Covid-19 e internet
Foto: Rogelio Morales / Cuartoscuro
Por Miguel Ángel Ferrer
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 08 de febrero de 2021.- En México y en el mundo hasta las personas menos instruidas y lúcidas comprenden que en el caso de contagio de una forma grave de covid-19 salvar la vida y recuperar la salud con atención médica y hospitalaria privadas sólo está al alcance de individuos muy adinerados.
Y lo mismo puede decirse de otros padecimientos graves: la salud privada está fuera del alcance de la inmensa mayoría de la población planetaria. Pero, aún así, existe una corriente de pensamiento que rechaza la intervención y participación del sector público en el área de la salud.
En el caso de la vacunación para prevenir el covid-19, la necesidad de la intervención pública es todavía, si cabe, mucho más evidente, pues hay que vacunar a miles de millones de personas alrededor del mundo. Digamos que a casi el total de la especie humana, algo así como siete mil millones de personas.
Qué empresa, qué capital privado está en condiciones de cumplir cabal y totalmente esa tarea. Dejar la vacunación en manos privadas implicaría dejar a la humanidad a su suerte frente al covid-19.
Una cosa semejante puede decirse con respecto a la investigación científica en materia de vacunación. Es bien sabido que en todo el planeta la mayor y más decisiva parte del financiamiento en la materia se realiza con dinero público. Y lo mismo ocurre con la tarea física de la vacunación. O lo hace el Estado o nadie lo hace. Esta es la historia de todas las vacunas desde la invención-descubrimiento de la inmunización contra la viruela a fines del siglo XVIII por Edward Jenner.
Los costos materiales y financieros de una vacunación masiva están fuera del alcance de cualquier empresa privada. Y no sólo los costos económicos, sino también la logística y la necesaria voluntad de acometer la ingente tarea.
Pero lo mismo ocurre en otros ámbitos de la vida social. Es el caso de otros bienes y servicios, como la educación, el agua potable y la generación de electricidad que, en manos del capital privado, quedan fuera del alcance de la mayoría de la población humana.
Eso mismo acontece ahora en el caso del internet. Es inmensa la mayoría de individuos sin acceso a la red con el actual esquema privado. El desarrollo, entendido como la mejoría en el nivel y en la calidad de vida del ser humano es simplemente incompatible e inalcanzable en los estrechos márgenes de la propiedad y la gestión privadas. Y, dolorosamente, el covid-19 nos lo ha vuelto a recordar.