Covid: el verbo y los hechos

Foto: Cuartoscuro

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 26 de diciembre de 2020.- En la Ciudad de México no hay camas para quienes necesitan hospitalización. Eso informan los medios de comunicación y las respuestas oficiales son vagas, titubeantes o discutibles. Ante la incontenible alza de casos, es de suponerse que falten espacios para atender a los contagiados, pero si los hay, las autoridades deberían dar a conocer diariamente en la forma más amplia e intensa, con toda precisión, la lista de los lugares que están saturados y de aquellos que todavía pueden recibir enfermos.

En este mes de diciembre el gobierno federal y el de la Ciudad de México están favoreciendo con fortunas en publicidad a un solo medio. Los anuncios exaltan los “logros” del actual gobierno, lo maravillosos que son sus proyectos, como el muy prescindible nuevo Chapultepec y, en el mejor de los casos, informan de generalidades sobre la covid-19, hacen recomendaciones como ponerse la mascarilla, lavarse las manos, no salir de su casa, evitar las aglomeraciones y cosas por el estilo, con los pésimos resultados que hemos podido constatar.

Ese gasto propagandístico bien podría emplearse para darle la más amplia difusión al número telefónico para solicitar una ambulancia y a la lista de sanatorios en los que hay lugar, pues si los enfermos andan de hospital en hospital buscando ser atendidos, el tiempo que pierden puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

El llamado que se ha hecho cada vez con mayor insistencia es el que pide a la gente guardarse en casa, algo que, para un altísimo porcentaje de la población, anda entre lo difícil y lo imposible. Para mantener en su hogar a quienes hoy salen a ganarse la vida hace falta un plan para llevar alimentos, agua y servicios médicos hasta el domicilio de las familias más necesitadas.

La actitud oficial durante diez meses fue menospreciar el empleo de mascarilla y hasta descalificarla como forma de prevención. Hoy, por fortuna, el doctor López-Gatell y el Presidente de la República llaman a ponerse cubrebocas. Pero son llamados que de nada sirven cuando los más altos funcionarios públicos no hacen lo que recomiendan y, al no predicar con el ejemplo, sus exhortos son y serán como las llamadas a misa.

Estamos en una situación extraordinaria y se requiere una legislación de urgencia para hacerle frente. Es indispensable impedir que potenciales fuentes de contagio deambulen libremente por las calles y las zonas de mayor aglomeración. Lamentablemente, el gobierno de AMLO viene repitiendo que no es represor, y está muy bien que no recurra a la represión cuando se trata de movimientos sociales legítimos. Pero algo muy distinto es que, por indolencia, miedo o ignorancia, la autoridad se niegue a cumplir y hacer cumplir la ley. La Constitución garantiza el libre tránsito, sí, pero es deber de la autoridad impedir que alguien cruce un río a punto de desbordarse o meterse a un inmueble que se está derrumbando.

La Cámara de Diputados y la de Senadores tampoco han mostrado interés en proteger la salud de la población. Desde hace meses debió discutirse lo que puede hacer el Poder Legislativo para impedir el contagio, pero en San Lázaro y en Paseo de la Reforma están muy ocupados en las pequeñas grillas de siempre, tanto Morena como la oposición.

Bienvenidos los 500 médicos cubanos que llegan a respaldar los esfuerzos de nuestro personal de salud. Tienen un amplio reconocimiento por su exitosa forma de afrontar las emergencias sanitarias. Con buena difusión de sus especialidades, lugares de trabajo y otros aspectos se aprovechará mejor su estancia en México.

En medio de todo, hay poco lugar para el optimismo, pues, por ejemplo, el personal que está siendo capacitado para aplicar las vacunas es obligado a guardar en secreto lo que se le enseña, algo que, además de ridículo, es sospechoso. Pero al parecer no hay la intención de informar debidamente a la población. Las conferencias del doctor López-Gatell suelen ser repetitivas, sus respuestas insuficientes y sus actitudes más atentas al interés del gobierno que a la salud social. Es plausible que López Obrador haya suspendido sus giras, aunque tuvieron que pasar diez meses de pandemia para que adoptara esa decisión. En fin, al menos ya empieza la vacunación. ¡Resiste, México!

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