El futuro de “La vida por completar”
Foto: Cuartoscuro
Por Arturo Sandoval
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 23 de abril de 2020.- “Cuando pronuncias la palabra futuro, la primera sílaba ya pertenece al pasado”.-Wistawa Szymborska.
Desde China, se pasa a países de oriente, de Oceanía; rebota en Rusia, las Coreas y más países de Asia, así llega a Medio Oriente, Europa, un poco de África; salta a América sin dejar país contaminado por el COVID 19. Todos llevan estadísticas inexactas de los infectados, debido al haber gente contaminada y nunca lo supo, pero sí contaminó.
Los números de muertos por el virus, puede ser la estadística más cercana a la realidad, si se supiera la inexistencia del ocultamiento de cifras reales o si en verdad la causa de muerte fue directamente el virus. Tampoco los casos comprobados por los test, podrían ser verídicos.
Así, en este momento en México, estamos parecidos a otros países en deficiencias de datos reales ¿Qué tanto?, la verdad nunca se sabrá, ni los de aquí ni los del mundo. No hay rincón en el planeta donde se dé abasto para atender la pandemia: hospitales rebasados, funerarias también; médicos, enfermeras y trabajadores en hospitales sin la protección debida porque no alcanza el equipo especial, o no se distribuye correctamente.
La pesadilla parece no tener sólo tres etapas; se alarga en muchos países a 4,5 ó 6 meses; la economía colapsa y desaparece parte de la raza humana: directamente por la pandemia, por suicidios, por violencia familiar dentro de la cuarentena, por hambre, etcétera; macabro etcétera.
Mencioné en el artículo pasado la aparición de la Guía Bioética, para la administración de decisiones muy difíciles para los médicos de primera línea, cuando dictaminan quién es la persona con mayores posibilidades de vivir al entrar a terapia intensiva y a quién hacer a un lado por falta de lugar en esa terapia. Con esta Guía Bioética aún no oficial por ser un borrador, se quitarán esa pesada responsabilidad para dársela al Consejo médico.
Sin embargo el Consejo médico esta formado por humanos, por gente que quizás les quede alguna vez la duda en cierta decisión; pero acaso en un futuro no muy lejano, debido a toda la información de todos los casos en todo el mundo, se formen patrones para crear algoritmos y en segundos tomen la decisión por medio de tecnología de Inteligencia Artificial (IA), casi sin margen de error.
Desde luego, tendrá los historiales médicos de cada paciente, su ficha dental, su conducta social, sus gustos, sus datos sociales y familiares, sus defectos, su situación fiscal, sus propiedades, su huella, su reconocimiento facial y de iris, nivel escolar y su historia; no faltará un segundo en el registro de su vida. Me da la impresión de ser anacrónico, al parecer que esta tecnología existe desde hace lustros o décadas. Cuando re incio mi celular fuera de área de WiFi, se borra la fecha actual y aparece una fecha de 1969.
La incertidumbre dentro de la cuarentena se convierte en una especie de LSD en cada sándwich, quesadilla, lata de atún, pizza, taza de café, maullido de mis gatos, silencio intermitentemente interrumpido por el ligero sonar del refrigerador, o lo que sea; con tal de tener un válvula de escape en busca de la tranquilidad. “Ya no oigo el silbido del carro de camotes” ni esténtor de tamales oaxaqueños o el de fierros viejos, o artículos de limpieza ni el de bisquetes; vaya, ni una sirena a lo lejos.
NOTA: hoy, me parece que el “bendito Dios”, es el Dios de Spinoza, aquel que Albert Einstein hizo más famoso al mostrar su credo en él:
“Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.
Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.
¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa.
Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.
Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.
El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.
Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito…
¡No me encontrarás en ningún libro!
Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?
Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te crítico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.
Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice… yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias… de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad?
¿Qué clase de Dios puede hacer eso?
Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti.
Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.
Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas.
Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.
Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.
No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.
Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?… ¿Te divertiste? ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?…
Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.
Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy?
Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?… ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.
Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí.
Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas.
¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones?
No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro… ahí estoy, latiendo en ti”.
Baruch de Spinoza, filósofo holandés considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII.