¿Efecto Pigmalión? Expectativa en balance

Por Paloma Escoto

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 20 de abril de 2023.- Más de alguna vez hemos caído en la trampa de la expectativa, hay quienes se la viven de derrota en derrota a causa de sus elevadas expectativas, esta no conoce de indultos, nos pasa a todos sin concesiones, si bien no a diario, alguna vez asumimos la expectativa como fe o esa esperanza acérrima que no queremos soltar, gustamos de la espera y sobrevaloramos cualquier cosa, situación, persona o grupos. Pasa en las religiones, en los grupos políticos, en las familias, con los amigos, en la relaciones amorosas, con los deseos y practicas en la vida, etc…

Hace muy poco me invitaron a participar en un proyecto que literalmente me movió el mundo entero, si tuviera que describirlo, fue como esa llamada a la escena profesional que tanto esperaba, fue una pandemia larga, he vivido 3 años ausente de la escena “del crimen”, por un lado la prolongada pandemia, por otro lado la maternidad deseada, esta invitación fue como si sonara una especie de alarma que me obligaba a salir del confort de la nueva cotidianidad, tal vez una oportunidad para reordenar las formas de mi quehacer como gestora cultural, como artista, escritora y como mamá, si bien este tiempo ha sido un regalo para revalidar todo, en especial, la decisión de lo que quiero seguir haciendo el resto de mi vida. Ahora que la claridad me viste, es indispensable asumir el valor máximo de mi tiempo bien gestionado, este que decido a quién se lo regalo y a quien se lo cobro.
Trato de no tener perdidas, aplico la frase “perdiendo también se gana”, o esta otra, “para dar un paso hacia adelante a veces es necesario dar tres hacía atrás para recapitular todo y recomenzar.”
Aprendí a leer entre líneas, a darme mi valor como persona y como profesional, a poner limites y a no dar de más, a ser paciente, a observar, callar, escuchar con cautela, a respetar el liderazgo del otro aunque me cause comezón o me desespere en sus tiempos y formas, a dejar que fluya y a no aferrarme ni por mucho amor al proyecto, aprendí a sumar si se puede sumar pero a no sumar más de lo que se me pide, era momento de hacerlo, era necesario aprender estas y otras formas. Lo llamo madurez estructural.
Con este proyecto tenía muchas expectativas, la mayoría enormes, entendí que tenia sentimientos involucrados porque me encariñe con el contexto, el personaje o los personajes y la historia, las posibilidades y los alcances, sin embargo, conforme pasaba el tiempo me di cuenta que el equipo y yo, no buscábamos lo mismo, y cuando esto pasa hay que equilibrar todo el proceso, las medidas y las formas, bajar el ritmo, muchas veces se trata de adaptarse y aceptar las cosas como son y no como queremos que sean, la vida siempre nos da oportunidades, algunas son para aceptar lo que no podemos cambiar y otras para cambiarlo todo. Cuando llegamos a cierta madurez profesional nos damos cuenta que muchas cosas no están en nuestras  manos, conocemos muchos códigos y creamos otros y más cuando se trata de trabajar en equipo, muchas cosas y muchas formas son esa suma colectiva que merece la pena tejerse, y ser pacientes, aprender a no elevar expectativas que posteriormente se convertirán en una bola de nieve de decepción y tristeza. Es por eso que aprender a ir despacio y sin elevadas exceptivas has sido una enorme ganancia más que un desgaste, pues sí, las expectativas elevadas al final resultan ser un enorme desgaste, un estira y afloja que al final, termina en un desinterés tremendo.
Les comparto el tipo de expectativas para quienes las desconozcan, tal vez nos ayude a colocarlas en el sitio correcto para mantener el control de nuestras emociones.

Tipos de Expectativas :

Expectativas predictivas‍

Con este tipo de expectativa, estamos casi seguros de lo que va a suceder en alguna situación cercana. Podemos imaginar, por ejemplo, lo que ocurrirá en la próxima entrevista de trabajo que tenemos agendada o en nuestra próxima cita con x o y persona. Funciona como una recreación de lo que esperamos que suceda.
Por lo general, estos pensamientos están estrechamente relacionados a situaciones similares vividas anteriormente, momentos parecidos que nos predisponen o, tal vez, se basan en experiencias de personas cercanas a nosotros. Además de imaginarnos un escenario, también mantenemos una expectativa en cuanto al estado de ánimo que podríamos tener: ¿estaremos felices, tristes, melancólicos? etc.

Expectativas normativas‍

Pensar que una persona no va a fumar en un espacio cerrado, que un funcionario público nos tratará con amabilidad o que una persona no verá su móvil mientras cruza una calle son algunas de las expectativas que forman parte de las normas que hemos asumido dentro de la sociedad.
Todos conocemos y compartimos ciertos valores, es la información disponible que tenemos como colectivo. Por lo tanto, esperamos que los demás se comporten de determinada manera en diferentes situaciones sociales.

Expectativas merecidas‍

Puede ser una de las expectativas más subjetivas que tenemos, ya que se alimentan de lo que creemos merecer, desde nuestro punto de vista. Por ejemplo, si somos buenos empleados (cumplimos con nuestras obligaciones, somos puntuales, tratamos a todos con respeto, y más), pensamos que el próximo ascenso será nuestro.
El problema de este tipo de pensamientos empieza cuando son irracionales. Aquí ignoramos los deseos de otros, no contamos con los imprevistos propios de la vida ni con la incertidumbre constante. Las consecuencias de esto son indignación y sufrimiento. El mundo no nos parece justo, pero no significa que lo sea. Es nuestra percepción.
Por lo tanto, las expectativas son, creencias, ilusiones o deseos que generamos en nosotras por varios factores, nuestros valores, la educación que recibimos, las expectativas pasadas, por ejemplo.
Generar expectativas sobre lo que debería suceder puede predisponernos a que suceda, en psicología lo denominan “efecto Pigmalión”. Este concepto viene del mito griego de Pigmalión, ¿lo ubican? Es el escultor que se enamoró de una de sus esculturas y le pide a los dioses que la hicieran real, que cobrara vida. Y sí, los dioses se lo concedieron. En ocasiones nos sucede, atraemos lo que deseamos, sin embargo, en ocasiones esto no pasa y entonces experimentamos frustración, enojo, decepción y es ahí cuando nuestras emociones se desestabilizan. Es ahí cuando debemos aprender a controlar nuestras expectativas midiéndolas con la realidad que se desnuda casi siempre frente a nuestro ojos. Muchos son los factores, existe la otra cara de la expectativa, así como nosotros tenemos expectativas sobre las cosas, situaciones o personas, también algunas personas tienen algunas expectativas sobre nosotros.
Paréntesis, no estoy diciendo que no tengamos sueños e ilusiones, no estoy diciendo que no deseemos, quiero decir que controlar el nivel de nuestras expectativas nos ayudara a controlar nuestras emociones, por supuesto, en muchas ocasiones y casos se necesita de mucho valor para que las cosas sucedan porque a veces se necesita solo de esa determinación en conjunto con las acciones correspondientes para que las cosas sucedan. Otra clave que evita el choque contra el muro es disfrutar el presente, aceptar el proceso y los tiempos sin dejar de actuar en consecuencia con lo que deseamos.
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