Feminista, no queda de otra
Ilustración: @theancientgemstone
Por Paloma Escoto
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 21 de agosto de 2019.- Cientos de miles de opiniones que van de allá para acá, de polo a polo, estamos en la boca del mundo, hicimos retumbar el suelo, logramos aparecer en la primera plana, cosa que ni muertas, en las noticias de ese día y los siguientes amaneceres nos cobijaron, seguimos en los medios, seguimos en la mirada del mundo, seguimos en la boca del infierno que pensó había quemado cada pedazo de nosotras. Así se dan las noticias, algunos siguen desacreditando, restándole importancia a este feminicidio, hay quienes creen que exageramos, hay quién cree que nuestra perspectiva es la equivocada, seguimos siendo un caso aislado, el haber logrado desestabilizar la tranquilidad de los espectadores, sólo fue el inicio de las prácticas que están por venir.
Sólo se necesitaba un pequeño revolcón para convocar y provocar a las brujas, locas y lobas, es tan grande el hartazgo, era cuestión de minutos para que una carcajada de ira, un grito de dolor entrañado y un aullido terrenal, nos hiciera saltar a todas, y es que hace poco se empezaron a reunir las soledades, los silencios, lo que callábamos por miedo, esto tenía que suceder, la reunión del violento miedo logra una explosión aturdidora, #FuimosTodas , “las piedras sagradas” no tienen mayor valor cuando se trata de nuestra vida o la vida de nuestras hermanas, si bien es algo que ha ido pasando desde hace siglos, este siglo lo hemos hecho nuestro, el #NiunaMenos #NiunaMás va en serio, ¿qué se espera cuando vivimos 9 feminicidios diarios?, ¿qué se espera cuando vivimos 50 violaciones al día?, ¿qué se espera cuando estas a nada de ser la que sigue?
Se unen las voces y las historias que se negaron a escuchar hasta ahora, se une la voluntad de las mujeres que nos negamos a vivir en la violencia impuesta y en la fractura de la omisión, se une el hartazgo hacía la impunidad, hacía la indiferencia, hacía la injusticia. Se unen las abuelas que ardiendo se fueron de este mundo en dónde se pretendía mantenerlas en el olvido, se unen las madres que jamás volvieron a ver a sus hijas, se unen las hijas que fueron calladas, las que aparecieron con la tierra en la garganta y las que no han aparecido, aparecieron en esta transgresión social de la que se siguen quejando.
“Y no me mires así,
No me mires así, porque lo quemo todo, porque no es posible, no puede seguir siendo posible, ¡ni una menos!, se rompieron los vidrios, se rompieron las rejas de esta maldita prisión, se llenaron los monumento y los muros de la ira del no olvido, surgen las voces de esta sed de justicia.
Tu opinión ya no me importa, se rompió el corazón de todas, y a nadie le importó, acabaron con su vida y a nadie le importó, nos están matando y… Empieza a importar.”
La liberación femenina dejo de ser una utopía, la perseguimos con sueños que parecían ser lejanos, con acciones y decisiones que parecían jamás llegar, con la unidad que nos sigue costando destrabar pero que va, porque no tenemos de otra si lo que queremos es seguir con vida, el gran miedo de quienes sienten venir nuestros pasos, es el miedo de haber perdido el poder sobre nuestras vidas. El sistema está en crisis, parecíamos estar domadas, durante décadas sumisas, la emancipación llevaba el grito de una mujer que corría para salvar su vida.
Para los que sienten mucho dolor al ver la victoria alada grafitiada, deberán cuestionarse antes si esa victoria representa la etapa histórica que vivimos, deberemos cuestionarnos si el emblema del porfiriato sigue vigente, porque lo que sucedió el viernes 16 de agosto debería de ser lo más importante para todos y todas. No hay patrimonio sin nosotras. Y esto deberá quedar claro de ahora en adelante. Estoy segura que el Arq. Antonio Rivas Mercado no tendría ningún disgusto con lo que hicieron con su columna, fue padre de una feminista romántica imparable, mecenas de la cultura y el arte en México, quién seguramente de estar viva hubiera sido una de las miles de mujeres que levantaron la voz y el puño esa tarde, Antonieta Rivas Mercado, celebraría la liberación insurrecta que vivimos en esta actualidad donde lo que toca es defender y cuidar a nuestras niñas y a nuestras mujeres, entre todas, porque es lo único certero que tenemos, nuestras fuerzas, nuestro cuidado, las unas a las otras. Y sí, algunos hombres conscientes que crecen con sus hijas, algunos otros que crecen y desaprenden junto a nosotras, los que respetan nuestra lucha, los que luchan junto a nosotras, sin estovarnos y sí respaldando con lo que pueden y como pueden.
No fue contra Claudia Sheinbaum, quién ha sido congruente hasta el día de hoy con el feminismo que la distingue, no fue contra ella, quién sí, se expresó erróneamente, no seremos nosotras las inquisidoras de un error, porque nuestra lucha no es contra nosotras mismas, ni siquiera es contra todos los hombres del planeta, nuestra lucha es contra la violencia que se impregno en nuestra sociedad, en nuestros hogares y en todos los rincones en los que habitamos, el problema está claro y habrá que expulsarlo de raíz, son nuestras entrañas y merecemos una vida libre, segura, pacífica y feliz. Merecemos ir de aquí para allá y de allá para acá, seguras, sin temor a perder la vida por transitar nuestras calles, nuestro país, nuestra américa latina, nuestro mundo.
El resultado de alzar y expandir la voz será la unidad, esta causa se ha vuelto de todas y todos. Lograremos el amanecer que tanto añoramos, lograremos el respeto de nuestros compañeros, de nuestra familia, lograremos caminar tranquilas, y esto no deberá costarnos la vida.
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Muy buen texto, con garra. Tal vez ahora sería padre hacer crónicas de vida de mujeres que luchan todos los días. Muy buen.