Metro y Centro: miedo a la muchedumbre

Foto: Alejandro Meléndez / FotorreporterosMx

Por Víctor M. Navarro

Periodistas Unidos, Ciudad de México. 19 de octubre de 2020.- Después de varios meses he vuelto a viajar dos o tres días a la semana en el sistema de transporte colectivo Metro, las líneas 1, la 3, 7 y 9 son rutas recurrentes, las cuales me conducen a mis destinos ubicados en el Centro Histórico y colonias aledañas.

Habitualmente utilizo el servicio en la estación Tacubaya y lo primero a ver es el número elevado de usuarios, nada de sana distancia, todos muy juntitos pero con tapabocas, una tarde de lluvia aborté la idea de utilizar el servicio, apenas entré a la estación la aglomeración de gente era salvaje, casi inhumana. Las escaleras eléctricas fuera de servicio, al aparecer los meses de cuarentena, poca gente y muchas estaciones inhabilitadas, de casi nada le sirvieron a nuestras preciosas autoridades encargadas del servicio, parece un túnel sin fondo este asunto del metro, un amigo cercano trabajador del sistema me lo dijo claro: la verdad es poca, muy poca la inversión en el mantenimiento de trenes y servicios, el dinero adjudicado se fuga a otros menesteres.

Abordo el convoy que me llevara de Tacubaya a Salto de Agua, los vagones atiborrados de gente, abriéndose paso a empellones los vendedores (vagoneros) gritando y escupiendo circulan ofertando audífonos, cortauñas, pilas, cacahuates, chocolates y más.

La otrora funcional línea 3 es también un desorden latente en esta vuelta a la normalidad epidemiológica, difíciles resultan las correspondencias Balderas, Centro Médico y Zapata, si la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum proclama no hacer fiestas para evitar reuniones masivas, cuál será su comentario sobre vagones atestados de gente y detenidos hasta diez minutos en varias inoperantes estaciones.

Presto a salir en la estación Constituyentes, veo con la angustia de un vejete sexagenario la inoperancia de las tres escaleras eléctricas, sin un paro cardiaco no se manifiesta recuerdo la declaración de la secretaria de Salud Olivia López Arellano: “En la Ciudad de México seguimos en semáforo naranja, pero hacemos patente la alerta porque el número de infectados ha aumentado y los hospitales registran mayor ingreso de personas con covid-19, el número aumentó considerablemente en estas últimas semanas.” Óraleee.

CAMINO AL CENTRO. Llegué a la Mercad, del metro salí al mercado, la gente en desbandada caminaba, veía, compraba en los negocios por demás abarrotados de mercancías y ganas de vender. Los pasillos del legendario inmueble lucen como los grandes días de venta, la diferencia son los tapabocas en la mayoría de los comparadores y locatarios.

Ya entrado en gastos salí a caminar sobre la avenida Circunvalación, impresionante el ambulantaje, avasallador el número de puestos y el griterío, el carril dedicado al metrobus no es cierto, está copado por el vara vara, por el pulular de gente y vendedores, el tránsito vehicular es aterrador; llegué sudando a Fray Servando Teresa de Mier, rituales del caos diría Monsi.

Una aventura esta de volver a circular en nuestra ciudad, en nuestros territorios de viejo conocidos, nos invade el miedo infinito a la muchedumbre, a los de al lado; en el toser, en el escupir de los otros ves tu vida infectada.

En esta populosa y mercantil zona del Centro luce todo su esplendor la conmemoración mercantil callejera del día de muertos: puesto en aceras y avenida de veladoras, disfraces, adornos, luces, playeras, sombreros, lo inimaginable para los Santos Difuntos, los vivos dados a homenajearlos, y los pasados de vivos vendiendo hasta respiración artificial para los finados.

Gente, gente y más gente, todo mundo quería ya salir a comprar, a comer, a  aglomerarse, a consumir, en eso se nos va la vida y estamos prestos a festejar la muerte.

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