Un país posible… y deseable

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 15 de junio de 2023.- He llegado a la conclusión, dice Julio Madrazo, “de que el aspecto más dañino del deterioro nacional son los pactos de impunidad que abundan en nuestro país. La precaria estabilidad económica y política que aún tenemos (si es que en medio del nivel de violencia criminal se le puede llamar estabilidad) está sellada por esos pactos”.

En su libro Un país posible. Manual para trazar el México del futuro, Madrazo se pregunta “¿Ya tocamos fondo?”, y se responde: “La mala noticia es que los países no tocan fondo. Los países y las sociedades se siguen deteriorando, empobreciendo y destruyendo en una espiral angustiante, perpetuando su ciclo de descomposición”, como lo prueba, agregamos, el triste caso de Haití, sin que se asome algo o alguien que saque a esa nación de la hondonada del hambre y la miseria.

Sobre la etapa actual de México, cita un estudio que agrupa en tres grandes apartados los problemas del país: ilegalidad, que incluye corrupción, impunidad, injusticia y ausencia del Estado de derecho; inequidad, que comprende los muy disparejos niveles de vida, de oportunidades y de calidad en la educación y los servicios de salud, y la inseguridad, rubro donde entran crimen, violencia, desapariciones, feminicidios, derechos humanos y, no muy claramente, competencia económica e inversión privada.

Se trata de tres grandes retos que nos obligan como sociedad a “diseñar un mejor capitalismo y una mejor democracia”, pues a la actual se le hace el reclamo de que “sirve sólo a los de arriba, a la clase dirigente, a los que tienen acceso al poder y pueden influir en el sistema político”, en tanto que “el capitalismo por sí solo no es capaz de autorregularse, de comportarse mejor, de manera más ética y humana… Lo que se requiere es más y mejor rectoría del Estado”, aunque está demostrado que los gobiernos prefieren conciliar sus intereses con los de la gran empresa. Franco partidario del capitalismo, Madrazo aboga, sin embargo, por una eficaz rectoría económica del Estado, pues el reto es que “el mayor número de personas viva con el más alto grado de bienestar”, justamente lo contrario de lo que viene ocurriendo en las últimas décadas, pues mientras a fines de los años 70 “los directores generales de las empresas ganaban de 35 a 40 veces más que el empleado promedio, ahora ganan 320 veces más”.

Fenómenos como el citado son causa de que la democracia esté perdiendo adeptos. Madrazo cita un informe de Latinobarómetro, donde se señala que, en México, el aprecio por la democracia cayó de 63% en 2002 a 43% en 2020. Más grave todavía es que, mientras en Costa Rica el rechazo a un gobierno militar es de 88% y en Chile de 70%, en México apenas llega a 55 por ciento. Para salir de problemas, a veces se opta por la puerta falsa.

Sin embargo, el mundo ofrece algunos ejemplos de que sí es posible salir de la pobreza sin democracia, y casos muy evidentes son China y Vietnam, de régimen marxista, en tanto que el capitalismo ha sacado de la miseria a Malasia, que es una monarquía; a Singapur, con uno de los gobiernos más autoritarios de Asia, y a Corea del Sur, que despegó bajo la brutal dictadura del general Park Chung-hee. En suma, democracia y progreso económico no necesitan marchar juntos.

Pese a lo anterior, ante los problemas de México, nuestro autor propone “vivir en plenitud los principios reales y los valores genuinos que el liberalismo clásico propuso en su origen, tanto para su pierna económica (libre mercado, propiedad privada, competencia, innovación) como para su pierna política (democracia, derechos individuales, equilibrio de poderes, Estado de derecho, justicia). Para lograrlo, agrega el autor, “necesitamos revisar el contrato social”, con la participación deliberativa y vinculante de la ciudadanía. Pues sí, pero…