cuota de 4 mil pesos, Fernando tajantemente aseguró que “es una mentira del tamaño del mundo, y es penoso que las autoridades de la UNAM se manejen de esta manera”.
Los padres y madres de las jugadoras, explicó, “pagamos a veces 20 pesos, o 50 pesos, pero se trata de una cooperación que llegamos a hacer entre todos, para pagar a los árbitros cuando llega a haber juego contra otro equipo, o para comprar un balón para entrenar.
“Para usar un campo de juego en enfrentamientos formales, y en cada temporada quizás terminamos pagando 500 pesos, 550 pesos, para estos conceptos, pero no se trata de una cuota, acá no hay un cobro, y menos de 4 mil pesos, eso es falso y estoy molesto por esta respuesta de la UNAM, que es indigna”.
Al difundir esta “mentira” sobre el supuesto cobro de 4 mil pesos por jugadora, explicó el padre de familia, “nos podemos hacer una idea de qué tipo de gente sin escrúpulos está como autoridad deportiva en la UNAM, decir esa mentira nos da una idea muy clara de la calidad moral y ética de estos funcionarios”.
Por su parte, Mariana, también egresada de la UNAM, y con su hija en Pumas Blanco Flag, explicó:
“Nunca he pagado algo así (4 mil pesos por temporada anual). Por el contrario, yo creo que la UNAM está mintiendo, porque con todo, balones, árbitros en los juegos, quizás pagamos 500 pesos por temporada, o menos, porque la coach Judith y el coach Perro (coach asistente) no cobran absolutamente nada por entrenar a nuestras hijas, y ellos son personas muy comprometidas, están todos los fines de semana ahí, no importa si tiene gripa, si se sienten mal, ahí están”.
Mariana, de hecho, se considera a sí misma un ejemplo de la fortaleza que este equipo ha permitido generar en sus integrantes, ya que, señaló, “yo también jugué en Pumas Blanco Flag”.
Hace ocho años, explica, su hija de diez años sufrió un padecimiento de salud, por el que tuvo que ser sometida a una intervención quirúrgica, cuya convalecencia le causó a la menor nuevos problemas de salud.
Ante ello, recordó Mariana, “me recomendaron este deporte, el flag-futbol, porque es una actividad muy completa, y entonces llevé a mi hija a Pumas Blanco Flag… pero mi hija estaba chica todavía, tenía diez años, y no quería participar. Entonces, yo también me integré al equipo, y entrené junto con mi hija, jugué con mi hija, y eso a nosotras nos unió muchísimo”.
Ahora, presume orgullosa, “mi hija tiene 18 años, sigue siendo parte del equipo, y tiene mucha comunicación conmigo, nunca ha tenido problemas de drogas, de alcohol, o de que ya no quiere estudiar, se ha vuelto competitiva, fuerte, nadie la puede manipular, y esas son las enseñanzas que la coach Judith le ha dado”.
UNAM: Alma Máter desnaturalizada.