Emilio Lozoya Austin o la ley de los fuertes
Por Jorge Meléndez Preciado
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 19 de diciembre de 2021.- El 17 de diciembre, si no ocurre algo extraño, el señor: Emilio Lozoya Austin empezará su juicio acerca de una serie de desfalcos en contra del estado mexicano (si existe todavía esa concepción).
Incluso hace poco, se informó que utilizó tarjetas de crédito oficiales por cerca de 30 millones de pesos. Una cantidad ridícula para un hombre que ha llevado una vida de ensueño y hasta una amante rusa, supuestamente metida en labores de espionaje, ha tenido.
Después de ocho posposiciones acerca de sus tropelías, por fin un juez (José Artemio Zúñiga) dijo ¡basta! y lo llevarán al banquillo de los acusados (esperamos).
Pero sea o no real lo que suceda en dicha fecha, lo que hemos visto es cómo a un junior (hijo de un padre del mismo nombre y apellido, aunque su segundo es Thalmann), y ligado desde la época de la Escuela Nacional de Economía, luego Facultad, a Carlos Salinas de Gortari, ha podido usar sus influencias con el fin de proteger a su vástago.
No obstante que el defraudador ha involucrado a su madre (Gilda Margarita Austin), hermana (Gilda Susana Lozoya) y esposa (Marielle Helene Eckes), quienes la están pasando no tan campante como el señor que cenaba pato laqueado con los parientes de los grupos de poder más importantes de nuestro país.
Los abogados de Emilio Lozoya han invertido en tiempo, recursos y pruebas de varios kilómetros de largo, algo que uno de los millones de presos por minucias (robarse unos artículos de primera necesidad en un supermercado), no se lo imaginarían.
Lo cual muestra cómo los libros señalan correctamente lo que es ser de la clase acomodad en este país y no sufrir las consecuencias.
Lo señala muy bien en su capítulo IV, titulado Gobernar, la autora de: No es normal (Editorial Grijalbo), Viri Ríos.
Dice en la página 171: “Esta sección exhibe cómo el Estado Mexicano gobierna anormalmente bien para los más ricos y anormalmente mal para los más pobres. Los pobres por lo general lidian con un Estado más corrupto y plagado de regulaciones anticuadas que inhiben el crecimiento de la clase media. Por el contrario, los ricos suelen tener una mejor interlocución con el poder, beneficios públicos directos y un Estado dispuesto a tenderles la mano en los momentos más duros”.
¿Alguien duda de lo anterior en el caso que hemos señalado? Pero si se necesitaran más pruebas allí están los documentales: Presunto Culpable y Duda Razonable. Historia de dos Secuestros de Roberto Hernández.
Ambos muestran claramente cómo a quienes no tienen padrinos, dinero, influencias los refunden en la cárcel no porque haya cometido algún delito, sino porque están impedidos de demostrar su inocencia y los magistrados se ensañan con ellos.
Así pues, el asunto del ex director de Pemex, que corrompió a otro importante, como Alonso Ancira, quien ya salió y está pagando menos de lo que se embolsó ilícitamente, es el lado opuesto de los sentenciados a modo.
Ahora, incluso se habla que Juan Ramón Collado, el abogado de los importantes: Carlos Salinas, Romero Deschamps y amigo de Diego Fernández de Cevallos, puede quedar libre por el famoso criterio de oportunidad, algo realmente beneficioso para unos cuantos.
Tiene razón Oswaldo Zavala, en su libro: Los cárteles no existen. Narcotráfico y cultura en México (Editorial Malpaso).
En las páginas 87 y 88 dice: “Al asumir que la soberanía del Estado se encuentra en crisis permanente, la oleada de migrantes, los refugiados políticos, los flujos volátiles del capital trasnacional y un derrotado sentido de nacionalismo se destacan como la realidad del siglo XXI”.
Y su siguiente capítulo del texto tiene como nombre: “Los carteles no existen. (Pero la violencia de Estado sí)”.
Y es dicha conjunción en donde se insertan los que trasgreden las leyes, aunque se ven beneficiados siempre por ciertas protecciones de quienes arriba decidan vidas y haciendas de millones.
El caso de Emilio Lozoya Austin es un reflejo de la decadencia de un sistema que se niega a reordenarse y acepta el autoritarismo como ley, en Estados Unidos, México y demás naciones del mundo.
@jamelendez44