Periodistas Unidos. Ciudad de México. 26 de julio de 2022.- Hace 100 años vino a México Gabriela Mistral, invitada por el mejor José Vasconcelos. La poeta chilena andaba en sus 33 años y, para ella, la estancia en nuestro país significó un merecido descanso de la cátedra, pues, “por primera vez en 18 años –escribió al crítico Hernán Díaz Arrieta, Alone–, yo sé que puedo trabajar en paz, sin el toque de la campanilla de cada hora, sin la angustia económica que me turba la vida perennemente”. Celebró la diva “la sencillez absoluta, una sencillez afectuosa” con que fue recibida por los mexicanos y a ellos dedicó su libro Desolación (1922). Aquí participó en las campañas educativas de la época, colaboró en las revistas
La Falange y El Maestro, preparó la antología Lecturas para mujeres (1924), que pretendía ser un libro de texto, y escribió “Recado a Lolita Arriaga en México”, poema que, a decir de Vasconcelos, es el “mejor fresco de la Revolución Mexicana”. En 1924 pasó a Estados Unidos y más tarde a Europa. Regresó a México en varias ocasiones y después de recibir en 1945 el Premio Nobel, entre 1948 y 1949 radicó en Fortín de las Flores, Veracruz, donde la visitaron Rosario Castellanos, Margarita Michelena, Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas, Diego Rivera y Lázaro Cárdenas.
Alfonso Calderón reunió textos de la poeta en el libro Croquis mexicanos, publicado en Santiago de Chile en 1979, obra de la que debería hacerse aquí una edición. Por ahora, ha hecho bien el Senado en recordarnos el centenario de su primera visita.
ORSO NÚÑEZ, EL OLVIDADO
Hace unos días murió el arquitecto Orso Núñez Ruiz Velasco (Morelia, 1944), que con Arcadi Artís Espriú elaboró el proyecto de conjunto del Centro Cultural Universitario del Pedregal, dentro del cual la Wikipedia le da la autoría arquitectónica de la sala de conciertos Nezahualcóyotl, el teatro Juan Ruiz de Alarcón, el Foro Sor Juana Inés de la Cruz para teatro de cámara; la Sala Miguel Covarrubias para danza; la Sala Carlos Chávez, destinada a conciertos; las salas de cine José Revueltas, Julio Bracho y Carlos Monsiváis; el Centro Universitario de Teatro y la Librería Julio Torri.
Se sabe que Orso Núñez acabó seriamente distanciado de Artís Espriú y las publicaciones de internet de la UNAM han suprimido el nombre del moreliano e, incluso, su ficha personal ha sido groseramente mutilada. Se trataba, y en buena medida se consiguió, de darle muerte civil a quien tanto aportó a la máxima casa de estudios. La Universidad Nacional debe reivindicarlo como un profesional que, hasta donde sabemos, sirvió lealmente a la institución.
PREMIOS NACIONALES 2021
Por fin se dio a conocer el nombre de los reconocidos con el Premio Nacional de Artes y Literatura 2021, cuando todavía no se acaban de entregar los correspondientes a 2020, que se han venido pagando en abonos fáciles y retrancados, como decían las abuelas. Esta vez, hasta donde sabemos, hay consenso en los creadores elegidos: en artes populares, el Taller Leñateros, colectivo de artesanos mayas de San Cristóbal de las Casas; en música, Sergio Cárdenas, quien en México y Europa dispone de una abundante y muy distinguida hoja de servicios en la dirección orquestal y la docencia; en historia y ciencias sociales, el recipiendario es el querido Fernando Serrano Migallón, que cuenta con una obra jurídica reconocida y es autor de libros indispensables y entrañables sobre el exilio republicano español; en tanto que en literatura, el premiado es Óscar Oliva, poeta de altos valores literarios, desde su paso por
La espiga amotinada hasta el presente. En su caso, es imposible olvidar que, durante el movimiento de 1968, sus poemas circulaban por toda la ciudad en volantes mimeografiados por los estudiantes, lo que, creo, debe ser la mayor gloria de un bardo que ha cantado a las luchas de su pueblo. Bien por los ganadores.