Ivermectina: ¿mala por barata?

Por Humberto Musacchio

Con Carmen Aristegui, periodista.

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 11 de febrero de 2022.- Partidos y personas opuestas al actual gobierno han desatado una bien orquestada compaña a propósito del uso terapéutico de la ivermectina. Diputados del PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano, una convaleciente dizque más informada que los científicos y varios articulistas se lanzaron al parejo de bots en redes sociales a “denunciar” el empleo del citado medicamento.

Los ataques han estado dirigidos, sobre todo, a Claudia Sheinbaum, jefa del gobierno capitalino, y a José Peña Merino, director de la Agencia Digital de Innovación Pública, a quienes se acusa, sin pruebas, por el empleo del citado fármaco en forma dizque “experimental”, afectando supuestamente a pacientes de covid a los que se administró, y varios de los acusadores, también en forma orquestada, demandan la aplicación del Código de Nuremberg contra los especialistas que se atrevieron a recomendar una vía menos costosa para el tratamiento del coronavirus.

Los del coro dicen que la ivermectina no está autorizada para tratar el covid, pero lo cierto es que tampoco está prohibida. En su ignorancia, algunos dicen incluso que es sólo para animales, quizá por el temor de que se les administre. Lo cierto es que ese fármaco se puede adquirir en cualquier botica a un precio muchas veces menor que el Remdesivir, que sólo se consigue pagando miles de pesos y sus efectos en muchos casos distan de ser satisfactorios, pues numerosos pacientes han muerto pese a que lo recibieron.

La ivermectina es un medicamento de probada eficacia como antiparasitante, bactericida y antiviral. A los animales suele dárseles dosis de 100 miligramos, en tanto que a los seres humanos se les administra en dosis de tres a seis miligramos, de dos a cuatro tomas sin repetir la dosis hasta semanas después, y eso si es necesario.

Por eso mismo resulta absurdo acusar a las autoridades capitalinas de haber realizado un “experimento médico”, como dijo la diputada América Rangel, del PAN, pese a que la Secretaría de Salud capitalina negó tajantemente que hubiera sido un “experimental”, pues la administración de ivermectina cuenta con el respaldo de varias décadas de uso, por lo cual también lo emplea el Instituto Mexicano del Seguro Social.

En suma, desde hace medio siglo la ivermectina está presente en diversos tratamientos y ahora, ante la emergencia desatada por el covid, los sistemas de salud de todo el mundo han respondido con medidas un tanto improvisadas, pues, si se recuerda, las vacunas empezaron a aplicarse cuando no estaban cubiertos todos los requisitos ni había pasado el tiempo suficiente para probar los beneficios de tales fármacos y sus contraindicaciones, algo que regularmente se exige a estos productos.

Pero las autoridades médicas, desde la OMS hasta la FDA y sus paniaguados “mexicanos”, muy en línea con el interés de los laboratorios transnacionales, condenan el medicamento porque es barato, mientras los grandes consorcios farmacoquímicos han visto crecer sus ganancias hasta la estratósfera.

Lamentablemente, ha faltado firmeza en nuestras autoridades sanitarias, pues por acatar el catecismo de la OMS o de la FDA han gastado miles de millones de dólares sin que sus resultados sean para presumirlos. Han llegado al extremo de pedir que no se administre ivermectina en casos de covid, aunque los efectos del virus son notoriamente menos lesivos cuando se dispone del citado fármaco, como lo muestran los casos de varios países africanos, de Bolivia o de la India, que tiene cuatro veces la población de Estados Unidos, pero menos muertos.

Al respecto, López-Gatell declaró que en agosto de 2021 “ya había un cúmulo importante de evidencia científica a nivel mundial que permitía identificar que no había muestras de utilidad suficiente”. ¿No? ¿Y del Remdesivir sí? Los antivacunas, siguiendo los “razonamientos” de López-Gatell, pueden tener un argumento poderoso si se considera que la cuarta parte de los infectados ya tenían una o dos vacunas.

No pocos médicos han optado por recetar medicamentos que no están en el cuadro oficial contra el covid y, al menos hasta ahora, están ofreciendo mejores resultados que aquellos que obedecen a la OMS y a las transnacionales que están detrás de ella.

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