El Covid-19 los encontró
Fotografías: Sashenka Gutíerrez / EFE
Por Karina Álvarez
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 11 de junio de 2020.- El día que la iban a entubar, Mari pidió un pedazo de papel y una pluma, ahí escribiría las últimas palabras que le diría a su familia. Ya habían pasado días desde que llegara al hospital y su salud no mejoraba; los médicos habían decidido entubarla, ella creía que era el pase directo a la muerte.
Quince días antes, Rubén tenía horas tratando de internar a su esposa en el Hospital General de Tláhuac. Mari peleaba desde hacía horas para poder respirar, ardía en fiebre y estaba completamente débil. Era el 28 de abril.
Al mismo tiempo, los fotógrafos Sashénka Gutiérrez y Pedro Pardo salían del panteón de Iztapalapa, donde llevaban también horas cazando alguna buena foto sobre los muertos por Covid-19. “El día estaba tranquilo”–, recuerda Sashénka –, entonces decidieron darse un rol por la zona oriente de la Ciudad de México, para encontrar mejores opciones a retratar.
Casi acababan de llegar cerca del área de urgencias del Hospital General de Tláhuac, cuando Rubén los vio a la distancia, les hizo señas, mismas que al principio los fotorreporteros ignoraron.
“Dudamos que fuera para nosotros, porque generalmente nos corren de los lugares”, recuerda la fotógrafa; pero la insistencia de Rubén fue tal, que decidieron acercarse.
El hombre, mayor a los 50 años, les dijo que en el hospital no querían atender a su esposa porque estaba lleno, pero la mujer ya no podía respirar, estaba muy mal; la llevaba en un vocho viejo, les pidió que la fotografiaran.
“Le hicimos las fotos. Metimos las cámaras por las puertas del carro, fue muy rápido. Después nos dijo que iba al (hospital) Belisario Domínguez, le pedimos acompañarlo. Cuando llegamos al otro hospital y nos bajamos de la camioneta, corrimos hacia una reja donde se ve a toda la gente que ingresa por el área de urgencias.
“El señor salió corriendo hacia nosotros y dijo que sí la iban a ingresar; le pedí su número y en la noche lo llamé. Resulta que al final la señora no fue internada en ese hospital porque estaba también lleno y seguían esperando en urgencias. Él no sabía qué hacer, estaba desesperado, esperó al otro día y la llevó al Enrique Cabrera, ahí la recibieron”.
Las imágenes fueron publicadas en el periódico Milenio al día siguiente. Ese mismo día el presidente Andrés Manuel López Obrador criticó el suceso, diciendo que era mentira que la mujer estuviese enferma de Covid, pues hasta ese momento creía que este mal era mínimo.
A los pocos días de estar hospitalizada, el hijo menor de la pareja, Rubén, de 30 años, también dio positivo de Covid-19, él fue internado en el Hospital Belisario Domínguez, salió a los 15 días, mismo tiempo en que su madre fue trasladada al Centro Banamex, donde la atención y el servicio fueron completamente distintos.
En los otros hospitales Rubén no podía estar cerca de su esposa ni entrar con celular, en este último ya pudo comunicarse con toda su familia para darles informes de la salud de Mari. El lunes pasado, fue dada de alta; su salud, aunque estable, aún es delicada.
Durante este tiempo Sashénka y Rubén entablaron una comunicación constante para estar al pendiente de Mari, la fotógrafa se ganó la confianza de la familia, con quienes no ha perdido el contacto hasta el momento.
Rubén lleva desde de marzo sin poder trabajar, el cuidado de su esposa e hijo le llevó a gastar los ahorros que durante meses él y Mari guardaron para la construcción de su casa. El hombre trabaja de todo, desde colocación de vallas para eventos deportivos, pasando por la plomería, la albañilería, la mecánica y la elaboración del amaranto.
“Mari sigue sin salir de su casa. Por recomendaciones médicas, tiene que seguir ciertas medidas cuando estén todos juntos; todo lo que Mari toque se tiene que desinfectar, tiene sus platos aparte, de hecho, aún no ve a sus otros tres hijos, más que a Rubén (el menor) que vive con ellos, pero no se pueden tocar. Mari debe fortalecer sus pulmones, hacer ejercicio para fortalecerse, bajó mucho de peso, pero ahí la lleva”, asegura Sashénka.
Ahora, la preocupación para Rubén es, por un lado, la economía, y por el otro, la discriminación que han vivido por parte de los habitantes de su colonia.
“Rubén cuenta que muchos vecinos les han hecho el fuchi, como que les dicen que ellos inventaron todo para llamar la atención y que la gente les diera dinero. Hay vecinos que se cruzan la acera cuando los ven caminando por la misma”, lamenta la periodista.
Hasta el momento Mari ignora cómo se contagió, ella es enfermera y cuidaba a personas, la descansaron y se fue a su casa; en ese momento ella no creía en el Covid, iba al mercado, al deportivo cercano, y no sabe aún dónde se contagió.
Cuando estuvo internada, dos veces la intentaron entubar, pero se resistió, había visto cómo decenas de personas con su mismo diagnóstico una vez entubadas ya no tenían esperanza de vida.
La nota que escribió el día que pensó que moriría, nunca fue leída ni entregada a sus familiares, simplemente no hubo necesidad.