Murió Alfredo López Austin

Por Humberto Musacchio

Diez años sin Miguel Ángel Granados Chapa.

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 19 de octubre de 2021.- Alfredo López Austin era de los grandes que tienden la mano solidaria a los pequeños. El sabio juarense era de una sencillez que iluminaba lugares, personas, vocaciones, obras… Rosario Reyes escribió en El Sol de México que las iniciales del maestro se leen como ALA, y que precisamente dotó de alas a sus alumnos para emprender un vuelo interminable por la historia de México, como lo hizo él a lo largo de su provechosa existencia, guiado por la convicción de que en la ciencia las búsquedas son permanentes, interminables, y los mitos resultan elementos clave para entender la realidad. López Austin deja un legado rico en contenido, pero también en la forma, pues la suya es una obra escrita y vivida con amor por el conocimiento, por el pasado y el presente, por los mexicanos de antes y los de ahora.

CAZALS, OTRA GRAN PÉRDIDA

Todavía bajo el golpe que significó el deceso de López Austin, nos enteramos de la muerte de otra figura mayor, entrañable: el cineasta Felipe Cazals, nacido en 1937, aunque no se sabe si en España (su padre era republicano) o en Francia, aunque fue registrado en Zapopan como mexicano, que de veras lo fue. La última película que dirigió fue Ciudadano Buelna, terminada a fines de 2012, pero estrenada tres años después. Además de su riquísima filmografía, deja el libro Cuatro guiones para cine, editado por la UNAM en 2012. Después de eso, con Gerardo de la Torre trabajó mucho en un guion sobre los Niños de Morelia, que ganó un premio en el Festival de La Habana, aunque no llegó a filmarse. Hombre de izquierda, pero alérgico al arte panfletario, el empeño de sus últimos años se centró en una historia sobre Benita Galeana, legendaria militante comunista. Su deceso, por cáncer de esófago, es una inmensa pérdida para nuestro cine.

LA JOVEN DE AMAJAC, A REFORMA

En la glorieta donde estuvo el monumento a Colón se colocará una réplica de seis metros de alto de La Joven de Amajac, escultura prehispánica de la cultura huasteca. La pieza representa a una joven de apariencia aristocrática y fue elaborada entre los años 1450 y 1521 de la era contemporánea. En defensa del monumento a Colón, escribió Bolfy Cottom en El Universal: “no tenemos derecho a eliminar símbolos que —nos guste o no— forman parte de nuestra historia”. Pues sí, pero un monumento es siempre para rendir homenaje a alguien o algo. Y como no cabe rendir pleitesía a la barbarie colonialista ni es procedente destruir el monumento a Colón, lo aconsejable es meter el conjunto de marras a un Museo de los Horrores Históricos”.

JUÁREZ, COLÓN Y TELLO DÍAZ

Carlos Tello Díaz escribió (Milenio 14/X/21) que hubo continuidad en la visión de la historia “a mediados del siglo XIX” porque MaximilianoJuárezLerdo y Porfirio Díaz –dice Tello– “estuvieron de acuerdo en levantar una estatua a Colón en la calzada de la Reforma”. Lamentablemente no menciona la fuente donde leyó que Juárez habría promovido la erección de tal monumento. El Benemérito murió en 1872 y fue hasta el año siguiente, en París, que Antonio Escandón (miembro del grupo de traidores que fueron de pompas prontas a Miramar para traerse a Maximiliano) encargó en París la obra a Charles Cordier, la que llegó a México en 1875 y fue instalada dos años después en la glorieta que tomó el nombre del marino genocida. Así pues, no hay tal “continuidad en la visión de la historia”. Más adelante el mismo autor cita a Porfirio Díaz, para quien otra estatua, la de Cuauhtémoc, pertenece por su estilo “a la escuela Azteca”, y Tello, para respaldar al dictador, agrega que “el estilo del basamento pertenecía, en efecto, a la escuela Azteca”, pese a que los motivos ornamentales fueron copiados de Uxmal y Palenque, ciudades mayas, y de Mitla (zapoteca-mixteca) y las “panteras egipcias” no son fauna americana.

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