Periodistas Unidos. Ciudad de México. 26 de octubre de 2021.- Darle “una sacudida” a la UNAM demanda el presidente López Obrador, porque, a su juicio, la institución ha sido cooptada por el neoliberalismo, y como prueba señaló que el movimiento #Yosoy132 no surgió ahí, sino en una universidad privada, la Iberoamericana. Sí, pero al día siguiente se levantaron las universidades públicas y Peña Nieto no se atrevió a poner un pie en ellas. AMLO afirmó que “muchísimos académicos e intelectuales de la universidad (de la UNAM, se supone) se dedicaron a legitimar la privatización. Salinas los cooptó a casi todos”, y preguntó: “¿Dónde están los economistas de la UNAM que defienden un modelo alternativo al neoliberal?”. Le pueden responder nueve miembros de su gabinete y doña Ifigenia Martínez, todos ellos unamitas. Agregó que le gustaría tener en su gobierno más egresados de la UNAM, pero “no hay, están en los despachos, se perdió la emoción social…”. Bueno, no precisamente, pues el Estado no tiene empleos para ellos, y sobre la emoción social hay que recordar que lo mejor de sus profesores e investigadores y, por supuesto, sus estudiantes, son de los mexicanos con mayor sensibilidad social.
BIEN EL QUÉ, NO EL CÓMO
La universidad pública, en casi todo el mundo, atraviesa por una larga crisis muy emparentada con el extraordinario desarrollo científico-técnico de las últimas décadas. En España la queja es que la universidad no prepara para el trabajo, algo que sobradamente conocemos en México, donde los egresados aceptan una chamba cualquiera para sobrevivir, porque existe un desfase en lo que se enseña y lo que necesita la economía. En algunas especialidades no se preparan los cuadros que requiere la sociedad, pues hay un déficit de 103 mil médicos, según declaró el secretario de Salud, Jorge Alcocer, pero los gobiernos presionan para limitar el ingreso. De este modo, cabe decir que la crítica presidencial a la UNAM y otras universidades públicas es en buena medida acertada, pero resulta injusto generalizar. Lamentablemente, las autoridades de la UNAM se negaron a recoger el guante y no fueron capaces de anunciar una gran reforma de planes y programas de estudio, de mejores condiciones para el 75% del personal docente que recibe salarios miserables, de un proyecto de rigor y productividad en la investigación científica y humanística, de mayor eficacia en la difusión cultural y de un acuerdo disciplinario consensuado con estudiantes, profesores y empleados. Lo plausible es que el debate ya se abrió. Veremos hasta dónde llega.
LA ZONA ROSA Y LAS PECAS
Murió Montserrat Pecanins, quien, con sus hermanas, las ya finadas Teresa y Ana María, en 1964 abrió la galería de arte que fue cuartel general del movimiento de Ruptura e inevitable punto de encuentro en la entonces refinada Zona Rosa. Los intelectuales y artistas de ese tiempo recordarán con nostalgia la callecita de Copenhague, donde estaban El Perro Andaluz y la sala de arte de “las Pecas”, como las llamaban sus amigos. Con la decadencia zonarrocera, la galería pasó a la calle de Durango, pero ya no fue lo mismo. Era otro lugar, otro tiempo y otra sensibilidad. Ni hablar.
LA HISTORIA EN LENGUAS INDÍGENAS
El Colegio de México acaba de publicar cuatro cuadernos con el texto De la independencia a la consolidación republicana, de Josefina Zoraida Vázquez, el que fue traducido al náhuatl por Jesús Alberto Flores Martínez, al matlatzinca por Leonardo Carranza Martínez, al tlahuica por Rocío Sabino Nava y Jaime Gómez Cervantes, y al maya por Wildernain Villegas Carrillo, Gladis Carolina Che Dzib, Paulino Eleazar Ek Martín e Ismael Briceño Mukul. Los tres primeros aparecen en coedición con la Universidad Intercultural del Estado de México, en tanto que la versión maya se hizo con la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo. Indiscutiblemente es un esfuerzo loable.
Amada UNAM, UNAM amada.