Desigualdad y democracia

Por Jorge Meléndez Preciado

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 06 de junio de 2021.- Lo dijo correctamente el maestro hindú, Amartya Sen: “La desigualdad erosiona la democracia”, y, desgraciadamente, en estos tiempos de pandemia la inequitativa distribución de la riqueza aumentó, lejos de amainar.

En América Latina, uno de los continentes más desequilibrados, el número de milmillonarios aumentó en 40 por ciento.

Según estadísticas de la ONU, el 20 por ciento de la población acumula el 94 por ciento de la riqueza mundial; en tanto el 80 por ciento está en la penuria constante. Pero incluso entre esos pocos hay clases, ya que el dos por ciento de ricotes amasan la mitad de la cantidad de fortunas.

Incluso 300 personas tienen la misma cantidad de dinero que tres mil millones de individuos.

Mientras tanto, cerca de siete mil millones de personas viven en el inframundo. Por eso vemos las imágenes de niños cadavéricos y madres que no les pueden dar alimentación de su cuerpo porque están desnutridas al máximo.

De 223 billones de dólares que es la riqueza mundial, el uno por ciento maneja el 80 por ciento de esa cantidad creada por todos, especialmente los trabajadores del campo y la ciudad. El 80 por ciento de esos que trabajan para hacer posible todo lo que compramos, se queda con el 6 por ciento de esa suma de productos, en ocasiones con defectos, anomalías, contaminación.

Los llamados filántropos, es cierto, dan anualmente 130 mil millones de dólares para actos de beneficencia de diverso tipo, desde alimentos y medicinas hasta educación y algunos aparatos indispensables para comunidades. ¡Bien! se diría.

Por explotación, los países ricos obtienen 900 mil millones de dólares. 600 mil millones por préstamos que son de una duración infinita y 500 mil millones de dólares en aranceles y otras medidas. En total al año quienes dan una bicoca a los pobretones, obtienen dos billones de dólares de extracciones.

130 mil millones en ayudas y dos billones en explotación, como diría el viejo y recordado: Carlos Marx.

La explotación y las diferencias han aumentado de la época colonial a la actualidad, en más de 80 por ciento, algo que continuará si no hay una nueva relación en los próximos decenios.

Ahora vayamos a nuestro continente americano. Acá dos mil 755 millonarios aumentaron su dinero en 86 por ciento en la pandemia (Rubén Martín, Sin Embargo). De ellos, Jeff Bezos llegó a una cantidad que se considera obscena, acumuló 177 mil millones de dólares en sus cuentas, por eso mandó construir el yate más grande del mundo (sic enloquecido).

En México, los millonarios más importantes poseen 2.8 billones de dólares, un tercio del Producto Interno Bruto (PIB), o sea, esta última la cantidad de riqueza que se crea en un año.

Los cinco más billetudos son: Carlos Slim, Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego, Alberto Bailleres y Juan Francisco Beckman.

Larrea obtuvo 146 por ciento de utilidades en este año negro.

En este grupo selecto está Carlos Hank Rohn, cuyo hermano, Jorge, quiso comprar a billetazos la gubernatura de Baja California, incluso algunos de sus aparentes oponentes declinaron a su favor.

La riqueza de los milmillonarios se compara con el ingreso que perciben 54.6 millones de trabajadores, con salario mínimo o más.

Dicen bien Amartya Sen: “La desigualdad erosiona la democracia”. ¿Lo entenderán los pobres que votarán por los ricos?

Una última consideración: la casi totalidad de las riquezas se hace por concesiones políticas a unos cuantos y por la explotación de los recursos de todos que se le otorgan generosamente a un puñado de vivales.

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